Alí verá la nieve
Ibrahim Alí Suza, un kurdo iraquí de 66 años, ha trabajado la mitad de su vida como "hombre orquesta" en la Embajada de Suecia en Bagdad. Y pese a que ésta ha permanecido cerrada desde 1990, cuando la invasión de Irak a Kuwait, Alí ha permanecido en su puesto como único garante de la seguridad del local. Cuando tras la reciente caída del gobierno de Sadam Husein se instaló el caos y el pillaje en Bagdad, la corta figura de Alí adquirió una importancia inesperada. Provisto de siete Kaláshnikov, "uno en cada esquina de la casa" según contó, Alí se dispuso a evitar que la embajada corriera la misma suerte de ser saqueada que padecieron otras representaciones diplomáticas. Alí cuenta que, sobre todo por la noche, cuando escuchaba que los ladrones se acercaban, disparaba al aire, aunque estaba dispuesto a tirar "al bulto" si las circunstancias lo exigían. Cuando pudo contactar con sus empleadores del ministerio de Asuntos Exteriores en Estocolmo, sólo pidió si podían enviar a alguien de refuerzo para poder dormir alguna noche. El gesto de Alí, que con riesgo de su vida preservó los bienes de la embajada pese a que se le había pedido que la abandonara, ha sido apreciado por el Gobierno sueco. "Estamos profundamente agradecidos por su contribución", manifestó Nina Ersman, jefa del servicio de prensa del ministerio, agregando que "daremos un testimonio de ello". Por de pronto, Alí será invitado a visitar Suecia, algo que declaró "me hace mucha ilusión". Y como hombre que vivió su vida en el desierto, agregó: "Me gustaría mucho ver la nieve sueca". Un paisaje que, incluso en verano, no le resultará imposible poder contemplar.
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