"Mi leyenda depende de la memoria de la gente"
Hace un par de semanas, el viernes 2 de mayo, Severiano Ballesteros alteró a sabiendas su tarjeta. Fue durante la tercera jornada del Open de Italia, en Brescia. "Sacrilegio", gritaron los puristas; "una estupidez", dijo la mayoría. "Severiano está paranoico", se sentenció. "Nada de eso", dice el jugador cántabro, quizás el mejor golfista europeo de la historia, poseedor de un historial tan amplio en victorias como en actuaciones polémicas. "Fue un acto de rebeldía consciente contra una decisión injusta a todas luces. Forcé mi descalificación porque no acepté una sanción". Al día siguiente, Ballesteros (Pedreña, Cantabria, 1957) compareció ante la prensa para criticar con dureza inusitada a la dirección de la PGA Europea, la organizadora del circuito.
"Mi juego está en decadencia desde hace muchos años, y lo reconozco, y es lógico"
Severiano Ballesteros, ganador de cinco grandes (dos Masters y tres Open Británico), presentó ayer en Valencia la tercera edición del Seve Trophy, un torneo bienal con formato de Ryder Cup en el que se enfrentarán, en noviembre, en el campo de El Saler, los 10 mejores europeos continentales a los 10 mejores jugadores de las islas británicas e Irlanda. Su habitual tono sanguíneo se ha moderado después de pasar 10 días casi sin dormir y leyendo en la prensa británica críticas desde todos los ámbitos.
Pregunta. ¿Se le cruzaron los cables en Italia? ¿Es consciente de que perdió los papeles?
Respuesta. Fue una respuesta instantánea a una situación que vi injusta. Sentí como si me obligaran a bajarme los pantalones y siempre actúo como me enseñó mi padre, que me dijo que siempre había que luchar por la justicia y la libertad.
P. ¿Qué ocurrió en realidad?
R. El árbitro John Paramor tenía a su cargo los nueve segundos hoyos del campo, pero se presentó cronómetro en mano en el hoyo cuarto cuando mi partido iba ya con retraso porque mi compañero, el francés Gregory Havret, había caído en el agua en el segundo hoyo. Un retraso como el que llevábamos, del orden de 15 minutos, no se puede recuperar por mucho que aceleres. Además, yo fallé el green en el 11, el 12, el 13, el 14, el 15 y el 18. En el 14, un par 3 donde tenía 50 segundos en el tee para golpear la bola, Paramor me amonestó. Yo le dije que no estaba de acuerdo, pero que si me quería penalizar que me penalizara. Y llegó el 16. En el 15 había ido al búnker, y había raspado la bola. De eso me percaté cuando ya la había colocado en el tee del 16, con lo que la quité y puse otra. El tiempo que perdí en ese cambio lo tenía que haber descontado Paramor, pero éste no paró el cronómetro y me penalizó con un golpe. Y luego, Paramor entró en la caseta donde entregamos las tarjetas para estar seguro de que yo contaba el golpe de penalización. Antes que tragar esa injusticia preferí que me descalificaran.
P. Pero al día siguiente, cuando ya debería estar más frío, convocó una rueda de prensa y habló de que el circuito era una "mafia" y de que le perseguían a usted porque junto a Olazábal, Faldo y Langer había pedido una auditoría sobre la gestión del circuito...
R. Sí, quizás me pasé en las formas, pero sigo pensando que tengo toda la razón del mundo. Todo empezó con la auditoría, en la que sólo pedíamos transparencia.
P. ¿A qué se refiere?
R. Ken Schofield, el director de la PGA ha hecho cosas buenas, y lo reconozco, pero también otras no tan buenas, y también lo digo. Me refiero a que va contra las reglas que IMG, la empresa de producción televisiva, de representación de jugadores y demás, esté asociada al Tour. Los jugadores que no estamos en IMG estamos atados: no recibimos invitaciones para algunos torneos ni para exhibiciones, ni nos contratan para diseñar campos en los lugares que controlan. Yo he diseñado veintitantos campos en España, Estados Unidos, Japón y hasta en Irlanda, pero ninguno en Inglaterra, Escocia o Gales, porque todo lo que pasa por el Tour lo controla IMG.
P. ¿Proviene todo el enfrentamiento del hecho de que usted no quiere repartir con el Tour los derechos de televisión del Seve Trophy?
R. Claro que les gustaría que lo repartiera, pero creo que tengo derecho a estas migajas como mínimo premio a todo lo que he aportado al Tour en mis 30 años de profesional.
P. Schofield ha dicho que todo se debe a su frustración por llevar varios años jugando muy mal...
R. Pero yo digo que mi frustración se debe a la injusticia.
P. Sin embargo, Schofield tiene razón en que usted no da una...
R. Mi juego está en decadencia desde hace muchos años, y lo reconozco. Pero es una decadencia lógica porque es debida a la edad. Yo empecé muy joven, fui profesional a los 18 años, y es normal que me queme antes. No juego como a los 20 años y sé que nunca voy a jugar igual, pero el golf es mi profesión, es mi pasión y me gusta.
P. Muchos aficionados dicen que sufren al verle jugar mal, ¿por qué no se retira?
P. ¿Es consciente de que está destruyendo, quizás, su leyenda?
P. Algunos compañeros le han criticado. Pedraig Harrington le ha recomendado que se vaya a su casa y disfrute recordando todo lo bueno que ha hecho...
R. Yo disfruto más jugando al golf.
P. Y Langer, que es de su generación, ha dicho que él no dejaría a su hijo hacer lo que usted ha hecho. ¿Está dolido?
R. Langer ha sido injusto. Ha hablado en público sin conocer la situación y sin hablar conmigo. Es miembro del comité de jugadores que tiene que decidir sobre mi sanción por los hechos de Italia [el comité se reunió ayer en Hamburgo y al cierre de esta edición no se conocía su decisión] y me ha condenado antes del juicio. Esta conducta de alguien que estaba con los que nos llamaban los cuatro magníficos creo que se debe a que quiere normalizar sus relaciones con Schofield porque aspira a ser capitán del equipo de la Ryder Cup. Esto yo nunca se lo habría hecho.
P. Conociéndole a usted, más de uno piensa que si le sanciona el comité usted no pagará la multa, con lo que forzaría su expulsión del Tour. ¿Es así?
R. Si me ponen una multa, la pagaré.
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