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Reportaje:

El último "renacentista"

El erudito Giménez Lorente, autor del hallazgo de un Atlas del cartógrafo de Felipe II, dona sus fondos a la Politécnica

"La historia de la cartografía es la historia del hombre". Ésta es la reflexión pausada y serena que ayer se hacía el farmacéutico de profesión -y cartógrafo por obstinación- Luis Giménez Lorente, propietario de una de las mayores colecciones privadas de historia de la cartografía valenciana y autor del hallazgo del valioso Atlas de Joan Martines, el cartógrafo del rey Felipe II, firmado en Mesina en el año 1570. Este volumen -cuyo original está en el Museo Naval de Madrid- es junto a otro Atlas propiedad de la Casa de Alba y otro de la Biblioteca Nacional, los únicos tres volúmenes que se conservan en España, los otros veinte volúmenes están repartidos por el mundo en distintas sociedades cartográficas e instituciones."

"Pero el único volumen particular es el mío, y he querido que no saliera de España", ironizó Giménez Lorente, durante la firma del convenio con el rector Justo Nieto, por el que la Universidad Politécnica de Valencia pasará a albergar lo que los expertos consideran "la mayor colección de documentos de la historia de la cartografía valenciana, que se conserva en España", según explicó el director de la Escuela Superior de Ingeniería Cartográfica, Manuel Chueca.

El fondo está compuesto por 2.500 piezas, entre originales, mapas, libros, grabados y facsímiles fechados entre los siglos XVI al XIX, adquiridos a lo largo de medio siglo de intensa búsqueda y meticulosa investigación hecha al dictado del convencimiento personal e intransferible de quien cree que: "Conocer el pasado, crea futuro".

Pero, sin duda, fue el hallazgo del Atlas de Martines -presentado en 1989 en las Jornadas de Cartografía Histórica celebradas en Madrid que certificaron su autenticidad después de tres años de investigaciones y avalaron su difusión científica por parte de la sociedad inglesa International Colector Map Society- lo que más contribuyó a que la "pasión por el coleccionismo iniciada a principios de los años cincuenta de la mano de otro gran coleccionista, el doctor mallorquín Luis Alemany Vich", fuera reconocida después a nivel profesional por la Sociedad Española de Cartografía, de la que es miembro "investigador" desde hace 14 años.

"He llegado a los 83 años, después de 50 años recolectando mapas con mucha ilusión y habiendo disfrutado mucho...", rememoraba ayer Giménez Lorente, mientras su voz en off daba vida a una sucesión de mapas y portolanos proyectados, que fueron encontrados en su mayoría en los lugares más insospechados. "Como el mapa de un cartógrafo francés de 1790 hallado en un sótano del londinense mercadillo de Portobello"; o aquella valiosa "carta de postas, Ruta de Madrid a Valencia, procedente del desguace de la Biblioteca del Marqués de Pidal", adquirida en un viaje de forma rocambolesca. Porque en el fondo, ésa es, a su juicio, la esencia del coleccionismo: cierta dosis de intrusismo combinada con mucha curiosidad científica. "Para mí, el coleccionista de cartografía de verdad es aquel que tiene necesidad de aprender, de leer, de averiguar qué sociedad hay detrás de cada mapa", resume este erudito nacido en la Valencia de 1920 a quien Chueca no duda en calificar como "un hombre renacentista", en el sentido más amplio.

Y así lo deben de entender también los profesores y alumnos de la Escuela Superior de Ingeniería Cartográfica que "por unanimidad" han solicitado que se le otorgue el doctorado honoris causa y la creación de una fundación con su nombre, que se instalará en el nuevo edificio en construcción que se inaugurará en abril.

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