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VISTO / OÍDO
Columna
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Estoy en ello

Reflexionando, digo. Que es gerundio, se añade para indicar que se sabe que es forma verbal mal vista, pero que tiene fuerza total: de taco. Me cuesta trabajo: no soy reflexivo, sino impulsivo. Las reflexiones las tuve antes, cuando no se podía pensar al escribir, que es lo que gusta, y sólo había que censurarse (todavía, hoy...); y de aquellas reflexiones calladas vienen estos impulsos: nadie tiene escritura automática, sino que le viene de algo íntimo. Mi intuición femenina está elaborada antes, forma estalactitas y estalagmitas en mi interior, que suenan con el viento como un arpa eólica, que decía el pobre Buero. Pero la Ley me manda que reflexione, y estoy en ello. Así reflexiono: no creo en la Ley, no creo en el Estado de derecho, ni en la Constitución, ni en el Parlamento ni en los partidos (ah, obedezco todo; no me empapelen por desacato o me encarcelen por escéptico).

¡Es todo tan evidente! Existen, claro, porque sus muñecos hablan, dictan, mandan, castigan en sus nombres: y los juristas y los moralistas no cesan de discutir y arrojarse artículos de leyes y jurisprudencias. Hay muchos españoles que no leen periódicos (aproximadamente, la mitad) y eso les hace creer en todo. No es que los periódicos en elecciones callen (la ley no va con ellos en este día), pero traslucen, para un temperamento cargado de biografía trágica o, disimulemos, dramática, que lo que está pasando es un final más o menos grotesco de esta civilización: podrida en la política. En España, digo: en el mundo algunos países se adelantaron, como EE UU, que mata a los que creen en otras cosas y entrega cruces a los que mandan creer en ellos. Así reflexiono yo, y casi así hablaba Zaratustra. Y así votaba Zaratustra.

(Las cruces: un epigrama ilustraba mucho sobre ello: "En tiempos de las bárbaras naciones colgaban de la cruz a los ladrones. Mas ahora, en el siglo de las luces del pecho del ladrón cuelgan las cruces". Es una traducción del italiano Ugo Foscolo. ¡No había autocensura al empezar el XIX! Era autor de A Bonaparte liberatore).

(No, no recomiendo ningún voto. A cada uno su biografía, su encanto y su desencanto, su esperanza, o su idea de qué se puede hacer con esta civilización decadente, o contener su declinar y caer. Tengo derecho al secreto. Ah, el voto secreto es derecho, no obligación. Se protege a quien vota asustado en la democracia; hay presiones canallas del poder).

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