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Espejismos electorales

El genial Xavier Bru de Sala sostiene que "nunca le ha tocado a ningún partido de izquierdas ser el uno contra el que van todos los demás. El papel de malo en exclusiva le ha tocado en general al PP...". Y tiene razón. En especial cuando la afición por la política exterior renueva el semblante de la oposición, del PSOE y de IU, pues despedazar la política exterior de Aznar en tiempos de guerra puede ser fácil y hasta populista, aunque del primer partido de la oposición cabría esperar una argumentación más sólida que atribuirle a Aznar la condición de "chico de los cafés" de Bush. Sobre todo porque detrás de las andanadas propulsadas por las baterías pacifistas se adivina un cierto oportunismo electoral; un paralelismo con aquel PSOE de Felipe González que redujo a cenizas a la UCD.

En el PSOE se vive aún de un imaginario de política exterior que eleva a González a la condición de padre refundador de la Unión Europea. Fotos color sepia de los tiempos en que viajaba acompañado por Delors, Mitterrand, Craxi o Andreotti... En los fuegos de campamento socialistas se recuerda cómo Felipe ya profetizó en la campaña electoral de 1996 que el neófito Aznar "nunca estaría entre los grandes de la UE" y que "todos, en la UE, temían su llegada al poder". "¿Se imaginan ustedes al señor Aznar presidiendo un Consejo Europeo con los otros 14 mandatarios?", se preguntaba González hace siete años. Pues bien, a Aznar no sólo hay que reconocerle que lo presidió, sino que controló la Internacional Democristiana y se ganó la confianza del Grupo de Vilna. Ha jugado muy fuerte en política exterior y ha sabido sacarle rentabilidad al voto en el Consejo de Seguridad a partir del 1 de enero de este año. Una jugada que bien vale una foto en las Azores. Una foto en la que el eje franco-alemán probablemente hubiera dado codazos por aparecer, si a Chirac no le hubieran sido tan pesados la sombra de DeGaulle... y los contratos/créditos firmados con Sadam.

Por ese camino poca rentabilidad electoral sacará el PSOE el 25-M en las elecciones autonómicas y municipales. ¿Contradice este aserto lo que puedan decir los sondeos preelectorales? Depende de cómo se lean. Dos son los últimos sondeos publicados en España que miden las intenciones y actitudes de los llamados a las urnas el 25-M: los publicados hace quince días en EL PAÍS y en El Mundo. Realizados con posterioridad al 20-M, cuando se produjo la máxima atención mediática hacia la terminada guerra de Irak. Una guerra que rechazó más de las cuatro quintas partes del electorado español, según el CIS. Por tanto, hay que aceptar que ambas investigaciones se realizaron en un momento en que el estado de la opinión pública mostraba un alto nivel de excitación. Sin embargo, merecen ser destacados algunos resultados.

Tanto en una encuesta como en la otra, la estimación de voto del PSOE es superior a la del PP, oscilando la distancia entre los 6 puntos porcentuales que ofrece EL PAÍS y los 2,1 puntos de El Mundo. Sorprende esta diferencia en las estimaciones del diferencial de voto, que supera el 300% en los dos trabajos -ambos, con el mismo método y el mismo tamaño de la muestra-, lo que nos ha de llevar a aceptar que la diferencia real ha de estar en el punto intermedio, ligeramente superior al error muestral.

El resto de partidos no muestra cambios significativos, siendo IU quien parece más beneficiado de la movilización social contra la guerra de Irak, situándose, sin embargo en el 6,2% del voto, 4 décimas por debajo de lo que consiguió en 2000. CiU y PNV con electorados más estables, apenas experimentan cambios en sus resultados.

Por lo que respecta a la evolución en la estimación del voto, en EL PAÍS, se observa una inversión en los porcentajes desde septiembre de 2002: lo que gana el PSOE lo va perdiendo el PP en una tendencia a término medio. No obstante, hay algunos datos que cuestionan esa percepción. Por ejemplo, en El Mundo la inversión en las respectivas estimaciones se produce a partir del mes de febrero pasado, lo cual parece más el resultado del estado coyuntural de la opinión pública que la consecuencia de una tendencia a medio plazo. También, si se comparan los resultados de las elecciones generales de 2000, en las que el PP aventajó al PSOE en 10,4 puntos, con la estimación de marzo, parece evidente que estamos ante una pequeña diferencia entre los dos partidos a pesar de haberse invertido la relación.

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Siguiendo con el sondeo de EL PAÍS. El ciudadano medio español tiene una experiencia electoral de 25 años que se traduce en una expectativa cierta de comportamiento racional y cualificado. Este dato se comprueba cuando sólo un 20,1% de los entrevistados dice que es posible que la situación política generada por la guerra puede hacerle variar el voto en las elecciones municipales del 25 de mayo. En el extremo opuesto, el 63,8% dice que ese voto no variará por el entorno, porcentaje superior en un 300% al primero, que favorece la presentación pacífica de candidatos, programas y mensajes a los ciudadanos en la precampaña y en la campaña que comenzará.

Otro dato relevante se refiere a la valoración de la situación económica española y personal que ofrece el sondeo de EL PAÍS. En ambos casos, se observa que la valoración media de la primera en la escala 0-10, se sitúa en 5,56 puntos (cuando era de 5,21 en el sondeo del mes de enero) y de 5,29 la segunda, cuando en enero el mencionado índice se había situado en 5,15. La mejoría de la situación económica, tal como se percibe por la opinión pública a partir de estos dos sondeos consecutivos, es un dato muy importante por cuanto se sabe que en condiciones económicas favorables, y percibidas en estos términos por el electorado, éste tiende a dar el voto al partido del gobierno.

Finalmente, ambas encuestas continúan mostrando las dificultades del líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, para consolidarse como líder político y alternativa al gobierno; en ninguno de los sondeos su valoración supera el 5 en la escala 0-10, siendo ésta de 4,93 en EL PAÍS y de 4,86 en El Mundo. La oposición que realiza el PSOE recibe igualmente un suspenso entre los ciudadanos, con una valoración de 4,72 en el sondeo de EL PAÍS. Destacar, por ejemplo, que Zapatero desciende a un 41,6% de ciudadanos que dicen aprobar su gestión como líder de la oposición (frente al 45,6% en enero) y que el porcentaje de los que dicen no aprobar su gestión aumenta hasta el 45,6% frente al 38,6% en enero.

¿Cómo explicar, entonces, la ventaja del PSOE sobre el PP en la estimación de voto de ambos sondeos? Los días en que se hizo la investigación, se estaría generando una espiral de silencio a partir del impacto mediático de las movilizaciones en contra de la guerra de Irak que inhibiría las respuestas en las encuestas de anteriores votantes del PP, a favor de la participación de votantes del PSOE y de IU. Eso significa que la contestación ciudadana estaría generando indecisión y opacidad en la opinión de votantes potenciales del PP mientras movilizaría las respuestas de los antiguos abstencionistas del PSOE y de IU. De ser cierta la hipótesis, la cuestión es la siguiente: ¿Puede el actual escenario de voto modificarse a favor del PP? O lo que es lo mismo: ¿Al dejar de funcionar la espiral de silencio -al expresar el voto el día 25-M, o mucho antes, al terminar la guerra- invertirse la distancia que el PSOE mantiene con el PP ahora, en los sondeos? Nunca, la política exterior española había generado tal inquietud, ¿verdad?

Josep Maria Felip es profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia.

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