Iñaki, Epi y otros
Antes que nada, la más sincera enhorabuena. A jugadores, técnicos, Salvador Alemany como personaje imprescindible y a toda la afición, que también ha jugado estos días. Con este título se salda una deuda histórica no exenta de su dosis de injusticia. Porque hay que considerar como tal el hecho de que hasta ayer el Barcelona no tuviese en sus vitrinas el máximo galardón continental. La plantilla que tocó el cielo en el Sant Jordi se ha ganado su lugar en la historia, pero dado que van a contar con su dosis de gloria, agasajos y homenajes, es de recibo abrir un hueco para recordar a unos cuantos personajes que no tuvieron la oportunidad, el acierto, la suerte, o todo a la vez, para haber vivido con anterioridad este momento mágico. Las cosas no ocurren porque sí y las casualidades existen, pero menos. El porqué del éxito en esta edición hay que buscarlo años atrás, cuando una generación extraordinaria puso cerco al hasta entonces habitual dominio del Real Madrid. De la mano de Solozábal (Iñaki para nosotros), Epi, Sibilio o De la Cruz, con las enseñanzas de veteranos como López Abril o Manolo Flores, el Barcelona comenzó a forjar una sección con vocación de triunfo, una afición entusiasta y una lugar sólido y preferente dentro de un club de fútbol. A diferencia de sus rivales madrileños, este interés no ha decaído nunca, lo que le ha llevado a no sufrir grandes altibajos, a situarse siempre en primera línea, a no decaer en su intención de alcanzar lo que ayer por fin se logró. Iñaki, Epi, Chicho, Juanito, Norris, Jiménez y otros no pudieron jugar ayer, pero un trozo de ese trofeo sin duda les pertenece. Han sido ídolos de muchos jugadores posteriores a los que convencieron que el baloncesto era su deporte y de miles de espectadores que lo incluyeron como una de sus aficiones favoritas. Más de un directivo se persuadió observando su impacto social, que no sólo de fútbol vive una entidad de la envergadura e idiosincrasia del Barcelona. Ellos llegaron a un club con complejo blanco y lo convirtieron en una sección ganadora. Cierto que chocaron una y otra vez con un trofeo maldito, pero incluso estos reveses contribuyeron a forjar un compromiso del club, obligado por la historia y por su gente a la búsqueda constante de un objetivo que un domingo de mayo se hizo realidad para satisfacción y alivio de muchísima gente. La historia no acabó ayer. Nadie sabe por dónde nos llevará. Pero lo que sí conocemos es dónde se inició este camino. Fue con los pases en contraataque de Solozábal, los tiros a la tabla de Epi, los triples imposibles de Chicho, las fintas de De la Cruz, la fortaleza infranqueable de Audi Norris, las bandejas de Flores o las tácticas (tantas veces incomprendidas) de Aíto García Reneses. El Barça de baloncesto es campeón de Europa, y ellos son y serán el Barça.
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