Entre el 'mestallazo' y la victoria demoscópica
Francisco Camps, candidato del Partido Popular, acudirá hoy a depositar su voto en las urnas con la tranquilidad de haber seguido el frenético ritmo de campaña que le ha impuesto su equipo para llegar a meta con la suficiente ventaja como para poder formar gobierno. El patrón de la escuadra popular, el presidente regional y ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, ha sido quien ha impartido las órdenes y ha asumido el protagonismo y el coste electoral, sea cual sea, de una campaña que ha tenido que moldear sobre la marcha tras un arranque fallido y unas previsiones que no siempre han coincidido con la realidad.
La campaña oficial se inició con la idea de reeditar el llenazo del mitin de Mestalla de 1996 por empeño personal de Eduardo Zaplana. Y las previsiones, pese a la importante afluencia de público y la presencia de José María Aznar, fracasaron para sorpresa de la cúpula valenciana del PP, que desde el segundo día de campaña acordó adecuar los escenarios a previsiones más reales de público y redoblar las tareas de movilización de militantes y simpatizantes.
Sin embargo, las líneas de trabajo ideadas inicialmente por el PP, tras el análisis de los últimos estudios demoscópicos y los posibles escenarios electorales se han mantenido: 1) Centrar el esfuerzo electoral en las circunscripciones de Valencia y Alicante. 2) Recordar insistentemente los logros de gestión de Eduardo Zaplana. 3) Centrar la imagen del PP en el ministro de Trabajo para aprovechar sus mayores índices de popularidad y conocimiento. 4) Reforzar la imagen valencianista de Camps en la circunscripción de Valencia para evitar fugas de voto hacia Unió Valenciana y ceder el protagonismo en la circunscripción de Alicante a Zaplana, cuya figura no despierta recelos en el sentimiento alicantinista.
El ecuador de la campaña -fecha límite para publicar sondeos- sirvió para cerrar las críticas por el pinchazo de Mestalla. A excepción de la encuesta del CIS, cuyo trabajo de campo había sido realizado en los peores días de la invasión de Irak, los trabajos demoscópicos de los medios de comunicación otorgaron amplias mayorías absolutas al PP en la Comunidad Valenciana. Las abultadas victorias demoscópicas no provocaron ni en el candidato ni en su equipo un ambiente de euforia. El propio Zaplana confesó que no creía en la asignación de escaños realizada por las firmas demoscópicas. La consecuencia fue, en cambio, la de otorgar mayor protagonismo a Camps en Valencia y a Zaplana en Alicante. A la vez que se realizaba un importante desembarco de ministros. Probablemente nadie podrá decir que el PP no se ha empleado a fondo en esta campaña, incluido Zaplana, que ha tenido que recordar muchas veces que él no es el candidato.
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