Mendieta hunde al Valencia
El centrocampista, en un buen primer tiempo del Barça, envía a su ex equipo a la Copa de laUEFA
Y mira que Cañizares lo sabía. Sabía cómo tira los penaltis Mendieta: despacio y por el centro, esperando a que el portero se venza hacia uno de los lados. En esa milésima de segungo antes de chutar, Mendieta lanza una mirada fugaz al cuerpo del portero, que se lo dice todo. Así le marcó el gol a Kahn en la final de la Liga de Campeones del 2000. Así ha marcado tantos y tantos goles en su etapa en el Valencia. Y, aún así, Cañizares no pudo aguantarse de pie. Se cayó a un costado. Lo suficiente para que Mendieta, que ya había provocado el penalti, marcara su cuarto tanto en una Liga que empezó fatal y que está terminando muy bien. Y enviando de paso a su ex equipo a las galeras de la UEFA, ese anhelo, por contra, al que todavía aspira el Barça.
VALENCIA 1 - BARCELONA 3
Valencia: Cañizares; Réveillère, Marchena, Pellegrino, Carboni; Rufete (Sánchez, m. 55), De Los Santos (Borja, m. 69), Baraja, Kily González (Albelda, m. 79); Aimar; y Carew.
Barcelona: Valdés; Gabri, Puyol, De Boer, Reiziger; Overmars, Mendieta (Gerard, m. 83), Cocu, Luis Enrique; Saviola (Sorín, m. 65) y Kluivert.
Goles: O-1. M. 45. Mendieta, de penalti. 0-2. M. 72. Kluivert, de penalti. 0-3. M. 78. Overmars. 1-3. M. 88. Sánchez, de penalti.
Árbitro: Puentes Leira. Expulsó a Carew (m. 43) y a Carboni (m. 71) con roja directa. Amonestó a Puyol.
Unos 50.000 espectadores en Mestalla.
Instantes antes del gol de Mendieta, Carew terminó de rematar a su equipo, por si no estaba ya bastante tocado, que lo estaba. Para protestar el penalti señalado, al delantero noruego le dio por empujar al árbitro con su enorme corpachón de casi dos metros. Y no contento con eso, y en vistas de que el árbitro no reaccionaba, se dedicó a insultarlo y a intimidarlo. Hasta que el árbitro reaccionó: no le quedó más remedio que expulsarlo y lo expulsó. Era poco antes del descanso y el Barça obtuvo así un premio gordo a su gran superioridad en el juego.
Como si Mestalla le inspirara, Mendieta se movió con soltura entre sus ex compañeros, por ese campo que tan bien conoce. Se ubicó de media punta y metió pases interiores realmente afilados. Por la izquierda llegaba Luis Enrique, ejemplo de verticalidad, maestro en el arte de las paredes. El asturiano se apoyó casi siempre en Kluivert, que jugó y muy bien de espaldas a Cañizares, tocando de primeras a sus compañeros, que venían de cara.
El Valencia perdió el centro del campo. Ausente Albelda por lesión, De Los Santos salió de medio centro, pero se convirtió pronto, casi por instinto, en un tercer central. Hundió al Valencia atrás. Y repartió más patadas que balones. Cierto que tampoco ayudaron los interiores: tieso Rufete por la derecha, sin ritmo después de tanta lesión Kily González por la izquierda.
Cañizares se empleó a fondo, sobre todo en una estirada de su brazo izquierdo para desviar una falta enroscada de Frank de Boer. El cuadro de Benítez ha llegado desfondado a este final de campeonato. Y, a pesar de eso, insiste en jugar en largo, a pelotazo limpio, con lo que el cansancio se acrecienta. Su dependencia de Baraja y Aimar es total. El primero ha acumulado demasiados partidos a lo largo del año; el segundo, exhausto ayer por un viaje homérico con su selección, apenas encuentra apoyos.
El Barça, en cambio, ha llegado fresco al final del curso. En clara progresión, aunque ésta haya sido demasiado lenta. Se le vio serio atrás y rico adelante. No goleó porque le aguantó la vieja guardia valencianista. Hasta que Carboni no pudo más. Cazó a Luis Enrique por detrás en el penúltimo contragolpe. Cometió el segundo penalti de la noche. Y se convirtió en el segundo expulsado valencianista, aunque éste sí estuviera plenamente justificado.
Con un hombre menos, el Valencia había tirado de orgullo. Y tiene mucho. Entró Sánchez y se notó. Le sirvió un pase de oro a Aimar, que probó la habilidad de Valdés en el uno contra uno. Paró con el cuerpo el joven guardameta. El Barça se dedicó a administrar su ventaja. Perdió fútbol.
Y parecía que el Valencia resurgía hasta que Réveillère perdió un balón facilón en el centro del campo, el Barça montó el contragolpe y Luis Enrique, tras dos regates con el cuerpo, propició el penalti de Carboni. Y la puntilla de Kluivert. Poco después, Mendieta abandonó el estadio entre una fuerte pitada. Y con una cara inmensa de satisfacción.
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