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Columna
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Consecuencias

La movilización de los votantes de izquierda con la apuesta múltiple de PSOE y EU por afear "el casamiento de El Escorial", "el gatillazo del decretazo", "el chapapote" y "la guerra" animó la del centro-derecha para afianzar al PP; incluso acabó decantando buena parte de la indecisión de centro hacia la fidelidad al PP. Las izquierdas recogieron demasiado poco para dar vuelcos, no suficiente para hacer creíble que estamos ante un cambio de signo político, y con notables sorpresas como para no olvidar que "la clave valenciana" y la local, unidas a la genérica ya citada fueron más determinantes que sus llamadas apocalípticas (especialmente las de EU) al cambio.

Por su parte, los partidos valencianistas, cumplieron, uno (UV), con la premisa del inexorable guión político que le lleva a desaparecer, y, el otro -con el fatum permanente de humillarse en la arena electoral autonómica mientras en apenas un tercio de los municipios del país obtiene una holgada renta municipal que, extrapolada a lo autonómico, le habría colocado en el parlamento-, traduce con expeditiva contundencia que su handicap reside en que no es percibido como un proyecto global, le aqueja un liderazgo más que mediocre negativo y no levanta ni suspicacias, ni pasiones en sus más directos competidores en la arena autonómica; lo que le convierte en un competidor atípico, prescindible y políticamente disuasivo.

El mapa político e institucional sitúa al PP en la necesidad de arbitrar un gobierno valenciano de corte progresista, dialogante y abierto para coadyuvar con su obra e imagen el reto de las próximas elecciones generales de la primavera del 2004, donde, aunque lejanos, los efectos de las líneas maestras de la política popular (española) se enfrentarán a una nutrida oposición que alcanza desde los nacionalismos catalán y vasco hasta EU.

Por su parte, el PSPV-PSOE, si sabe digerir que el contraste entre los índices de bienestar social y su apuesta por la negación de los aciertos del gobierno valenciano da como resultado la amalgama exitosa de incluso una parte del centro-izquierda con la derecha, y, además, busca la coherencia entre un programa realista y una oposición exenta de demagogia y autismo puede mantener abiertas las expectativas de alternativa para la próxima cita autonómica y local. Pero si se niega a reflexionar sobre la limitada renta que supuso fiar buena parte de su estrategia a adosarse a la aventura de la algarada, la crispación y el alejamiento del centro político (y no repasa resultados en algunos municipios muy representativos de su no tan lejano esplendor), puede caer en la trampa de seguir en la línea flamígera que se intuye como consecuencia de la lectura banal que la dirección del PSOE ha hecho de los resultados de municipales y autonómicas en el conjunto del Estado.

Finalmente, si EU olvida que buena parte del voto que le ha dado un respiro proviene del No-a-la-guerra joven y que mantener ese voto en la alforja depende de un atractivo que está más bien lejano para esa formación, en las próximas generales podría encontrarse con un nuevo suelo a la baja.

Con mejores datos que los provisionales, y después de averiguar cómo fue la escisión del voto, las transferencias dentro de los bloques de izquierda y derecha y entre ellos ,y, mediante matrices de transferencias de voto deducidas de solventes encuestas de exit-pool, quizás algunas de las afirmaciones que ofrezco más arriba encuentren su verdadero sentido y dimensión.

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