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Reportaje:

El cazador de nazis se jubila

A sus 94 años, Simón Wiesenthal da por cumplida su misión de perseguir a los responsables del holocausto

"Di con el paradero de todos los genocidas que busqué y los he sobrevivido a todos", dijo Simón Wiesenthal, a sus 94 años, al anunciar su retirada de la vida activa. Este superviviente de los campos de concentración apodado El cazador de nazis, que pasará a la historia como pionero en el combate a los crímenes contra la humanidad, da su misión por cumplida porque ya no tiene criminales nazis que encontrar. Y, si no obstante, quedara alguno, "estaría ya demasiado viejo y desvalido para comparecer ante el tribunal", explicó Wiesenthal al semanario Format, que se publica los viernes en Viena, ciudad donde en 1961 Wiesenthal fundó su Centro de Documentación Judía, que inspiró al establecimiento de varios centros consagrados a la memoria y la investigación del holocausto en Los Ángeles y otros lugares del mundo.

A su avanzada edad, este judío oriundo del imperio austrohúngaro, nacido el 31 de diciembre de 1908 en Buczacz, hoy Ucrania, se muestra preocupado porque todavía hoy hay "grupos y asociaciones que niegan la existencia del holocausto" y porque hay países, como Siria, que ofrecen refugio a criminales como el austriaco Alois Brunner, mano derecha de Adolf Eichmann, cerebro de la exterminación de judíos. "Si Brunner sigue vivo, y vive allí, significa que Siria no considera que haya que perseguir como crimen el asesinato de judíos".

Wiesenthal, de profesión arquitecto, fue recluido a partir de 1941 en varios campos de concentración, donde perdió a la mayor parte de su familia. Él y su esposa, Cyla, contaron a 89 de sus parientes entre las víctimas del holocausto. El empeño de hacer justicia no lo abandonó desde entonces.

Tras ser liberado del campo de Mauthausen por los aliados, en 1945, cooperó con la Oficina de Crímenes de Guerra en la búsqueda de los culpables y no tardó en recibir el encargo de detectar a Eichmann. Pero muchos niegan que la captura en Argentina de Eichmann por los servicios secretos israelíes fuera consecuencia de una hazaña de Wiesenthal , a quien no le faltan críticos y detractores. En Austria es densa su trayectoria de discordia con la socialdemocracia por haber criticado que el antiguo canciller Bruno Kreisky, judío también, permitiera en los años setenta la presencia de viejos nazis en el Gobierno, y más adelante, en 1986, por no haber sancionado por crímenes de guerra al presidente Kurt Waldheim.

No cesan las voces que tachan a Wiesenthal de obsesivo, y él, siempre con su aire benigno, suele responder que lo suyo no es buscar venganza, sino procurar que no se olvide que no existe distancia, ni geográfica ni temporal, que absuelva a los genocidas.

Simón Wiesenthal, tras recibir una condecoración checa en 1999.
Simón Wiesenthal, tras recibir una condecoración checa en 1999.AP

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