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Solana, optimista en tiempos de escépticos

Pasó Javier Solana el pasado lunes por Barcelona, en estos momentos de posguerra iraquí en los que los actuales y futuros miembros de la Unión Europea debaten la Constitución de los 28. Pese a las divisiones provocadas por la guerra y la complejidad del proceso de unidad europea, dio muestras de un evidente optimismo, no sólo sobre la marcha imparable de Europa unida, sino también sobre la aplicación de la llamada Hoja de Ruta en Palestina e Israel.

Solana, curtido como secretario general de la OTAN y como mister PESC, o responsable de política exterior y de seguridad de la Unión Europea, rechaza el escepticismo de quienes piensan que Europa ha resultado dañada por las divisiones habidas con motivo de Irak. No se dividió Europa -dice-, sino que discreparon los dos países de la Unión con derecho de veto en el Consejo de Seguridad. No comparte la opinión de quienes creemos que Bush y Ariel Sharon han dejado de lado a Europa en el nuevo diseño estratégico del Próxino Oriente, mientras diplomáticamente esquiva opinar sobre el papel de España en la gestación de la guerra y la reunión de las Azores. Afirma que ahora ya no se habla del papel de España en Irak, sino que el otro protagonista europeo, tras el Reino Unido, es Polonia, que aporta un significativo contingente militar. Y para demostrar el papel de Europa en el proceso de paz se deshace en elogios hacia Pere Vilanova, coautor del texto de la nueva Constitución palestina que Solana consiguió que aceptara Arafat. Una Constitución que no habla ya de un movimiento guerrillero o de liberación, sino de un Estado palestino soberano que, como tal, debe tener separación de poderes. Separación que exige un primer ministro, Abu Mazem, independiente del presidente. En lugar de limitarse a lamentar que Bush ignoró y utilizó a Powell, se complace en que ahora cuente de veras con él. Y en lugar de limitarse a criticar las incursiones del ejército israelí en Gaza y Cisjordania, reconoce el cambio significativo que representa la aceptación de la palabra ocupación por parte de Sharon, cuando dijo que la ocupación no podía durar siempre. Y así confía en que pronto cambiará el Gobierno de Israel para ser una coalición con los laboristas y, pese a nuevos atentados, se avanzará en el proceso de paz.

Javier Solana es optimista sobre la marcha imparable de la UE y sobre la aplicación de la Hoja de Ruta

Conocedor como pocos de la realidad de los Balcanes, tiene en su haber el mérito de que Yugoslavia de alguna manera continúe todavía con vida, apodada ahora Solania, según el apelativo con el que se denomina en Belgrado a la todavía existente unión de Serbia y Montenegro. Una unión que Solana logró imponer al asesinado primer ministro serbio, Zoran Djindjic, y al montenegrino, Milo Djukanovic, que se comprometieron a continuar en un solo Estado al menos por tres años, evitándose así la secesión de Montenegro, que podía ser sangrienta. Reconoce que es compleja la situación de Kosovo, con una mayoría de población albanesa que desea la independencia, y aquí augura unos próximos años complicados hasta que se tome la decisión final sobre el futuro de dicha provincia administrada por la ONU.

Evidentemente, el optimismo de Solana puede no ser compartido por muchos que no creemos que ni Arafat ni Abu Mazem sean capaces hoy por hoy de imponer a los palestinos partidarios de la lucha violenta la aceptación de una Hoja de Ruta dictada por quienes han ocupado Irak y han dado alas a Sharon para masacrar día a día a la población. También podemos discrepar del optimismo sobre las buenas artes de un Colin Powell frente a Siria o Irán, que mintió en el Consejo de Seguridad para justificar una guerra aludiendo a unas armas que no han aparecido. Pero el optimismo, la prudencia y la esperanza en que, pese a los errores y heridas del pasado, el acuerdo es posible es condición indispensable de todo negociador. Y si algún día cercano hay un Estado palestino viable, será gracias a mediadores y políticos como Solana, que pese a las divisiones de Europa, pese a las mentiras de los halcones de la Casa Blanca, pese a la negativa de grupos islámicos que hoy por hoy no desean perdonar ni olvidar, apuestan por la obtención de un acuerdo, frente al escepticismo de la mayoría.

Xavier Rius-Sant es periodista.

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