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Reportaje:

Los izquierdistas del mitin de Aznar

La pareja que sacó una bandera del Che durante el discurso del presidente quería protestar por sus críticas a los comunistas

Él tiene el pelo largo. Ella, larguísimo. Los dos se definen como izquierdistas, aunque no militan en partido, sindicato u organización estudiantil alguna. Dicen que porque no les gusta que nadie les dirija. Jéssica Domínguez García e Ignacio Wilson Pina son los jóvenes que el domingo se atrevieron a sacar una bandera con la imagen del Che en pleno mitin del PP en Málaga, mientras hablaba el presidente del Gobierno, José María Aznar. "Sólo pensábamos desplegarla si se metía con los comunistas", aclara Jéssica. Y como lo hizo, cumplieron su pacto. Un pacto entre ellos dos, que son pareja y que comenzaron a pergeñar el viernes tras escuchar la propaganda que hacía un vehículo por toda la ciudad.

El objetivo era expresar su posición crítica a que los populares utilicen la palabra comunista con sentido peyorativo. "Como un insulto", resumen. Ellos defienden un comunismo democrático, "no el de Fidel Castro que fusila gente porque no piensa como él". Así que por 6,50 euros compraron una bandera con el rostro del revolucionario argentino y se fueron para el mitin vestidos más formalitos que de costumbre. "La bandera era del Che porque teníamos que enarbolar un símbolo", explica Jéssica, malagueña, de 24 años, que cursa 3º de Filosofía y trabaja como administrativa.

Al llegar al polideportivo de Ciudad Jardín, cuentan que los organizadores los ubicaron en sitio preferente para salir detrás del presidente. "Las juventudes del Gobierno nos invitaron a sentarnos junto a ellos porque, según la chavala de la organización, nosotros éramos la imagen que querían dar", afirma Jéssica. Le entregaron banderitas del PP y empezó el mitin. Durante más de una hora escucharon una intervención detrás de otra, hasta que al final del discurso de Aznar sacaron la bandera. "Dejadles salir tranquilos", pidió el presidente. La multitud les abucheó. Yéssica asegura que recibió tirones de pelo y empujones. Ignacio, que le dieron alguna patada y que el guardia de turno le retorció los brazos sobre la espalda. Dicen también que le espetaron que se fueran a Cuba. Tras desalojarlos, los llevaron a comisaría, les tomaron el DNI y le preguntaron si querían presentar denuncia. No lo hicieron.

Desconocen si la Subdelegación del Gobierno actuará contra ellos por alterar el orden público. Sólo saben que en el desalojo les arrebataron la imagen del Che. Ignacio -de 20 años, compañero de curso de Jéssica, malagueño como ella y que se gana la vida arreglando fachadas-reconoce que fue una provocación: "Pero una provocación democrática, para llamar la atención porque la gente se ha echado a la calle contra la guerra en Irak, contra la LOU y no la han escuchado".

Ellos -que no se han perdido casi ninguna manifestación contra el Gobierno y que reivindican la movilización frente a la pasividad del voto cada cuatro años- no ocultan su escepticismo. "Sí, hay libertad para manifestarse, pero te movilizas y no te hacen caso", dice Ignacio, que aún así sostiene que no hay que quedarse callado ni parado.

Confiesan que durante su desalojo lo pasaron fatal, pero afirman que lo volverían a hacer "porque la izquierda es la política del sentido común". Insisten en que no se les clasifique como comunistas porque son de izquierdas, así, sin más encasillamientos. Y creen que está bien el acoso a las dictaduras [en alusión a las críticas de Aznar a Cuba], pero que "hay democracias que también hacen barbaridades, como Estados Unidos".

Politizados como se les ve, apenas si han ejercido el derecho al sufragio. Ella, una vez. Él, nunca. Y no sueltan a quién votarán el próximo 25 de mayo. Jéssica solamente se limita a refutar con ironía las etiquetas que se le ponen a la juventud: "Si nos movilizamos somos radicales y si no nos movemos, somos los jóvenes pasivos del botellón".

Los dos coinciden en que seguirán yendo por libres porque no encuentran ninguna organización que les represente y se muestran a favor de una democracia participativa y casi utópica. "Los de IU deberían ir a los mítines del PP y los del PP a los mítines de IU", defiende ella y él sugiere que la gente no pase de los políticos y vaya a escuchar diferentes propuestas antes de votar.

Vestido de vaqueros, él; con pantalones estilo hippie, ella; posan en el parque malagueño para la foto. "Parecen las de boda", comenta él en alusión a las parejas que tras el enlace se retratan en el lugar. Ellos son difíciles de imaginar encorsetados en traje y vestido de novia. Casi al final, Jéssica justifica su participación en las movilizaciones contra la Ley de Ordenación Universitaria (LOU), denostadas por Aznar: "Su hijo estudia en Estados Unidos, pero yo quiero estudiar aquí".

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