"En Segunda sólo vence el más listo"
César Ferrando (Tavernes de Valldigna, Valencia; 1959) ha imitado a su maestro, Benito Floro, al frente del Albacete. Sin experiencia en la Segunda División, ha obtenido el ascenso a la Primera. Procedía del Valencia B. Allí, en su rincón, a la sombra de las gestas del primer equipo, labró su reputación con trabajo y sentido de la responsabilidad, cualidades que avalaron su llegada al Albacete. Pese a su bisoñez, disfruta al máximo de su dulce momento: "Esto es el fútbol: la tensión, los nervios, los retos...", afirma. El curso que viene sufrirá la tensión de la élite, en estadios como el Bernabéu o Mestalla. "Estaré más presionado, pero también ganaré más dinero", asegura entre risas.
Pregunta. El Albacete ha subido a Primera por segunda vez en su historia. Algún mérito debe de tener.
Respuesta. Como entrenador, lo primero que me propuse fue hacer un equipo y convencer a los jugadores de que podían lograr el sueño del ascenso.
P. ¿Se encontró, entonces, con una plantilla con falta de carácter?
R. No. Es un grupo muy profesional. Pero muchos jugadores estuvieron rozando el ascenso la temporada pasada y, al final, no lograron nada. Por eso tuve que convencerles de que el sueño era posible.
P. ¿Qué debe tener un entrenador para que, nada más llegar a Segunda, consiga lo que otros curtidos en la categoría tardan años en obtener?
R. Quiero desmitificar eso de que hay entrenadores de Primera y de Segunda. A mí me han enseñado a entrenar, independientemente de la categoría. En los libros no viene nada de cómo hay que entrenar en Segunda. La única diferencia que he notado con la Segunda B es que hay mejores instalaciones. El resto me lo esperaba.
P. Usted no hizo la plantilla. Se la encontró confeccionada. ¿Ha cumplido sus expectativas?
R. Sí. He tenido muchos jugadores de la temporada pasada. Pero su predisposición ha sido excelente. Siempre trabajando, y muy bien. Los veteranos, Roa o Siviero, han ayudado a los jóvenes. Por eso el equipo siempre ha dado la cara.
P. Le desborda el entusiasmo hacia sus jugadores.
R. Estoy disfrutando muchísimo. El día a día ha sido inmejorable: los entrenamientos, las charlas con los periodistas... En todo lo que hacíamos flotaba la sensación de que íbamos a ascender. Esto es el fútbol: tensión, nervios... Estaba encantado. Ahora iremos a celebrarlo al Ayuntamiento con la afición. Después, nada. Yo quiero que siga esta tensión.
P. ¿Ha tenido momentos de debilidad?
R. Sinceramente, sí. A punto de acabar la primera vuelta, el equipo comenzó a jugar muy mal y gente importante como Munteanu o Parri se lesionó. Aun así, seguimos puntuando. Pero sufrimos mucho. Luego, con Jandro como líder, empezamos a recuperarnos. Esto demuestra que el equipo siempre ha dado la talla.
P. ¿Se vio amenazado por la directiva?
R. En ningún momento. Al fin y al cabo, estábamos los cuartos. No había motivos para la alarma. Al presidente, Angel Contreras, le estoy muy agradecido. Contó conmigo a pesar de no tener experiencia.
P. ¿Cuál es su filosofía en el terreno de juego?
R. Un 4-4-2 clásico, pero con una premisa muy clara. Hay que ganar mediante la mayor posesión del balón y con mucha sencillez. Sin embargo, en Segunda no siempre es así. En esta categoría sólo vence el más listo.
P. ¿Pero es posible jugar en Segunda con dicha premisa por bandera?
R. Es complicado, indudablemente. Pero lo hemos intentado. En Segunda se juega mejor de lo que parece: el Murcia, el Zaragoza, Las Palmas..., son algunos ejemplos.
P. ¿Cómo es Ferrando en el vestuario?
R. Cuando el Madrid fue a Turín a jugar, contra la Juventus, la vuelta de las semifinales de la Copa de Europa, nos reunimos para cenar quince jugadores y yo. Soy uno más. Soy como ellos. Hay que tener confianza entre todos. Los jugadores son jóvenes en su mayoría. ¿Cómo no van a divertirse? Esto no impide que luego les eche una buena bronca o les mande a la grada. Pero, si hay confianza, darán la cara por tí. Así ha sido en el Albacete.
P. Ha llegado a un acuerdo con el club para seguir un año más. ¿Le produce vértigo la Primera División?
R. El otro día les comentaba a mis jugadores que ahora, en Primera, tendré que ponerme chaqueta y corbata en el banquillo. Ufff..., estar en el Bernabéu, el Camp Nou o Mestalla... Asusta. Estaré más presionado, más puteado, pero también ganaré más dinero.
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