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AUTOMOVILISMO | Gran Premio de Mónaco de fórmula 1

"Ha salido bordado"

"La Cruz de la Victoria en el casco me ha dado suerte", dice el español

Algunas cosas han cambiado en la fórmula 1. Incluso cuando del Gran Premio de Mónaco se trata. En las cercanías del puerto siguen enseñando su gigantesca figura una veintena de transatlánticos; el alquiler de un apartamento desde el que se vea la prueba sigue costando 18.000 euros, lo tres millones de pesetas de antes; la familia principesca de Mónaco, con Raniero a la cabeza, sigue viéndola desde una urna blindada de cristal casi a pie de pista... Pero nunca en Montecarlo se había oído hablar tanto en castellano. Y nunca Renault imaginó que incluso en este lugar se agotarían las gorras del equipo, concretamente las que llevan bordado el número 8, el de Fernando Alonso.

Fue en la 61ª vuelta cuando el asturiano se detuvo por segunda vez en los boxes. La lógica indicaba que volvería a la pista en el séptimo puesto. Volvió en el quinto. En ese momento, en la puerta del motorhome de Renault, media docena de españoles estallaron de júbilo. El hecho no tendría mayor trascendencia si no fuera porque el damnificado, el corredor que quedaba por detrás, era Jarno Trulli, su compañero de equipo. Los empleados de la escudería no disimularon una sonrisa de complicidad. Y eso que muchos de los hombres de Flavio Briatore, el director técnico, son, como él y como el propio Trulli, italianos.

"Tenemos un control de salida formidable. Me limité a pisar a fondo por el hueco que hallé"
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Pero en Renault tienen claro que el primer corredor del equipo, aunque no se reconozca oficialmente, es Alonso. En ese sentido, ha adelantado a Trulli a toda velocidad. Éste sólo ha quedado por delante del español en un gran premio de los siete disputados: en el de Austria. A ello le ayudó precisamente el que Alonso tuviera que retirarse tras haber roto el motor de su bólido.

Dos horas después de finalizar la carrera de ayer, el asturiano abandonaba el circuito. Iba feliz, con una sonrisa de oreja a oreja. Antes de la prueba se conformaba con acabar entre los ocho primeros y puntuar. Superó esas expectativas con creces. "Ser el quinto es mucho más de lo esperado", reconoció; "además, he vuelto a recuperar la tercera plaza de la clasificación general

[en la que sólo le superan al finlandés Kimi Raikkonen y el alemán Michael Schumacher] y eso es extraordinario. Toda la estrategia ha salido perfecta y en la última parada he podido incluso superar a Trulli y Coulthard".

Alonso corrió con una venda en su mano derecha. El sábado se le abrió la muñeca, algo que le ocurre de vez en cuando, y debió protegerse esa zona: "No me molestó durante la carrera pese a que en este circuito hay curvas de 180 grados, en las que el volante sólo se agarra con la mano derecha".

Buena parte de su éxito comenzó a labrarse en la salida, en la que logró adelantar a Barrichello y Coulthard. Pero Alonso intentaba quitarse méritos: "Sabemos que tenemos un control de salida formidable en el coche. Yo me limité a no echarme para atrás y a pisar a fondo por el hueco que encontré. Ha salido bordado".

Alonso disputó la prueba con un casco en el que había colocado una bandera de Asturias con la Cruz de la Victoria en su franja inferior. "Bonita, ¿eh? Y me ha traído suerte", comentaba mientras abandonaba, firmando autógrafos, un circuito "en el que correr es como ir en una montaña rusa", decía, y que agrandó más su fama. A unos metros, Briatore se despedía del corredor que ha llenado de júbilo a Renault, mientras hacía cábalas sobre el gran premio en el que Alonso entrará el primero en la meta.

Fernando Alonso, pensativo antes de la carrera.
Fernando Alonso, pensativo antes de la carrera.EFE

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