"En las televisiones no cabe la crítica política"
Arturo Valls (Valencia, 1975) estudió periodismo y rápidamente aterrizó en la radio en el área de deportes. Tras darse cuenta de que no le atraía el periodismo al uso se enfundó unas gafas negras y se convirtió en uno de los intrépidos reporteros de Caiga quien caiga. Ahora presenta en Telemadrid, ETB y Canal 9 el concurso ¿x cuánto?, un formato que la próxima temporada incorporará Televisión de Galicia. Ha hecho incursiones en el cine, la más famosa con Santiago Segura en Torrente 2, y en verano estará a las órdenes de El Terrat con un espacio de zapping y humor para Telemadrid.
Pregunta. ¿Cómo se incorporó al equipo de Caiga quien caiga?
Respuesta. Estaba trabajando en una televisión local en Valencia. Hacía falta un reportero para el CQC y Tonino me comentó la posibilidad. Fui a Madrid, superé el casting y a los tres días ya estaba metido en el equipo.
P. ¿Qué le aportó el CQC?
R. Hasta ese momento todo había sido local, básico, y este paso suponía trabajar con gente que estaba haciendo un programa casi de culto. Fui como una esponja, aprendiendo de Tonino, de Juanjo de la Iglesia, de Pablo Carbonell y de Wyoming.Al principio me impresionó. Trabajar con siete tíos ya establecidos imponía. Pero había buen rollo y eso me ayudó.
P. ¿Cúal fue el reportaje del que guarda un recuerdo especial?
R. Me gustó mucho el momento con el actor Hugh Grant en Nueva York. Con su cara de inglés me insultó al recordarle su polémico affaire.
P. ¿Tendría cabida CQC en otras cadenas?
R. Parece ser que no. En TVE, por supuesto que no. No admiten que se pique al Gobierno, y es una verdadera jaula de grillos. La tendría en una televisión donde haya otra visión de las cosas, pero ahora en ninguna cabe la crítica política.
P. Pese a todo, la Academia de la Televisión le ha otorgado el premio al mejor programa de entretenimiento.
R. Es estupendo que la Academia se haya acordado de nosotros. Contrasta con la excusa de Tele 5, que alegó que CQC era un programa poco rentable. Todo es un poco contradictorio.
P. ¿Cuál es su balance en ¿x cuánto?, su nuevo programa?
R. Es divertido. Todos los días no se pinta una casa de naranja o se vuelca un coche. Me gusta ese lado absurdo, de entretenimiento puro y duro.
P. ¿Todos tenemos un precio?
R. Sí, aunque me da rabia que todo se mueva por la pasta. Pero es muy diferente provocar una guerra por culpa del dinero que una señora se coma una sardina cruda por 200 euros.La versión inglesa tiene un punto más absurdo. Proponen cosas como que un niño te pegue una patada en la espinilla. Lo bueno es que en España no se humilla a nadie. Los participantes no pierden su dignidad. Me parece más obsceno pagarle a alguien dos millones de pesetas por contar con quién se acuesta, algo demasiado habitual en los últimos tiempos.
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