"Me han dado la razón, pero no me devolverán la salud"

"Me han dado la razón, pero la salud que he perdido con esto no me la devolverán", se lamentaba ayer Xavier Bassa, que continúa medicándose contra la ansiedad. Sentado en el banco de los acusados, Bassa prorrumpió en llanto cuando percibió que su nombre no aparecía en los hechos probados de la sentencia que leía el magistrado Fernando Lacaba, presidente del tribunal. Eso significaba que se le declararía inocente. Al acabar, Bassa abandonó eufórico la sala de vistas. "Me han dado las alas que necesitaba. Ahora triunfaré. Seguro", repetía.

Joan Casals vivió con mayor entereza lo que calificó como el fin de "un calvario de 10 años y 4 meses". Ambos amigos recordaron ayer, a la salida de la Audiencia de Girona, que una "mala persona" -en referencia al delator Francisco Evangelista- les metió en esta historia por dinero. Se les detuvo en 1993, llegaron a estar acusados del asesinato de Feliu y pasaron medio año en la cárcel.

El carácter fabulador de Joan Casals, que de alguna manera le acabó implicando en el berenjenal del secuestro de Olot, le ha servido ahora para escribir un libro. Ayer mismo ya lo estaba promocionando ante la prensa. Se titulará Detención ilegal y contará de forma novelada su experiencia hasta la celebración del juicio. Los letrados de ambos detenidos no descartan reclamar por los daños sufridos por el empeño de la Guardia Civil en implicarles en el secuestro, aunque la sentencia no les ayudará. Los jueces explican que "en un momento existieron indicios razonables de participación" de ambos acusados, aunque después "no alcanzaron la categoría de prueba de cargo".

Juan Manuel Pérez Funes, el entrenador de fútbol que fue implicado en el secuestro por Ullastre, fue muy parco en palabras. Todavía muy nervioso, reconoció que no había asimilado que su "pesadilla" hubiese acabado.

La otra cara de la moneda era Montserrat Teixidor, que estalló en un llanto incontenible y se abrazó a su marido al conocer el fallo.