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Reportaje:

Francia se encomienda a Woody Allen

Campaña para mejorar las relaciones con EE UU y recuperar turistas

Al terminar la guerra de Estados Unidos contra Irak, Condoleezza Rice, la influyente asesora del presidente Bush, dictó sentencia: "Perdonar a Rusia, ignorar a Alemania y castigar a Francia". La vehemente oposición de Chirac y su ministro de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, al conflicto ha dejado heridas que la diplomacia todavía no ha logrado cerrar y están afectando a la economía francesa. Han funcionado las consignas como las que propuso Christopher Caldwell, desde el Weekly Standard, entre ellas boicotear los productos franceses, dejar de consumir camembert, pinchar los neumáticos Michelin, verter las botellas de Burdeos al río, olvidarse de la moda parisiense y comprar aviones Boeing aunque sean más caros.

"Ya va siendo hora de olvidar polémicas", afirma el cineasta en el vídeo 'Let's fall in love again'

Una vez pasado el vendaval guerrero, los estadounidenses siguen enfadados con Francia. Las visitas de turistas norteamericanos a París o a la Costa Azul han disminuido en un 15% respecto a los cuatro primeros meses de 2002. Las exportaciones galas hacia Estados Unidos -26.000 millones de euros el año pasado- también caen en un porcentaje parecido y no hay a la vista ningún personaje que les recuerde a los norteamericanos que su independencia se la deben en parte a Lafayette y a las tropas francesas, que derrotaron a los británicos en Saratoga y Yorktown. Para paliar ese olvido y tratar de sosegar los ánimos, los franceses han contratado los servicios de tres estadounidenses ilustres: el cineasta Woody Allen, el actor Robert de Niro y el músico Wynton Marsalis. Los tres aparecen en un vídeo glosando las french fries y el famoso french kiss. El vídeo ha sido creado por la oficina de turismo francés y está destinado a las televisiones y distintos medios relacionados con la industria turística.

Allen, principal protagonista de la cinta, dice ante la cámara: "Últimamente ha habido muchas polémicas entre los dos países, pero ya va siendo hora de olvidarlas y de reemprender lo que siempre ha sido una gran, una muy grande amistad". Como la de Claude Rains y Humphrey Bogart al final de la película Casablanca, tras la detención de los sospechosos habituales.

La campaña francesa destinada a reconquistar los corazones estadounidenses lleva por nombre Let's fall in love again (Enamorémonos de nuevo). Sin duda, sus creativos no han tenido en cuenta que lo que los conservadores de EE UU le reprochan a Allen es, precisamente, que se enamorase de nuevo, y nada menos que de su hijastra, Soon Yi, en detrimento de Mia Farrow. Y tampoco se han acordado de que Robert de Niro pasó muchas horas en el despacho de un juez parisiense, hace pocos años, acusado de haber requerido los servicios de una red telefónica de prostitutas.

Lo cierto es que la campaña de imagen tiene una compañía difícil: la revalorización del euro frente al dólar. Los productos europeos no tienen hoy el atractivo del que gozaban hace un año cuando resultaban un 35% más baratos. Para muchos turistas, los grandes hoteles franceses son ahora inaccesibles. El Crillon, junto a la Embajada de EE UU, el pasado mes de febrero vivió un día sin un solo nuevo cliente. Los estadounidenses faltan a la cita, pero también los japoneses o los jeques árabes. Se acabaron los enormes gastos de Petrus o Pomerol, los miles de francos de alcohol facturados como agua mineral para no enfadar a Alá.

Caldwell y Fox News siguen clamando venganza en nombre de la sangre vertida por Estados Unidos en el transcurso de las dos guerras mundiales. El lema Después de Irak, Chirac lo pasean muchos coches en EE UU. Ni Allen, ni De Niro ni Marsalis han tenido el mal gusto de recordarles en el vídeo a sus compatriotas que en la primera guerra esperaron a 1917 para enviar su ayuda decisiva. Ni de explicarles que la devaluación del dólar es una medida propiciada por la Administración de Bush. En una carta a los estadounidenses, los responsables de turismo aseguran que Francia es un país seguro y, entre otras pruebas, citan cómo el ministro del Interior, el omnipresente Sarkozy, ha sido galardonado por el centro Simon Wiesenthal por su lucha contra el antisemitismo.

Los franceses se conformarían con volver a ser los de Casablanca, propensos a los cambios de alianza pero con un país tan atractivo como su cocina o los besos de sus mujeres.

Cartel del Festival de Cannes para anunciar un filme de Woody Allen.
Cartel del Festival de Cannes para anunciar un filme de Woody Allen.AP

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