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Columna
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Haciendas paralelas

Es el tema de portada. La revista Hola nos muestra la nueva y elegante, a la par que sencilla, mansión que Julio Iglesias se ha hecho construir en Punta Cana (República Dominicana). Ciertamente las imágenes son impactantes y muy de agradecer por los ciudadanos valencianos, que por fin pueden disfrutar contemplando la distinción y el buen gusto con que han sido invertidos una parte de sus impuestos.

Recapitulemos. A finales del pasado siglo, Eduardo Zaplana, a la sazón presidente de un pequeño país llamado Comunidad Valenciana, encargó al conocido cantante gallego Julio Iglesias la promoción exterior de la tierra que gobernaba. Ambos compartían, cuando menos, tres cosas: el vínculo con Benidorm como ciudad trampolín de sus carreras, la pasión por el Real Madrid y una amistad fundamentada en el convencimiento de que ambos eran unos campeones, nacidos para triunfar. Según se supo unos años después, en 1997 el cantante cobró directamente por sus servicios 375 millones de pesetas de la Generalitat y, por lo menos, otros 533 millones en concepto de extras, a través de dos sociedades oficialmente radicadas en la brumosa Irlanda y en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas. También pudo conocerse que una parte sustanciosa de esos fondos fue ingresada en cuentas secretas de un banco suizo, en otro paraíso fiscal de las Antillas. La efectividad y la rentabilidad de las multimillonarias acciones de promoción nunca quedaron muy acreditadas, siendo objeto de todo tipo de maledicencias e incluso de críticas periodísticas y de algún puyazo parlamentario por parte de la muy debilitada oposición de aquellos años. El Gobierno que presidía el amigo del cantante nunca dio explicaciones ni sobre los pagos ni sobre el cumplimiento de las obligaciones fiscales derivadas de ellos. Sin embargo, ese silencio apenas supuso desgaste político, ni fue óbice para que el presidente del pequeño país fuera ascendido a más altos destinos, ocupando una cartera ministerial en el Gobierno del Reino de España.

Hola nos dice que "la casa tiene la singularidad de no ser visible ni desde tierra ni desde mar". Lo que sin duda da un valor añadido al reportaje, por el que esta revista debería ser objeto de un merecido homenaje. No en vano, para los historiadores que escriban los anales de nuestros días, Hola cumple hoy el papel de lo que fueron las Vidas paralelas de Plutarco para la antigüedad.

Así que, visto lo visto, la revista debería completar este excelente trabajo periodístico con un reportaje en el cual el valet de chambre del ministro de Trabajo nos mostrara el nuevo apartamento de 500 metros cuadrados que su señor se ha comprado en el madrileño paseo de la Castellana. Al fin y al cabo las de Julio Iglesias y Eduardo Zaplana, parecen si no viviendas adosadas, vidas y haciendas paralelas. Y a la luz de los resultados electorales del 25 de mayo, seguro que ese reportaje no haría sino reafirmar a muchos votantes del Partido Popular en lo acertado de su elección y en el proverbial buen gusto del ministro.

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