_
_
_
_
PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES 25M | La opinión
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Todas y Todos

Juan Cruz

Ésa es una frase cegadora, la que sirve de pancarta a los candidatos socialistas. ¿Todos y Todas? ¿Alcaldes para Todos y Todas? ¿O Alcaldes y Alcaldesas para Todos y Todas? Con el debido respeto, ¿siempre será así? ¿Siempre habrá que decir Todos y Todas? ¿Ése será el sintagma con el que se abrirá cualquier intervención pública? ¿No habrá una alternativa intermedia? ¿Será común la duplicidad? ¿La falta de duplicidad será considerada siempre una falta de respeto? ¿Se difundirá tanto, esta duplicidad, que será aceptada por la Academia como inevitable, popular e incontrovertible, como los bluyines? ¿Diremos ya para siempre Todos y Todas? ¿Todas y Todos?

¿No será mejor decir Todas, por Todas Las Personas? ¿O Toda, por Toda La Gente? ¿Por qué tenemos que arrinconar el género que los agrupa a Todos y a Todas en un solo vocablo? ¿No podríamos ponernos de acuerdo para evitar la actual cacofonía? ¿O es la cacofonía el ritmo del presente? El comportamiento del hombre, en el mundo, y en nuestro mundo, ha sido deleznable, es verdad; pero ¿hay que resignarse a dividir los géneros porque uno de ellos sea responsable de un comportamiento abyecto?

En el debate del domingo entre Gallardón, Sabanés y Jiménez era evidente que venía mejor decir Todas, pues había más Todas que Todos. Pero ni el presentador dijo Todas. Aunque, bien visto, ¿por qué no tendría que decir Todas y Él? Los que diseñaron y aprobaron ese debate lo hicieron cegados por una supuesta evidencia: Gallardón parecía el jefe. Si no, ¿por qué estaba en el centro? En una delantera, e incluso en una defensa, el que manda está en el medio. Ronaldo manda más que Raúl, aunque esté más gordo. (Por cierto, o Gallardón está más grueso o la cámara lo ha agrandado). E incluso en los refranes latinos, al del medio se le concede la virtud. Pues Gallardón estaba allí, en medio, como en una cena de gala, flanqueado por mujeres. Ellas y Él, como en el principio de los tiempos.

Aunque Aznar, el jefe de Gallardón, hace rato que ya abandonó el centro, es obvio que ese partido popular sigue buscando el centro con uñas y dientes. Gallardón lo busca con mano de seda, y se lo dieron en bandeja de plata el domingo. ¡Servido por mujeres! ¿Por qué no sortean el sitio, como en los partidos de fútbol? A Gallardón le hubiera venido bien un lateral, hasta allí le centraron sus oponentes. Desde el centro -del debate- quiso derramar galanura sobre las dos mujeres que tenía a sus lados; a su izquierda tenía a Sabanés, que fue más de izquierdas que Trinidad -se puso al lado de las drogas blandas, eso es un punto-, pero él la colmó de piropos, para irse acercando, supongo. En eso no está de acuerdo con su jefe, parece, ni con la mujer de su jefe, que no es su jefa, sino que es Ana Botella. Su jefe habla hasta quedarse sin aliento de la coalición socialcomunista. ¡Qué pasada pesadez!

Gallardón es un hombre apuesto y educado; cuando Trinidad Jiménez le puso el plátano de la guerra, él trató de que resbalara ella, y ella a veces se dejó resbalar: esa manía que tiene la gente de ir con estadísticas ante los que mandan. Los que mandan son los que dominan las estadísticas, porque las mandan hacer. Y las hacen, y se las aprenden de memoria. Parecía que era un debate de reproches al alcalde, y a veces incluso ellas hicieron ironías sobre esa apariencia. Debía estar muy sorprendido Gallardón: aún no ha sido elegido. Según el juego democrático, Ellas están para que Él no salga elegido. Tendrían que hacerlo más explícito. Así será todo más interesante.

Lo que sobresale de estas cosas son las apariencias. Ya se ha comentado aquí, pero no me resisto: Sabanés empezó repeinándose a destiempo, y eso le quitó agallas, pero se recuperó pronto; terminó siempre con una sonrisa, y eso encantó al telespectador. A Gallardón debió darle apuro ver que, en efecto, tenía a su lado a alguien que conocía Madrid, y su Ayuntamiento.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Trinidad Jiménez entró a matar con todo, desde que empezó, sin despeinarse, y Gallardón se limitó a no mirarla. ¿Por qué no la miró? De cerca, la socialista tiene una mirada que desarma; él lo sabe, para algo son primos. Pero le enseñó demasiado aprisa todos los regalos, y su veneno, y el candidato popular se ha acostumbrado últimamente a que le riñan. Reaccionó como un caballero: ya le ha cogido el tranquillo a la bronca. No como su jefe, por cierto, que echó a los chicos de la pancarta del Che con una retahíla que le retrató: "Déjenlos salir tranquilos...", dijo primero, como si él mismo estuviera tranquilo, para gritar, de inmediato, como con otra voz: "¡¡¡Fuera!!!" Aznar a veces parece tres; ninguno está en el centro.

¿Y por qué son tan sosos los debates? ¿Por qué no se interrumpen entre Ellos y Ellas? ¿Por qué no hay un guirigay, como en los shows marcianos? Trinidad Jiménez quiso imponerse sobre la voz de Gallardón, pero era tan solemne la atmósfera, tan quieta, que daban ganas de tirar sal al televisor. Yo se la tiré, pero me vino devuelta con las fotos del día siguiente: ahí se les veía abrazarse y sonreírse. ¿Por qué al telespectador hay que dejarle en su casa con tanta sosería? ¿Qué pasa, tenemos que pensar que Todas y Todos no son gente que se ríe, se interrumpe y se insulta, como en los mítines? ¿O no hay pantalones que se suban y se bajen, y se pongan bien puestos? ¿No se caen mal?

Todos y Todas. Me quedé con la nostalgia de que se comportaran como los guiñoles del Plus, por lo menos un ratito. Aznar lo hace, y le sale muy bien (al menos, le sale muy bien la imitación de su propio guiñol del Plus).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_