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Entrevista:J. L. RODRÍGUEZ ZAPATERO | Secretario general del PSOE | ENTREVISTA

"Hay que mejorar la democracia en España"

Antonio Caño

El líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, 43 años, se confiesa a favor de cerrar las heridas abiertas en la política española por la guerra de Irak y se manifiesta dispuesto a dialogar con el presidente José María Aznar para reestablecer el consenso en política exterior. En esta entrevista explica cuáles son sus condiciones para ese diálogo, las consecuencias que ha sacado de esta crisis internacional y sus posibles efectos en las próximas elecciones.

Pregunta. Acabada la guerra en Irak, ¿se acaba también lo que ha sido el principal argumento de oposición del PSOE en los últimos meses?

Respuesta. La guerra militarmente ha terminado, pero hay dos cosas que están ahí encima de la mesa. Una, que a medida que ha terminado la acción se ha demostrado que ninguna de las razones de los que han justificado y apoyado esta guerra eran ciertas. Ni el régimen tenía armas de destrucción masiva ni el ejército iraquí era una amenaza para la coalición y para el mundo. Y dos: el régimen de Irak estaba en una situación de absoluta debilidad y los inspectores podían haber hecho perfectamente su tarea. Ahora se nos dice que la guerra de Irak era una guerra de liberación. Eso está prohibido por la carta de Naciones Unidas, y es más, no sólo no se ha liberado de momento, sino que esa libertad que se ha ofrecido al pueblo de Irak se ha convertido en libertinaje. Es uno de los momentos más desgarradores que hemos vivido desde hace muchas décadas: saqueos, humillaciones, absoluta falta de respeto a los derechos humanos. Se ha permitido el saqueo de los hospitales, se ha permitido el asalto a todo tipo de propiedad privada, se ha permitido el saqueo del patrimonio histórico, cultural y arqueológico de la Humanidad. Yo creo que la historia juzgará a quienes han permitido que se destruya una parte de la historia. Esta guerra se inició sin el amparo de la legalidad, se ha hecho sin legalidad, y parece que también al final de la guerra la legalidad no se respeta.

"Voy a pedir el voto para un proyecto alternativo al que hoy representa una política alejada del ciudadano"
"Se ha demostrado que ninguna de las razones de los que han apoyado y justificado esta guerra era cierta"
"Siempre estaré dispuesto a dialogar en privado o en público con Aznar. He estado, estoy y estaré"
"Tengo toda la legitimidad y todo el derecho para discrepar con EE UU, y sé que tiene mucha fuerza militar"

P. ¿No cree que una vez ocurrida, esta guerra haya servido para nada?

R. La guerra ha sido nefasta. Porque lo que hay detrás de la guerra es, siendo benévolos, la determinación de algunos de la Administración de Bush de imponer su moralidad por encima de leyes y por encima de la mayoría. Y además lo hacen en nombre de Dios. Esto es un retroceso histórico en lo que es el desarrollo de la civilización.

P. ¿No ha servido al menos para acabar con la dictadura de Sadam Husein?

R. No, para lo que ha servido hasta ahora, parece ser, es para asegurar los pozos de petróleo. Bajo ningún concepto los medios utilizados y lo que estamos viendo justifica una intervención militar. Todo ha sido mentira. De hecho hay otros regímenes dictatoriales que se van a rearmar como consecuencia de esta guerra. No. Esta guerra se ha hecho para ejercer un poderío político, económico y militar en la zona prescindiendo de las normas convencionales del Derecho Internacional.

P. Sobre lo que le preguntaba al principio, ¿deja el final de la guerra al PSOE sin un argumento importante en su labor de oposición?

R. El Gobierno no sólo ha tenido la oposición del partido socialista, sino de todos los partidos de la Cámara y de 9 de cada 10 ciudadanos. Por tanto, éste no es un problema que tenga el Gobierno con el partido socialista, es un problema que tiene con la mayoría de los españoles.

P. ¿El PSOE va a seguir, entonces, hablando de la guerra de Irak durante la campaña electoral?

R. Quien está hablando de elecciones y de guerra es Aznar, porque le he oído dos veces decir que Sadam Husein no puede determinar quién va a ser el alcalde de Madrid o de Valladolid. Los que están hablando de elecciones y de guerra todo el día son el Partido Popular, no el partido socialista. Yo voy a pedir el voto a los ciudadanos, en primer lugar, para que el PSOE, en comunidades autónomas y en ayuntamientos, sea la fuerza mayoritaria en España. Voy a pedir el voto para un proyecto de país que estamos construyendo desde hace dos años y medio, alternativo al que representa, en mi opinión, hoy una política alejada del ciudadano, y voy a pedir un voto de aquí al 25 de mayo en función de los mejores valores constitucionales, en función de los mejores valores de la tolerancia, reafirmándome en nuestro europeismo. Reafirmando otra forma de gobernar y otra forma de actuar.

P. ¿Usted coincide en el diagnóstico de que el clima político se ha agitado excesivamente en España con motivo de la guerra?

R. No sólo en España. Creo que ha habido una reacción ciudadana en muchos países del mundo. Las movilizaciones han superado cualquiera de las contestaciones anteriores, tanto por el número de personas como por la reiteración de las mismas. Yo, la ira la he visto cuando Rumsfeld dice que se inicia una operación de conmoción y pavor. Creo que eso es la ira. Yo, la ira la he visto en todos los edificios civiles que han sido destrozados y en todas las personas civiles inocentes que han muerto. En España ha habido nueve de cada diez españoles que discrepaban de la política de Aznar en esta materia, y normalmente cuando hay una unanimidad tan amplia quien tiene que hacer una reflexión sobre la elevación de la temperatura política es quien está entre uno de cada diez y quien está entre uno de cada 12 partidos políticos que hay en el Parlamento.

P. ¿Ha tenido su partido alguna responsabilidad en ese aumento de la temperatura política?

R. No, en absoluto. Durante dos años y medio hemos ejercido una oposición con absoluta prudencia. Es más, lo normal ha sido la crítica al exceso de moderación, lo normal ha sido la crítica a la voluntad de acuerdos y de pactos que he protagonizado con el Gobierno muy especialmente en todo lo que es la política antiterrorista y la política de libertades. Nosotros hemos estado en el sitio de la España constitucional, de la España de la política exterior de los 25 años, de la España europea, de la España del diálogo con Latinoamérica, de la España de la buena relación con los países árabes y con los países del Mediterráneo. Otros son los que han cogido pista en las Azores.

P. ¿Quizá se podría haber condenado de una manera más convincente los ataques contra algunas sedes del PP?

R. Hemos sido totalmente convincentes y contundentes desde el primer momento, e incluso hemos aguantado con cierta paciencia las insinuaciones y las acusaciones del Partido Popular. Y en más de una ocasión les hemos demostrado la solidaridad que nunca han agradecido y les hemos demostrado nuestra disponibilidad para que cuenten con nosotros en todo lo que pueda ser. Recuerdo muy bien que el primer día que hubo un incidente, que fue el que padeció Ruiz-Gallardón, muy al principio de todo el debate, al día siguiente yo creo que la primera llamada que recibió de un líder político fue la mía personalmente expresándole que estaba lógicamente en contra de estas actitudes, y me interesé por saber cómo lo había pasado.

P. ¿Cree que se puede interpretar la masiva presencia en las manifestaciones contra la guerra como un respaldo a la política que ha seguido el PSOE en esta crisis?

R. Yo creo que las masivas manifestaciones responden a tres expresiones. Una, el rechazo a la guerra. Dos, la ciudadanía quiere un orden internacional más justo, quiere un orden internacional basado en la legalidad y no basado en quién tenga más B-52. Y tres, yo creo que la gente también expresaba un sentimiento de mejora de la democracia, de que su condición de ciudadano tenga más relevancia y sea escuchado frente a un Gobierno que en los dos últimos años y medio ha estado haciendo una política muy en contra de la gente en diversos ámbitos.

P. Dice usted que hay que mejorar la democracia en España.

R. Hay que mejorar la democracia en España. Hay tres aspectos que me parecen esenciales. Uno, hay que mejorar el funcionamiento del Parlamento. El Parlamento tiene que ser cada día mucho más reflejo de lo que pasa en la vida nacional. Dos, yo creo que hay que mejorar la verdad a la hora de transmitir las políticas y los valores de pluralidad, de independencia, de veracidad informativa de los medios públicos. Creo que una de las cosas que más manifestantes lleva a la calle es la manipulación de los medios públicos de comunicación, la grosera manipulación de los medios públicos de comunicación y el intento de control de algún medio privado. España necesita un cambio radical de la política en los medios públicos de comunicación. Y, en tercer lugar, yo creo que nuestra democracia necesita instrumentos y cauces de participación por parte de la ciudadanía.

P. ¿Espera, como anticipan las encuestas, que la posición del Gobierno sobre la guerra sea castigada fuertemente por los ciudadanos en las urnas?

R. No hay un hecho que determine una elección. Las elecciones se determinan y la opinión de la gente se determina por muchos factores; por la política que ha hecho un partido, en este caso del PP en el Gobierno, y también por la política que ha hecho el PSOE en la oposición.

P. Personalmente, ¿cómo cree que es usted percibido en este momento por la opinión pública? ¿Le preocupa que las acusaciones de radicalismo que el PP y el Gobierno ha dirigido contra usted acaben por calar en algún sector de los ciudadanos?

R. El otro día me decía un ciudadano en la calle: es un poco extraño que viendo en la televisión hablar a Aznar y a usted y el tono que cada uno tiene, usted sea el extremista. Más bien parece que realmente está siendo él el extremista. Yo nunca diré que el PP es un peligro para España, como ha dicho el señor Aznar del partido socialista. Yo nunca diré que el PP va a sacar a España del mundo, como ha llegado a decir el Partido Popular de nosotros. Sinceramente, creo que esas críticas son poco creíbles. Yo creo que desde que fui elegido secretario general dije que quería que la política estuviera regida por profundas convicciones y por principios. He sido tan radical defendiendo y apoyando al Gobierno en la lucha contra ETA, exactamente igual de radical y de firme, que oponiéndome a esta guerra, por condiciones morales y por principios. Exactamente lo mismo.

P. En caso de que el PSOE gane las elecciones generales, tendrá usted que encontrarse con Bush en la Casa Blanca. ¿Cómo piensa reconstruir esa relación?

R. El problema es que ahora no hay relación, hay subordinación. Creo que España debe tener una política exterior autónoma y propia. Los episodios que hemos vivido en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con nuestros representantes allí, tanto de la ministra como de nuestro embajador, sinceramente creo que nos han dejado en un papel bastante triste. España tiene que tener voz propia, tiene que tener la capacidad de mantener una relación buena con EE UU, gobierne quien gobierne. Eso no puede significar que estés de acuerdo en todo, y que, desde luego, se dé el aval a una política unilateral y a una política visionaria. Ha habido 11 países de 15 en el Consejo de Seguridad que han dicho no a Bush. Supongo que esos Gobiernos tendrán que seguir teniendo relaciones con EE UU y supongo que EE UU respetará a esos países. La Administración del señor Bush respetará a cualquier país al margen de las posiciones que ha tenido, y lo ha hecho con Gobiernos como los de Chile o como México, que se han opuesto a la guerra, que es lo que, por cierto, tenía que haber hecho el Gobierno de España.

P. ¿Puede haber habido algunos excesos en esa actitud contra la Administración de Bush? Por ejemplo, en cuanto al uso de las bases.

R. Es que se ha puesto en duda la legalidad internacional. Y como consecuencia de esa ruptura de la legalidad internacional, el uso, en función de los convenios que tenemos, de nuestras bases. Pero en el año 1986, cuando Reagan ordenó un bombardeo a Libia, el Gobierno de Felipe González le dijo no al uso de las bases.

P. ¿Un Gobierno presidido por usted hubiera permitido a EE UU el uso de la bases?

R. Para esta acción contra Irak, desde luego no, por supuesto.

P. ¿Ni el sobrevuelo de los aviones B-52?

R. Para esta acción, no.

P. ¿Y para futuras acciones?

R. Tiene que ser en función de lo que dice el convenio o un acuerdo multilateral, o que los intereses territoriales de España o EE UU estén en riesgo. Y eso es la cadena de la legalidad. Si no, llegaríamos al absurdo de que las bases de utilización conjunta no tienen ninguna limitación, que EE UU dispone de nuestro territorio en cualquier circunstancia y que España no puede decir nada.

P. ¿Se plantea usted la permanencia de las bases norteamericanas en España?

R. No. Nosotros hemos votado el convenio bilateral con EE UU, lo que queremos es que se respete y se cumpla.

P. ¿Le preocupa el estado en que han quedado sus relaciones con Estados Unidos?

R. El partido socialista siempre ha tenido unas buenas relaciones con las diferentes administraciones norteamericanas. Recuerdo que después del 11 de septiembre, uno de los líderes políticos que se acercó a la Embajada norteamericana y elogió lo que representaba el patriotismo constitucional que estaba demostrando la sociedad norteamericana fui yo. Pero me imagino que tengo toda la legitimidad y todo el derecho para discrepar con la política que en relación con Irak, en relación con Oriente Próximo, en relación con esta visión unilateral, lleva adelante una Administración como la de Bush. Yo discrepo, y sé que EE UU tiene mucha fuerza militar, pero sinceramente los demócratas hemos optado por construir un mundo donde la razón no se imponga por la superioridad militar. Superioridad militar no puede ser igual a superioridad moral y superioridad en las reglas del juego. Las reglas del juego son entre todos y para todos.

P. Otra relación también muy importante para usted y para su partido es la relación con Blair. ¿Le preocupa la distancia que esta crisis puede abrir con un partido que es ideológicamente próximo a ustedes?

R. Creo que lo que es la Internacional Socialista, los partidos socialistas europeos, han tenido, en cierta medida liderados por el PSOE en el ámbito del Partido Socialista Europeo, una posición muy clara, incluso mucha gente del Partido Laborista. Quiero recordar que el Partido Socialista Europeo lo preside Robin Cook, y, por tanto, sinceramente, quien está en una minoría muy evidente en lo que es la socialdemocracia en Europa es Tony Blair, y, por tanto, es él el que debería reflexionar.

P. ¿Han tenido algún contacto reciente con Blair?

R. Con Blair tenemos buena relación. Incluso el otro día, cuando estuvo en España el ministro Jack Straw nos hizo una llamada, aunque no nos vimos. Fue una llamada telefónica y habló con Manuel Marín. Yo tuve un encuentro con Tony Blair cuando ya estaba en fase incipiente la crisis de Irak, y creo sinceramente que la estrategia que podía tener Tony Blair no ha dado sus frutos. Ese discurso de Blair como elemento de moderación y de contención de la Administración de Bush no ha dado sus frutos. Tanto es así que ya le vemos en situación algo apurada, como cuando Colin Powell, Rumsfeld y Bush ponen la mirada en Siria.

P. ¿No teme que Francia y Alemania cambien poco a poco su posición y usted pueda quedarse solo?

R. Yo creo que es al revés. Creo que cada día habrá más posiciones como la nuestra. Desde luego lo he comprobado muy directamente con varios Gobiernos latinoamericanos, con varios países árabes y con el clima que hay en Europa de que esto ha sido un grandísimo error. Yo creo que, tanto Francia como Alemania como el PSOE, lo que estamos intentando es que no se siga por la línea del error, que se recupere la sensatez, que se recupere el diálogo, que la Administración de Bush escuche a los demás. Que si ha habido tantos países, la mayoría de los países en el mundo, la mayoría de las opiniones públicas en el mundo en desacuerdo, no se puede seguir por este camino. Y eso es un mensaje dirigido a Tony Blair y a Aznar.

P. En la fase de reconstrucción de Irak, ¿cuál cree que debe ser la posición de España?

R. En estos momentos hay una situación de facto. Si las fuerzas ocupantes pretenden actuar como fuerzas administradoras sin un aval de las Naciones Unidas seguiremos en una situación de ilegalidad internacional. Además, en términos políticos y sociales de beneficio del pueblo de Irak, yo creo que cada día va a emerger un sentimiento entre la ciudadanía iraquí de verse ocupados e invadidos, no liberados. Y, por tanto, cuanto antes Naciones Unidas tome las riendas de la situación, sea quien pilote un Gobierno provisional, sea quien pilote la reconstrucción, sin duda alguna será lo mejor para el pueblo de Irak, pero también lo mejor para el conjunto de la comunidad internacional. Hasta ahora, el Gobierno de Aznar no parece que esté dispuesto a eso. Parece más bien que esté dispuesto a participar en un Gobierno o en una Administración provisional liderada por un general norteamericano que va a tener problemas de reconocimiento de legalidad y va a tener problemas de reconocimiento por el Banco Mundial, por el Fondo Monetario Internacional.

P. Hay otra reconstrucción también pendiente, que es la reconstrucción de un cierto consenso en España. En eso, ¿qué puede hacer usted?

R. Hay tres cuestiones básicas para la recuperación de nuestro consenso. Uno: ¿estamos dispuestos a defender el principio de la legalidad internacional y a Naciones Unidas? Yo creo que eso forma parte de nuestro caudal como país en estos 25 años. Dos: ¿estamos dispuestos a establecer la prioridad de nuestra política exterior en la reconstrucción europea, de una reconstrucción europea que suponga una Europa más fuerte políticamente, más fuerte en defensa, más fuerte en seguridad? Esto es una pregunta relevante. Y, en tercer lugar, creo que tenemos que seguir teniendo un perfil de país que sea puente, elemento de comunicación, de comprender y ser comprendidos en Latinoamérica y en muchos países árabes. Esos tres son los elementos que hay que concretar o que hay que debatir. Creo que es urgente una reflexión y un debate sereno en el Parlamento sobre la definición de la política exterior sin la pasión de lo que ha representado la guerra de Irak, mucho más cuando tenemos un debate sobre la Convención Europea que es básico. La relación transatlántica es una política que debe estar en el seno de lo que es la Unión Europea. Porque no tendremos nunca política exterior común europea ni de seguridad si no vamos en la dirección de lo que dicen los tratados. Y recuerdo que los tratados, por ejemplo, establecen que los países europeos de la Unión Europea que están en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas deben de buscar una posición común. Nos jugamos muchísimo como país, y creo que España no puede caminar en este escenario internacional con una política fracturada en lo que son nuestras prioridades exteriores.

P. Pero hasta llegar a este punto, ¿no cree necesario acabar con este clima de insultos y permanente agitación de la vida política?

R. La responsabilidad principal de un país la tiene el Gobierno. Mi actitud es una actitud de permanente respeto y de utilizar el mejor estilo democrático. Yo le he dicho a Aznar, y se lo he dicho por activa o por pasiva, que no le voy a seguir en su apoyo a Bush y que tampoco le voy a seguir en la política de crispación.

P. ¿Cree que esa crispación sólo desaparecerá el día que Aznar desaparezca de la escena política española, o por lo menos del primer plano de la escena política?

R. Aznar lo que tiene que hacer es recuperar la mesura, recuperar un poco de prudencia, darse cuenta de que es el presidente del Gobierno, que no es sólo el presidente de su partido, y eso le exige determinadas cosas porque eso es la esencia de la democracia. No es el presidente para estar todo el día descalificando a los demás; es el presidente para dirigir un país, es el presidente para explicar una política a un país, es el presidente para intentar buscar el máximo consenso para un país. Eso es un presidente de Gobierno, en mi opinión. Más allá, cada uno, cada partido, tendrá lógicamente los liderazgos que quiera tener. En estos momentos yo creo que España necesita un presidente con un tono y con una voluntad política de unir, de explicar, de dialogar, de querer necesariamente llegar a acuerdos. Yo puedo asegurarle que, si yo fuera presidente de Gobierno, ante una decisión tan trascendental como la que ha tenido Aznar -posicionarse tan extremista a la hora de apoyar a Bush teniendo una soledad tan absoluta en el Parlamento-, no lo hubiera hecho porque es una decisión que compromete a nuestro país para hoy y le ha comprometido seguramente para el futuro, y creo que ahí hay que buscar un consenso mínimo. El hecho objetivo es ese, y, por tanto, quien tiene la responsabilidad básica de esto es el Gobierno.

P. Mencionemos uno de los asuntos que parecen reclamar la recomposición del consenso en España: el País Vasco. En los últimos meses, una de las polémicas ha sido la de las listas conjuntas entre el PSOE y el PP. ¿Por qué eso no ha resultado finalmente?

R. Eso nunca ha sido así en 25 años, no sé porqué ahora tendría que ser. Entre otras razones, porque eso sería tanto como reconocer la imposibilidad de la pluralidad y dar una baza a la estrategia de los violentos. La pluralidad es esencial en democracia, y yo, desde luego, voy a luchar antes que sacrificar la pluralidad con todos los instrumentos democráticos que nos da la Constitución, aunque sea en una situación complicada. Y además creo que el resultado va a ser positivo porque el partido socialista va a presentar más listas que nunca en Euskadi, con ciudadanos de cada uno de los municipios. Eso es un mensaje enormemente optimista para todos los demócratas, para todos los defensores de la libertad, para todos los defensores de la Constitución en Euskadi. Eso es perfectamente compatible con el hecho de estar de acuerdo con el PP en muchas cosas en Euskadi. Como estamos de acuerdo, desde luego, en que la única prioridad política es allí acabar con ETA; como estamos de acuerdo en rechazar el proyecto que ha presentado Ibarretxe, y cómo estamos de acuerdo en ganar cada día espacios para la libertad y para que los violentos no marquen el destino de un pueblo ni que el nacionalismo desborde lo que es la esencia de un Estado constitucional.

P. ¿Da a veces la impresión de que el Partido Socialista de Euskadi actúa en ocasiones como si todavía confiara que el PNV es recuperable para la causa de la Constitución y que, por tanto, conviene no romper todos los puentes con él?

R. Yo creo que el Partido Socialista de Euskadi tiene la posición muy clara en lo que representa la defensa del Estatuto. Pero también tiene una posición clara de intentar que la convivencia en Euskadi entre constitucionalistas y nacionalistas, democráticos por supuesto, sea mejor cada día. Creo que alguien tiene que hacer el papel de llamar a la convivencia. Eso es compatible con la firmeza en los principios. Se le puede decir no a Ibarretxe con el discurso absolutamente duro desde una tribuna, o se le puede decir no a Ibarretxe con respeto a la institución y diciéndoselo tranquilamente, como ha hecho Patxi López. No hace falta excitar ni extremar la tendencia a la crisis de convivencia que se vive en la sociedad de Euskadi.

P. ¿Se puede todavía parar el proyecto de Ibarretxe?

R. El proyecto de Ibarretxe se va a parar porque es un proyecto que no responde al fundamento jurídico constitucional, y porque, en mi opinión, tampoco tiene un respaldo mayoritario de la sociedad vasca. Por tanto, yo lo que quiero es que Ibarretxe lo retire, lo reflexione y lo retire. No conduce a ninguna parte.

P. ¿Da usted por segura la victoria del PSOE en las elecciones municipales?

R. El PSOE está en condiciones de ganar al PP en muchos de los Ayuntamientos y en las comunidades autónomas, y los ciudadanos serán los que determinen quién gobierna en cada sitio.

P. Entre las elecciones municipales y las elecciones generales se abre un espacio de tiempo que puede ser decisivo. Si las elecciones municipales son favorables para el PSOE, como indican las encuestas, ¿tiene usted previsto algún cambio en su partido, en el mensaje, en su equipo de dirección o la presentación de algo así como un Gobierno en la sombra?

R. El periodo político que va de las elecciones municipales a las elecciones generales va a ser para el PSOE de explicación de un programa de gobierno. Pero no va a haber ningún cambio en lo que es la tarea del partido, la dirección del partido, en absoluto. Mucho más, y lógicamente, si se confirma que el 25 de mayo ganamos esas elecciones municipales. Si se confirma que la tendencia es que estamos en condiciones de ganar, teniendo en cuenta que hace dos años y medio esta dirección del partido salió elegida en una circunstancia política en la que el PP tenía una mayoría tan amplia y una distancia enorme del PSOE, creo que lo lógico y lo coherente sería dar el respaldo a este equipo en la tarea para llegar a las próximas elecciones generales. Creo que no forma parte de nuestra tradición lo de los Gobiernos en la sombra, y, por tanto, no habrá operaciones de ese tipo.

P. ¿Va a contar con algunos notables del PSOE que actualmente no están en su equipo? Estoy pensando, por ejemplo, en Javier Solana y Pedro Solbes.

R. No es que vaya a contar, estoy contando con ellos. Con Solbes y Solana hablo con cierta periodicidad, participan en muchos de nuestros ámbitos de debate. Todo el mundo tiene, y debe tener, un papel en lo que puede ser el futuro del PSOE.

P. ¿Ha habido alguna fricción con Solana por la posición sostenida por la dirección del PSOE en la guerra de Irak?

R. Yo he hablado con Solana prácticamente cada dos días de media en toda esta crisis.

P. ¿Ha apoyado su posición sobre Irak?

R. Sí, por supuesto. Y en algún momento me ha dado argumentos, incluso.

P. ¿Se puede deducir de lo que dice que su futuro Gobierno saldrá de la actual dirección del PSOE?

R. Esa es una pregunta audaz que exige una respuesta absolutamente cauta. En absoluto hay en estos momentos, por mi parte, ninguna predeterminación de un posible Gobierno, y aunque lo tuviera creo que la prudencia exige ese silencio.

P. ¿Le gustaría medirse con Aznar en las urnas?

R. Ya lo he dicho muchas veces: no tengo ningún inconveniente, no tengo ningún prejuicio ni ninguna actitud de encono hacia nadie, ni por supuesto hacia Aznar. Ahora, yo creo que tengo que ser respetuoso y que el candidato del PP lo ponga el PP. Si Aznar reconsidera su posición, que no creo, bajo ningún concepto creo que vaya a pasar, pero si reconsiderara su posición, ese no iba a ser un argumento que yo utilizara a la hora de pedir el voto a los españoles.

P. ¿Su relación personal con Aznar se ha deteriorado con motivo de la crisis de Irak?

R. Mi relación personal es buena con todos, porque eso es algo que me he impuesto a mí mismo desde el primer momento: saber perfectamente distinguir lo que es el debate político, que a veces tiene intensidad, tensión, pero que es mi responsabilidad respetar a mi adversario. Porque a mi adversario lo votan muchos españoles, y eso para mí es un principio, y siempre estaré dispuesto a dialogar en privado, en público. He estado, estoy y estaré.

P. Creo que hace tiempo que no viaja usted al extranjero.

R. Desde que empezó la crisis del Prestige.

P. ¿Piensa rellenar esa laguna a corto plazo?

R. En cuanto la vida política nacional nos dé un poco de espacio, pues tengo una agenda de viajes importante.

P. ¿Está Londres y Washington en su agenda?

R. De momento no, pero estarán.

El líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero
El líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero

"No veo en peligro la cohesión de España"

Pregunta. ¿Qué opina del proyecto de Maragall para Cataluña?

Respuesta. Ya he expresado que estoy abierto al diálogo, tanto en lo que se refiere a una posible reforma del estatuto de autonomía de Cataluña como otros estatutos. Esta reforma en concreto está llamada a respetar plenamente el orden constitucional. El PP está todo el día alertando sobre el riesgo de cohesión de España. Yo, de momento, no veo ese peligro.

P. ¿Diría usted que la propuesta de Maragall es perfectamente compatible con el modelo de Estado que usted defendería en La Moncloa?

R. Por supuesto.

P. ¿No tiene ninguna objeción?

R. Es más, nuestro país necesita en estos momentos alguna reforma en lo que es el funcionamiento de la estructura del Estado. La primera de todas, la reforma del Senado para que sea una Cámara de representación territorial. En segundo lugar, hay que reformar todos los mecanismos de cooperación entre Gobierno y comunidades autónomas.

P. ¿Usted no cree que haya acabado el proceso autonómico?

R. El proceso autonómico, en lo que significa la expresión de las competencias o la transferencia de las competencias, tiene poco recorrido. Lo que sí creo necesario es que los mecanismos de funcionamiento del Estado exigen reformas y mejoras. También, lógicamente, con el escenario de que estamos en la Unión Europea y la necesidad de que las comunidades autónomas también tengan algo más que decir en el proceso de conformación y decisión de la UE.

P. ¿Piensa que en el resto de España, fuera de Cataluña y del País Vasco, la opinión pública ve necesaria la prolongación del proceso autonómico?

R. La gente quiere que las cosas funcionen mejor cada día. Y la gente sabe que hay cosas que tienen que funcionar mejor. ¿Es razonable que los Gobiernos de las comunidades autónomas o representantes de los parlamentos se sienten en el Senado a discutir el Plan Hidrológico Nacional, el plan de infraestructuras, la posición de España en la Unión Europea? Es muy razonable. La gente ve el proceso de descentralización en España como una mejora de los servicios, mayoritariamente los sondeos de opinión dicen que la autonomía política ha hecho mejorar la defensa del interés territorial de cada comunidad autónoma, sin duda; ha hecho respetar las identidades, sin duda, y también ha mejorado los servicios de gestión. Eso es lo que la gente percibe. Estamos hablando de que las comunidades autónomas son Estado. ¡Oiga, son Estado! El presidente de cada comunidad autónoma es el representante del Estado en el territorio, y nada que haga una comunidad autónoma se puede decidir si no se decide en la sede de la soberanía nacional, que es el Congreso de los Diputados y el Senado.

P. ¿Le preocupa verse en la situación de defender el proyecto de Maragall en el resto de España?

R. Maragall va a ser el primer presidente no nacionalista que va a haber en Cataluña. Pascual Maragall es catalanista y socialista, o socialista y catalanista, y en el PP están todos muy inquietos. Parece que lo que quieren es que gane Artur Mas con su proyecto de Estado libre asociado. Resulta sorprendente y llamativo. De lo cual deduzco que las críticas a Maragall, a las tesis de Maragall y a lo que representa el PSC es simplemente un elemento más de confrontación. Mire, una Cataluña gobernada por Maragall va a ser una Cataluña que va a aportar mucho a la cohesión de nuestro país, a la estabilidad de nuestro país. En el fondo, todo esto es un debate falso, es un debate cínico porque el señor Aznar fue presidente del Gobierno de España con los votos del PNV y de CiU. Y CiU le ha dado dos veces la votación para la investidura. Por tanto, espantajos no, por favor, y mucho menos dirigidos a mí, porque soy el dirigente político del partido socialista que no ha tenido ninguna negociación ni ningún acuerdo con ninguna fuerza política nacionalista.

P. Y en términos de rentabilidad electoral, ¿las posiciones del partido socialista en Cataluña no quitan votos al PSOE en otras partes de España?

R. Hay mucha gente en España que quiere ver un presidente socialista en Cataluña.

P. ¿Incluso con un programa nacionalista?

R. Hay gente que quiere ver un presidente que forme parte de un proyecto político conjunto que es el que yo represento.

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