Penitentes en Els Ports
Miles de personas participan en las romerías y rogativas que recorren la comarca
Miles de personas de los pueblos de Els Ports participan este primer fin de semana de mayo en romerías o rogativas y en la celebración, en cruces de término y peirons, del reparto de rotllos i primes, panes benditos realizados con base de pasta dura amasada con anises y aguardiente y de curiosos diseños. La bendición de la tierra para pedir que la climatología sea beneficiosa con las cosechas es la ceremonia central que el sacerdote realiza mojando romero en agua bendita y dirigiéndose desde las montañas a los cuatro puntos cardinales. Estas tradiciones, que copan el calendario de mayo festejando la llegada de la primavera, son votos o promesas que se han ido transmitiendo de generación en generación desde hace siglos.
Los participantes cumplen promesas de sus antepasados con santos y vírgenes
Las citas más destacadas este fin de semana son la rogativa de Morella, donde participan más de 2.000 personas y la romería de Catí hasta la ermita gótica de Sant Pere de Castellfort, construida a 1.282 metros de altitud en el siglo XIII. La de Catí es una de las celebraciones más antiguas y hermosas de la comarca, con un recorrido que atraviesa las montañas de Els Ports repostando en masías y parajes de gran atractivo. Los romeros de Catí, ataviados con barretines y capas negras recorren con gran devoción el camino, participando también numerosas caballerías. La salida se inició a las ocho de la mañana del sábado y por la tarde conquistaron la cima de Sant Pere, donde cuatro enormes calderos cocinaron sobre la lumbre un suculento guiso de alubias y arroz para los romeros. El regreso y llegada a Catí, tras pernoctar en Castellfort, está prevista para esta tarde del domingo con una emotiva procesión.
Tanto Catí como Morella vienen realizando estas romerías desde el siglo XIII, cumpliendo promesas que adquirieron sus antepasados con santos y vírgenes. En el caso de Catí una fuerte sequía convocó a los vecinos hace 700 años a dirigirse a Sant Pere de Castellfort, y a su regreso el cielo respondió con lluvia. En Morella, la Virgen de Vallivana, trasladada a la ciudad, sanó a la población de una plaga de peste en 1478. Los Jurados acordaron el voto de visitar a la santa en su ermita, origen de las fiestas del Sexenio, ya que cada seis años la imagen de Vallivana es trasladada a pie hasta la Iglesia Arcipestral. La tradición se mantiene con gran devoción y fidelidad y, desde entonces, la población morellana camina cada año hasta el Santuario de Vallivana, a 25 kilómetros de la ciudad. Ayer sábado miles de personas descendieron hasta el paraje y hoy por la mañana emprenden el recorrido de regreso a Morella. Los romeros morellanos se acompañan de sombreros negros, bastones y ramas de romero, realizando tradicionales paradas en los montes de Vallivana.
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