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LOS DISCOS DE TU VIDA

'American pie', de Don McLean

Diego A. Manrique

American pie es el segundo disco de Don McLean y contiene dos de los mayores éxitos de este cantautor de Rochelle, en el Estado de Nueva York: Vincent, su homenaje a Van Gogh, y la propia American pie, gloriosa evocación de la epopeya del rock and roll, que no dejó de sonar en 1971 y 1972. EL PAÍS lo publica ahora en su colección Los discos de tu vida y se podrá adquirir en los quioscos, a partir de mañana y durante una semana, por 5,95 euros.

Nacido en 1945, Donald McLean vive con pasión los años de irrupción del rock and roll. Impedido de participar en actividades atléticas por el asma y otras dolencias, el joven Don pasa horas escuchando la radio. Así, el 4 de febrero de 1959 se entera de que el día anterior ha muerto uno de sus ídolos, el gran Buddy Holly, al estrellarse una avioneta alquilada en la que también viajaban dos compañeros de gira, The Big Bopper y el rockero chicano Richie Valens.

Dos años después, Don tiene que enfrentarse a una pérdida más cercana: muere su padre. Sus primeros pasos como cantante le llevan hacia el circuito del folk, entonces una música muy popular en ambientes universitarios y bohemios. Alternando los estudios con la interpretación del repertorio tradicional, McLean se profesionaliza en 1967. Ya con canciones propias, establece su base en Saratoga Springs, en el Estado de Nueva York. Designado oficialmente Trovador del Río Hudson, actúa en los pueblos ribereños. Y llama la atención del patriarca del folk estadounidense, Pete Seeger, que le invita a embarcarse en el Clearwater, un velero que recorre el mismo Hudson pero ahora denunciando la contaminación de aquellas aguas.

Tapestry, su primer elepé, sale en 1970 tras muchas frustraciones: McLean presume de que el disco fue rechazado por 34 compañías antes de encontrar acomodo en el diminuto sello Mediarts. Llama la atención de United Artists, cuyos directivos tienen fe en McLean y le sugieren grabar con excelentes músicos neoyorquinos: Mike Mainieri, Paul Griffin, David Spinoza. A mediados de 1971, se publica American pie, que se abre con la ambiciosa canción del mismo título, ocho minutos y treinta y seis segundos de imparable folk-rock.

Lo que parecía un suicidio comercial se convierte en un fenómeno cultural. American pie pulsa la fibra sentimental de la generación del rock: se trata de una parábola donde se habla, sin mencionar sus nombres, de Elvis Presley, Bob Dylan, los Byrds, los Beatles, los Rolling Stones y, desde luego, del accidente de Buddy Holly ("el día que la música murió"). Las emisoras se dividen: unas radian el tema completo, otras se conforman con la versión del single. Y se multiplican las exégesis de la letra, que enfrentan a los que sólo ven nostalgia y los que creen reconocer allí la expresión de la frustración ante la impotencia del rock para transformar la realidad y, lo más inmediato, detener la guerra en Vietnam (a la que McLean se refiere oblicuamente en otro corte del disco, The grave).

American pie contiene otro éxito, Vincent, un arrebatado himno a Vincent van Gogh, retratado como paradigma del artista incomprendido: "Y ahora creo que sé lo que intentabas decirme / y cómo sufriste por tu cordura / cómo intentaste liberarlos / ellos no escuchaban, todavía no escuchan / y tal vez nunca lo hagan". El propio Don sirve de inspiración para otra canción memorable: la vocalista Lori Lieberman le ve actuar y pide a sus productores, Charles Fox y Norman Gimbel, que escriban algo que refleje sus emociones, que ella resume como: "Me mata suavemente con su canción"; la pieza resultante, Killing me softly with his song, es inmortalizada por la versión de Roberta Flack.

Tras vender millones de copias de American pie, McLean reconduce su carrera. Su voz dulce no es adecuada para unos años en los que asciende el rock duro; sin embargo, sí sirve para recrear baladas como Crying, de Roy Orbison (que llega al número 1 en el Reino Unido en 1980). Don se aproxima regularmente al mundo del country, aunque sigue atado a American pie: cada cierto tiempo, la canción reaparece en las listas, en versiones contemporáneas.

Donald McLean, durante un concierto en Austin (Tejas) en 1999.

/ AP
Donald McLean, durante un concierto en Austin (Tejas) en 1999. / AP
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