Alcalde con la venia de su padre
Fondón rememora el relevo de su regidor más querido, Elías Fresneda (AP), por su hijo Joaquín (PSOE), primer edil desde 1987
El mismo día que Elías Fresneda fue nombrado alcalde de Fondón, un municipio ubicado en pleno corazón de la Alpujarra almeriense, éste decidió solicitar audiencia en el Gobierno Civil. Corría el año 1983, justo cuando se iniciaba el segundo mandato en los Ayuntamientos desde el inicio de la democracia. "Vengo a saludarle a usted y a decirle que estoy a sus órdenes. Que intentaré evitarle papeletas y que usted representa al gobierno de la nación en Almería", espetó Elías Fresneda, con 59 años en aquel momento, al gobernador civil de la provincia, el socialista Tomás Azorín. Fresneda se estrenaba como alcalde después de haber ejercido como concejal durante el Régimen franquista desde que cumplió los 16.
"Yo fui de Alianza Popular (AP) porque en aquellos años el gobernador civil ponía y quitaba alcaldes cada semana. Como yo era exportador de frutas y tenía medios económicos, llevaba en mi coche a todos los alcaldes de la zona y a quien lo necesitaba. Me tenían un poco como el chico de los recados. En aquel entonces yo trabajaba los mercados de Barcelona, Sevilla y Madrid y era concejal", rememora Elías a sus 80 años. Con la vida más que resuelta como empresario y hombre del campo para sacar adelante a su esposa y sus seis hijos, le llegó la invitación a presentarse como alcalde de Fondón por Alianza Popular, el partido que fundó Manuel Fraga Iribarne, del que surgiría el actual PP.
El trabajo y la dedicación que este hombre octogenario hizo en aquellos cuatro años se recuerda entre los vecinos con nostalgia. "Elías era bastante sociable, muy afable y muy conversador. Pienso que fue un buen alcalde en términos generales", opina José Rodríguez, concejal en la oposición a Fresneda en aquellos años por el PSOE.
El ex alcalde recuerda sus años como mandatario "haciendo lo que tenía que hacer", aunque su gobierno acaparara protagonismo en diversos campos que hoy se tornan impensables. "Yo ayudaba a la gente. En el pueblo era el alcalde, el policía y también el juez. Yo daba la cara, como aquella vez en la que el pueblo se me levantó porque querían linchar a un gitanillo que había robado las joyas de la iglesia. Llamé a la Guardia Civil y vinieron tres furgones hasta que la cosa se apaciguó", describe.
Fondón, que superaba el millar de habitantes en los 80, contaba con ocho millones de pesetas de presupuesto que, en más de una ocasión, no llegaba para pagar los sueldos del secretario y el alguacil que trabajaban en su Ayuntamiento: "Cuando venían los recibos de Sevillana no había para pagar a ninguno de los dos. Entonces cogía un talón de mi cuenta en el Banesto y se lo daba. Luego yo me iba haciendo de las cantidades cuando el Ayuntamiento se apercibía de más dinero".
Para sorpresa de los vecinos y, a pesar de su aplaudida gestión, la persona encargada de relevar a Elías Fresneda de la alcaldía en las elecciones de 1987 fue su propio hijo, Joaquín Fresneda, pero bajo las siglas del PSOE. El todavía alcalde desde aquel año explica el pacto acordado con su progenitor: "Él ya tenía 65 años y vinieron de AP a proponerme a mí como candidato. Les contesté que no, por convicción propia, pero le dije a mi padre que si él se presentaba yo no lo haría. Me presenté con los socialistas por el cambio generacional, aunque lo hice como independiente", explica Joaquín.
Con 29 años, el joven Fresneda tomó las riendas de un municipio que necesitaba infraestructuras y "sabia nueva". Solucionó el grave problema del agua, que se cortaba diariamente de 15.00 a 19.00 mientras los depósitos que abastecían al pueblo se recargaban; instaló el alcantarillado y una red de abastecimiento. El relevo generacional y político se recuerda hoy en Fondón como anécdota de las circunstancias de una época que sus vecinos han sabido comprender, empezando por su ex alcalde. "Mi hijo sabe de sobra que si yo no le hubiera dado paso, no le habrían votado. Pero lo ha hecho bien. Yo, desde la primera vez, le he votado siempre. Cuando la sangre corre, es así", remacha don Elías.
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