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Necrológica:NECROLÓGICA
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Henry Racamier, empresario

Ha muerto en su casa de Cerdeña a los 91 años. Hacía apenas 10 que se había jubilado -que le habían jubilado-, pero mantenía una presencia muy activa en determinados círculos culturales, como el de la ópera; no en vano fue hasta el final vicepresidente de la Asociación para la Difusión del Arte Lírico. Henry Racamier era un industrial que hizo fortuna al conectar, a través de su matrimonio, con la sociedad Louis Vuitton.

En 1975 se convirtió en director de Vuitton Investissement Gestion, cargo en el que permaneció hasta 1993 y desde el que logró transformar la que era una marca prestigiosa pero pequeña y algo anticuada del sector de la marroquinería, en el número uno mundial del sector del lujo. Cuando él se hizo con las riendas, la sociedad movía 100 millones de francos al año, pero en poco tiempo el volumen de negocio superaba los 4.000 millones anuales.

La gran intuición de Racamier consistió en no querer entrar en la dinámica de las franquicias. Eso suponía renunciar a un crecimiento rápido y con poco riesgo, tal y como sugería el modelo de Pierre Cardin. Pero Racamier no quiso que las maletas y bolsos Louis Vuitton pudieran ser fabricados y vendidos por cualquiera, que su logo apareciese asociado a productos de calidad dudosa, hechos con materiales poco resistentes, de manera industrial y sin la garantía de un cuidado artesano.

Así que tuvo que abrir tiendas Louis Vuitton, locales propios, invertir mucho y tomar grandes riesgos, pero la estrategia se reveló acertada enseguida y hoy la marca y sus almacenes está presente en todas las grandes capitales del mundo, siendo la más cotizada entre las fashion victims orientales. Además los márgenes de beneficio que genera la marca Louis Vuitton figuran entre los más altos del sector, fenómeno que explica en parte que sea también la marca más copiada y pirateada. Para poder desarrollar ese plan ambicioso coronado con éxito, Henry Racamier se alió a Moët Chandon y Hennessy, una etiqueta que asociamos al mejor champaña y a un excelente coñac, es decir, productos emblemáticos de Francia y del universo del refinamiento. Ese socio bien colocado en el negocio de los espirituosos aportó el dinero fresco del que andaba necesitado Racamier pero éste, para asegurar su preeminencia en el consejo de administración de la recién creada LVMH, hizo entrar en él a un joven tiburón de las finanzas, un tal Bernard Ar-nault del que todo el mundo hablaba porque había sabido pasar, de la fábrica textil en el norte y heredada de la familia, a liderar Christian Dior. Para Racamier, unir Vuitton, Dior, Moët y Hennessy era más que una buena idea, pero Arnault, que pensaba lo mismo, quería ser el capitán. Una larga batalla jurídica enfrentó a ambos y Arnault acabó por ganarla, haciéndose con el control de LVMH a finales de los ochenta.

Racamier no soportó la derrota, el verse marginado dentro del consejo de administración de una marca que él había creado. Buscó apoyo en L'Oréal y quiso repetir la jugada a través de una nueva sociedad, la Vig-Orcofi, en la que figuraba la creadora Inés de la Fressange, el modista y perfumista Lanvin y el distribuidor de gastronomía de lujo Hédiard. La operación comenzó en 1989 y acabó en 1993, cuando L'Oréal se cansó de perder dinero. El ciclo económico, con la crisis que siguió a la primera guerra del Golfo, no fue favorable a Racamier, que tuvo que ceder todos sus cargos ejecutivos.

En la ópera de París, cuya gran biblioteca contribuyó a restaurar en tanto que mecenas, encontró el refugio desde el que poder participar en la vida social y ejercer su indiscutible talento y pasión por el mando.-

Henry Racamier.
Henry Racamier.

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