Los programas del corazón
Por lo que se ve, lee y oye parece que no se valora en su justa medida el esfuerzo e ingenio de que hacen gala algunos responsables de algunas cadenas de televisión para ofrecer espacios y programas con un objetivo primordial: Que el temido anglicismo share no sea el enterrador antes de tiempo.
Esa inquietud demuestra una clara tendencia hacia los de entretenimiento, con especial atención a los que se han popularizado como "del corazón". No es fácil reunir a personas en las "mesas de debate" que aporten algo de donaire y procuren evitar, dentro de la dificultad del directo, expresiones disonantes, soeces o vulgares. Lo de gritar más que el que más grita, que es pura anécdota por su mínima incidencia, no es por una educación más o menos limitada, sino en legítima defensa de sus opiniones que, lógicamente, deben prevalecer sobre el antagonista de turno.
Si se lanza alguna falacia o calumnia basada en rumores, tan legítimo dentro de la libertad de expresión que la Constitución ampara, no tiene más sentido que mantener vivo el espíritu de los debates a lo que sirve también elegir contertulios que gocen de algún nivel de conocimiento popular por sus valores personales o cualidades de las que el pueblo llano pueda carecer.
Conseguir superar estos teóricos eufemismos requiere, es seguro, un ímprobo esfuerzo de análisis en cuanto a la selección de currículum en el noble afán de intentar contentar a la mayoría de la audiencia. Después, sólo cabe elegir temas que sean de actualidad, que interesen de alguna forma, obviando más que nada por razones éticas la procacidad o chabacanería, y para, en cierto modo, ayudar a esta pretensión, se busca la presencia en las meses de periodistas expertos en lo que se debata que, siguiendo las pautas del conductor/a de turno, aportan un cierto equilibrio en las discusiones procurando que no se desmadren léxicos inadecuados o expresiones gráficas que alguien pudiese entender como malsonantes.
Como complemento, dentro de ese trinomio inherente a los medios de difusión pública en cuanto a informar, educar y entretener, se suele repetir con cierta frecuencia, que es normal, lo más destacado de cada programa o de los de otras cadenas de similar calibre para que el espectador pueda estar al día de cuanto se cuenta en estos cuentos, sin ningún ánimo peyorativo porque utilizamos la mejor acepción de "relación de sucesos".
Seguiremos hablando..., si nos dejan.
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