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La muerte de una profesora revela la precariedad de los itinerantes

La muerte de la profesora itinerante Gema Villarroya en el Camí de la Canà, donde su coche fue el miércoles arrastrado por un torrente de agua al paso por una rambla, ha desatado todo tipo de críticas, además del dolor en los municipios en los que impartía clases.

Los sindicatos STEPV, CC OO y UGT han denunciado la precariedad de las condiciones en las que los profesores itinerantes desarrollan su labor en los municipios que no cuentan con colegios completos. Así, un solo maestro especialista, en el caso de Villarroya de Pedagogía Terapéutica, ha de desplazarse de un municipio a otro con el fin de posibilitar cursos completos. Estos maestros no cuentan con ningún tipo de seguro especial y, tal como señaló ayer el portavoz del STEPV, Manel Collado, "ponen su tiempo y su vehículo a disposición de la Administración". Los itinerantes únicamente cobran el kilometraje, 25 pesetas por kilómetro, que según coinciden todos los sindicatos "se paga tarde y mal". Tal como indicó Collado, "en muchos casos es el colegio el que ha de adelantar el dinero que la Consejería de Educación no paga a tiempo". El portavoz del Fete-UGT, Laureà Puig, recordó ayer que se trata de plazas voluntarias, ya que ningún profesor quiere acceder a una plaza con estas condiciones. Además, el sindicato ha solicitado, en más de una ocasión que la Generalitat, al menos, se haga cargo del seguro del coche. Xelo Valls, de CC OO, reclamó que se otorguen créditos blandos para la adquisición de vehículos en condiciones.

El camino de la Canà, donde murió la profesora al ser arrastrado su coche por una barrancada de agua, es un camino rural utilizado como carretera. Por él transitan cientos de vehículos, incluidos camiones, pese a su mal estado y a que el río lo cruza hasta en tres ocasiones. Se trata de una de las vías de comunicación más transitadas de la comarca de Els Ports y en los últimos meses ha sufrido graves destrozos debido al paso diario de vehículos de gran tonelaje, procedentes de las minas de Teruel y con destino a las empresas cerámicas castellonenses, mientras se realizaban las obras de la carretera comarcal Morella-Zorita. Esta situación ha provocado la continua queja de los vecinos hasta el punto de que, el pasado mes de septiembre, más de un millar de personas de la comarca acudió a la capital de La Plana para, en una manifestación, exigir la adecuación del camino.

Según Antoni Albalat, alcalde de Cinctorres, uno de los municipios afectados por el vial y en los que impartía clases Gema Villaroya, el lugar del accidente tiene desde hace meses taponados sus desagües.

El socialista Albalat lamentó la falta de respuestas por parte de la Diputación ante el deterioro del camino. Según indicó, el bacheado al que se ha sometido el firme del camino ha sido costeado por la Consejería de Agricultura y por el propio Ayuntamiento de Cinctorres que, según su alcalde, "ha de asumir pequeños arreglos porque la situación es muy grave".

Por su parte, el alcalde de Morella, Ximo Puig, señaló también al PP como responsable de la situación en la que se encuentra el camino. "El programa del PP de las pasadas elecciones incluía la conversión del camino en carretera y no han hecho nada", señaló ayer. Además, Puig acusó a la diputación de "no hacer nada cuando los ayuntamientos, realmente la necesitan y, en cambio, atribuirse competencias que le son ajenas". El presidente de la Diputación, Carlos Fabra, manifestó que "querer aprovechar un hecho tan lamentable como éste es de tener muy poca vergüenza". Fabra dijo que el camino pertenece a tres municipios y que la Diputación ha encargado ya la redacción del proyecto de lo que será la nueva carretera.

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Medios y coordinación

Las críticas llegaron ayer también para los medios de rescate. Además de a falta de coordinación, los vecinos han criticado que los equipos de emergencias desplazados al lugar del suceso permanecieron en el lugar desde alrededor de las once de la mañana, aunque hasta las cinco de la tarde no se puso en marcha el dispositivo definitivo para sacar el coche del barranco y comprobar que la profesora no se encontraba dentro. Minutos después, su cadáver fue hallado a unos kilómetros. En cualquier caso, un multitudinario funeral despidió ayer tarde en Vilafranca a Gemma Villarroya, de 36 años.

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