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Reportaje:

El silencio y el espacio dialogan en Metrònom

Cuatro artistas que residen en Berlín presentan sugerentes instalaciones sonoras

Dos diálogos simultáneos, entre el silencio y el sonido y entre el espacio y la obra de arte, se dan cita hasta el 14 de junio en la Sala Metrònom. La exposición Al lado del silencio reúne cuatro instalaciones de arte sonoro realizadas por artistas residentes en Berlín, considerada la capital de esta forma de expresión: Rolf Julius, Ed Osborn, Ute Safrin y Akio Suzuki. "La actitud de los artistas me sugirió el tema de la exposición", explica la comisaria, Maija Julius. "El silencio es una tendencia diferente a las actitudes habituales en el arte contemporáneo, que tiene tendencia a hacer grandes obras mientras que en éstas hay una suerte de contención". Contención y cierto manimalismo que invita a la concentración.

Es lo que busca, por ejemplo, Rolf Julius, cuya obra -Balsa (rojo, negro)- se puede ver en la sala central de Metrònom en un espacio compartido con la obra del japonés Suzuki. Julius ha dispuesto sobre el suelo 16 cuadrados de cristal, bajo los cuales hay otros tantos altavoces que emiten sonidos muy leves de la naturaleza e instrumentales. Encima de los cristales, círculos de pigmento rojo y negro. "El color es el primer paso de la concentración por parte del espectador. A partir de ese primer impulso, éste puede empezar a escuchar", afirma el artista.

La obra de Suzuki, Eco, está colocada colgando del techo de la sala, volando por encima de la de Julius. Reproduce en cierta manera ese juego infantil que quería imitar un teléfono con dos vasos de plástico unidos por un hilo. En este caso, la tecnología es superior, claro. Son tres cables en forma de espiral que juegan con el sonido y lo transforman.

Safrin provoca un diálogo entre las dos salas simétricas Mat y Sequi de Metrònom. Lo hace con la instalación Para dos, formada por dos tubos construidos con diversos materiales que simulan continuidad entre las dos habitaciones. Un sonido recorre los tubos y parece que cruza, primero una sala y luego la otra, provocando una suerte de vibración. "Parto de los objetos, de su forma, color y capacidad acústica, y luego los integro en el espacio", explica la artista.

La obra de Osborn, Campo de voces, está en la sala Nil. Allí se han dispuesto cinco pies de micrófono encabezados por un pequeño altavoz cada uno. Un motor en la mitad de cada pie hace que vibren sucesivamente. Los sonidos que emiten los altavoces son conversaciones grabadas al azar y tratadas después con ordenador, de modo que las palabras no se reconozcan y se sucedan suavemente en un ruido continuo.

Metrònom es uno de los centros pioneros en las exposiciones de arte sonoro, una línea que ahora se complementa con su nueva orientación dedicada a la investigación de los puntos de contacto entre arte, ciencia y nuevas tecnologías.

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