El Gobierno francés anuncia "decenas de casos humanos" del mal de las 'vacas locas'
Jacques Chirac exige que se prohíba inmediatamente el uso de harinas de origen animal
El tercer caso francés de la versión humana del mal de las vacas locas, o nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jacob, ha levantado una ola de pánico en el país y ha desatado una crisis política en París. La secretaria de Estado para la Salud, Dominique Gillot, aseguró ayer que "hay que estar preparados para ver cómo la enfermedad afecta a decenas de personas". El presidente Jacques Chirac reclamó poco después "la suspensión de la utilización de harinas de origen animal". El temor a la enfermedad ha provocado ya que el consumo de carne de vacuno disminuya un 37%.
Los ayuntamientos de varias ciudades -entre ellos los de Burdeos, Marsella, Toulouse, Grenoble, Dijon y algunos distritos de París- han prohibido que se sirva carne de vacuno en sus comedores escolares. La oposición ha reclamado una comisión de investigación parlamentaria. El líder alternativo José Bové cree estar ante un fenómeno "más grave que el del escándalo de la sangre contaminada", y el principal sindicato agrario (FNSEA) admite que "existe una psicosis que hace imposible gestionar la crisis". Los científicos consideran probable que la enfermedad se transmita a través de la ingestión de carne de animales alimentados con harinas de origen animal y portadoras del prión que desencadena la encefalopatía espongiforme. Gillot admitió ayer: "No puedo decir que no haya razones para la inquietud . El prión es un agente infeccioso temible del que no conocemos todos los modos de transmisión, y contra el que no disponemos de tratamiento". Las palabras de la secretaria de Estado fueron seguidas de una declaración solemne del presidente Jacques Chirac que reclamaba "la suspensión de la utilización de harinas de origen animal" al tiempo que pedía que se efectuaran tests sobre todo el ganado vacuno, en nombre "no de un imposible riesgo cero, sino de un riesgo mínimo". El primer ministro, Lionel Jospin, le respondió irritado desde la Asamblea Nacional que "el Gobierno estudia esa prohibición", pero que, aunque no quiere decretarla "con retraso", antes quiere asegurarse de que la decisión "sea aplicable". La fórmula responde a un enfrentamiento previo entre Jospin y Chirac, cuando el segundo exigió la generalización de los tests sobre más de cinco millones de animales sin tener en cuenta que dichos tests sólo son fiables en animales que ya presentan los síntomas de la enfermedad.
Demanda demagógica
Jospin cree que la demanda del presidente es demagógica, porque no tiene en cuenta los problemas que plantea sustituir de golpe las 435.000 toneladas de harinas animales que sirven para alimentar cerdos, pescados y aves, el 10% de ingresos que perderían los ganaderos que venden los despojos y las carcasas de sus animales, ni las 570.000 toneladas suplementarias de dichos despojos que habría que incinerar. En cualquier caso, el ministro de Economia, Laurent Fabius, que se vio envuelto en su día en el caso de las transfusiones de sangre contaminada, ha dicho que él cree que "hay suficientes indicios de peligro como para no perder el tiempo. Hay que ir deprisa". En Francia las harinas animales están prohibidas como alimento de rumiantes desde 1990, pero se sabe que algunos ganaderos galos han seguido aprovisionándose, a través de Bélgica y el Reino Unido, aprovechando la caída de los precios del producto en las islas desde que fuera prohibido allí en 1988. En total se han importado, de manera irregular, no menos de 1.200 toneladas de las citadas harinas.
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