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Reportaje:

Se buscan estrellas de 'Cabaret'

Más de 600 personas se presentan en el cine Coliseum a una audición para conseguir un papel en el musical

Imitadoras de Liza Minelli. Aspirantes a cantantes. Estudiantes de teatro musical. Chicas llegadas desde Barcelona con la mayoría de edad recién cumplida. Y nervios y una larga espera para bailar quince minutos encima del escenario del cine Coliseum. Con un fin: hacerse con un papel en uno de los nuevos estrenos musicales que llenarán la cartelera madrileña el próximo otoño: Cabaret.

Hace unos meses fueron las pruebas para el musical Queen; la semana pasada, para Sonrisas y lágrimas, y esta semana le ha tocado el turno a la historia del Kit Kat Club, un cabaret de Berlín de antes de la Segunda Guerra Mundial que Bob Fosse llevó al cine en 1972 y Sam Mendes (director de American Beauty y Camino a la perdición) estrenó en el mítico Studio 54 de Broadway en 1998.

El género está en alza, con más proyectos como 'Queen' y 'Sonrisas y lágrimas'

El musical vive, de nuevo, un resurgimiento en la capital. La amplia oferta de obras en cartel hizo que en 2001 y 2002 algunos estrenos fracasaran estrepitosamente, como La jaula de las locas.

Ahora, el género vuelve a levantar cabeza y a éxitos que continúan en cartel como El fantasma de la ópera, en el teatro madrileño Lope de Vega (ya ha recaudado 15 millones de euros y la han visto 350.000 personas) se unen nuevos proyectos. Cabaret es uno de ellos. De momento, sus responsables pueden contar poco: tan sólo que se estrenará el próximo octubre y que la puesta en escena será "espectacular". La sala, aún por decidir, será alguna de las que se ubican en la Gran Vía.

"La gente entrará al teatro y no verá butacas, sino un cabaret con mesas, sillas, luces, humo...", explicó ayer Daniel Mejías, responsable de comunicación de Cie España, la productora encargada de traer el evento a la capital.

Esta semana, 600 personas participan en las pruebas que se desarrollan en el cine Coliseum para llevar al escenario algunos de los estrambóticos personajes de este musical: la cabaretera Sally Bowles (papel que en el cine interpretó Liza Minnelli), Emcee (el presentador, que en la película lo interpretaba Joel Grey), las chicas del cabaret, Kit Kat Club, Cliff, Fraulein Schneider...

"Y un, dos, tres, cuatro..., pierna arriba y giro", explicaba ayer Moira Chapman en el escenario a los aspirantes. Chapman será la encargada de dirigir el montaje una vez que los "americanos" se encarguen de traer la puesta en escena a Madrid tal y como se está representando en Broadway.

El montaje es muy exigente, y no es para menos. El Cabaret que se puede ver actualmente en Nueva York tiene el sello de Sam Mendes y de Rob Marshall, director de la oscarizada Chicago. Ambos codirigen la obra y Marshall es el encargado, además, de la coreografía.

Para dar la talla en el montaje de la capital, los responsables exigen estos días a los aspirantes a participar en la obra baile, canto, interpretación y que sepan tocar un instrumento. Casi nada. "Buscamos buena apariencia física, que sepan moverse bien, flexibilidad, un buen nivel técnico como bailarines...", enumera Alberto Favero, director musical de la obra.

En el vestíbulo hay nervios y cierto cansancio por tanto tiempo de espera. Hay algunos que tienen callo en la profesión. José Manuel, de 38 años, bailarín en paro, espera una oportunidad en Cabaret después de estar "quince años de primer bailarín con José Luis Moreno". Fran, de 26 años y profesor de música en Leganés, también busca una oportunidad en un género que dice que comenzó a apasionarle desde que vio Grease. Natalia sólo tiene 20 años, pero tiene experiencia en dos musicales y en la serie de televisión Nada es para siempre.

Y luego están los que han venido de fuera para hacer la prueba, como Sabina, Lucía, Daniel y Alicia, que estudian en la escuela de teatro musical Memory de Barcelona. Los cuatro llegaron ayer a Madrid después de pasarse la noche viajando en el Talgo. Y los cuatro sienten pasión por la obra Cabaret. "En Barcelona la estrenó una compañía de teatro alternativo y fui a verla cuatro veces", señala Sabina.

A los cuatro artistas barceloneses les toca el turno. Los bailarines suben de 20 en 20 al escenario. Tienen una pegatina grande pegada en un lugar visible con su número de participante. Suena la música y hacen lo que pueden.

Al final, uno de los examinadores lee los números de los que pasan a la siguiente fase. "Tienen que venir a las siete de la tarde para la prueba de interpretación los siguientes números...". Alicia es la única del grupo de catalanes que ha pasado la prueba. Todo son lágrimas. Su madre, Mercedes, que ha venido a acompañarla, aún no se lo puede creer. Aunque pasar la prueba de baile no significa, en absoluto, ser elegido, Mercedes ya siente a su hija como triunfadora. "Vamos a llamar a la abuela", la anima.

Mientras, la hilera de bailarines sigue corriendo turno en espera de que se haga realidad la frase "Gracias por venir, ya te llamaremos". En octubre veremos el resultado.

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