"Trabajé de albañil para ayudar a mi padre"

"¡Bravo capitano!". Es sábado, mañana del 29 de marzo. Una pareja de novios que acude al entrenamiento del Inter jalea las acciones de Javier Zanetti. Se van a casar el 4 del 4 en honor al dorsal de su ídolo. El capitán argentino del Inter, de 29 años, se ha ganado el cariño de los hinchas en sus ocho años en el club.

Pregunta. En Italia, donde el balón quema en los pies, usted lo conduce más allá de lo prudente.

Respuesta. Sí, cuando llegué aquí, con 21 años, el salto fue enorme. Acá hacen todo muy rápido. Trabajan, salen, van a casa, comen rápido, en media hora, no tienen un segundo de tranquilidad, de paz. Acostumbrarme a ello, me costó. En el fútbol lo mismo. A mí, que me gusta jugar la pelota y conducirla mucho, siempre me pedían eso: más rápido. Pero, al final, gané yo.

P. No dio el salto a Europa desde uno de los grandes clubes argentinos, como es habitual, sino del pequeño Banfield.

R. Unos señores que trabajaban para el Inter fueron a ver a Rambert y a Ortega en un partido de la selección, pero le dijeron a Moratti que me fichara a mí.

P. Usted procede de un barrio portuario de Buenos Aires.

R. El Dock Sud, cerca de la cancha de Boca Juniors. Fue una infancia bárbara, trabajando con mi padre, ayudándolo en su oficio de albañil a hacer casas. Jugué en divisiones inferiores en Independiente. Trabajaba, estudiaba y jugaba porque mi papá necesitaba ayuda. Pero fue una satisfacción enorme. Después, a los 14 años, ya tomé el fútbol más en serio. Eso me hizo crecer mucho y valorar un montón de cosas.

P. ¿Desde cuándo es capitán?

R. Desde hace cuatro años. Estábamos Ronaldo y yo, él se lesionó y, cuando volvió, decidió que yo siguiera de capitán. Siento orgullo al mirar a los otros capitanes de la historia del club: Bergomi, Facchetti... Ronaldo es muy buen compañero y me dolió mucho que se haya sido así. ¿Si fue desagradecido? Dolió mucho la manera en que se fue.

P. En el Inter ha vivido la final de la Copa de la UEFA de 1998, en la que marcó uno de los tres goles al Lazio. Pero también el infierno de hace dos años, cuando un aficionado incendió el autobús en el que viajaban.

R. Fue un loco al que se le ocurrió tirar una bomba. Se habían comprado muchos jugadores que no rindieron según las expectativas. Pero para mí ése no fue el peor momento, sino cuando perdimos el campeonato en la última fecha del pasado curso. Fue un dolor tremendo porque hace muchos años que el Inter no gana el scudetto [14].

R. Se esperaba mucho de él, pero es un técnico con un gran carácter y a veces puede chocar. Es más duro que Cúper.

P. ¿Qué frustró su fichaje por el Madrid hace dos años?

R. Que mucha gente que no tenía nada que ver se metió tratando de, vendiéndome a mí, traer jugadores suyos al Inter. Pasa mucho en el fútbol.

P. Su referencia ha sido el alemán Matthäus.

R. Sí, y en Argentina, Héctor Enrique, campeón del Mundo en 1986. Soy un poco diesel, tengo mucho aguante. Pero me hubiera gustado ser mejor en el golpeo de cabeza y hacer más goles.

P. ¿Por qué Cúper siempre tiene problemas con las estrellas?

R. Porque él quiere las cosas igual para todos: algunos las entienden y otros no.

P. El Valencia y el Inter ya jugaron en Mestalla el año pasado, ¿qué cambia?

R. Va a ser muy distinto. El año pasado tuvimos suerte. El Valencia sigue manteniendo la misma solidaridad. Tiene al mejor defensa del mundo: Ayala. Y Aimar es su jugador clave: cuando menos te lo esperas, aparece. Pero nosotros tenemos más serenidad.

P. El año pasado le dieron el premio Fair Play.

R. Trato de ser correcto en este fútbol cada vez más duro.

P. ¿En qué consiste la fundación humanitaria que creó el año pasado en Argentina?

R. Damos asistencia a los chicos más necesitados del barrio de Lanús. Empezamos con 40 chicos, ahora tenemos 70 y hay un proyecto para 150.