Sorenstam comienza con buena nota

La golfista sueca Anika Sorenstam, la primera jugadora en participar en un torneo de la PGA desde que en 1945 lo hiciera Babe Didrikson Zaharias en el Abierto de Los Ángeles, salvó la primera jornada del Bank of America Colonial con una magnífica nota. Firmó una tarjeta de 73 golpes, uno sobre el par, lo que permite augurar que hoy puede pasar el corte, que el año pasado se fijó en +3. De los 55 hombres que jugaron junto a Sorenstam en el recorrido de la mañana de ayer, 20 quedaron por debajo de ella.

Sorenstam, en un campo de 6.300 metros -medio kilómetro más largo que los del circuito femenino- y con la presión de todas las miradas, con cerca de 400 periodistas siguiendo cada uno de sus movimientos, comenzó con temple y golpeando la bola con seguridad. La sueca alcanzó casi siempre bien los greenes en ese primer tramo, no así en el segundo.

La jugadora empezó su recorrido al revés, saliendo desde el hoyo 18. Su primer y único birdie, que provocó una explosión de júbilo entre los presentes, se produjo en el hoyo 13, un par 3, que certificaba sus posibilidades, ya anunciadas en los entrenamientos previos.

Pero en el segundo tramo de la jornada, Sorenstan bajó su rendimiento. El putt le jugó alguna mala pasada y la escandinava no pudo continuar con su buena línea de juego. Logró solventar de forma más que decente la parte más temible del recorrido, la que forman los hoyos tres, cuatro y cinco, conocidos como la doble H, la horrible herradura, bautizada así por el giro que dibujan en un rincón del campo. Sólo tropezó en el hoyo cinco, donde hizo un bogey, como le había ocurrido anteriormente en el nueve.

"Ésta será mi ascensión al Everest", había declarado Sorenstam el día anterior a su estreno. Ayer, tras presentar su tarjeta, se mostró radiante: "He estado muy nerviosa durante todo el recorrido", declaró ante un multitud de periodistas; "lógicamente, estoy muy feliz con lo que he hecho".

La sueca, la número uno a nivel mundial en el golf femenino, vencedora de 43 torneos, dejó boquiabiertos a algunos de sus rivales. "Lo de Annika es alucinante. Es una máquina", declaró el norteamericano Aaron Barber, que añadió: "Pocas veces he jugado con alguien capaz de hacer 18 hoyos sin cometer un error".