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LA DEFENSORA DEL LECTOR
Columna
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Guerra, imágenes y jerga militar

No es fácil estos días librarse de la guerra que todo lo invade. Y la columna de esta Defensora se ve sacudida y monopolizada por las dudas y quejas de los lectores, ante el tratamiento que el periódico hace del tema protagonista en los medios de comunicación de todo el mundo: la invasión de Irak.

Sus inquietudes y quejas han estado marcadas, esencialmente, por las imágenes fotográficas y el lenguaje utilizado por EL PAÍS. Las imágenes llegadas en los últimos días de prisioneros de guerra, soldados y civiles muertos y mutilados, a veces niños, han cambiado la cara de una guerra higiénica o virtual, tan del gusto estadounidense. Resulta que hay muertos y sangre, y las imágenes reales golpean. Quizá por eso, algunos lectores han protestado por la no inclusión, el pasado día 24, de la fotografía de un iraquí que llevaba en sus brazos a una niña, con una pierna arrancada de cuajo por una bomba, publicada en otros medios nacionales. La imagen era revulsiva, en verdad impresionante, pues al general sentimiento de injusticia y dolor que provocan las víctimas civiles se unía el tratarse de una niña.

"¿Por qué EL PAÍS no publicó esa fotografía? ¿Es que no quiere herir la sensibilidad de sus lectores?", pregunta Javier Adrián. "Me da pena tener que recurrir a otros medios para poder ver fotografías como ésta que dan la verdadera dimensión de la guerra. Claro que viendo la foto se me revuelve el estómago, pero tengo derecho a que mi periódico me dé la oportunidad de reafirmarme en que las guerras revuelven el estómago y no son sólo juegos tecnológicos". Otro lector de Sevilla, Eduardo Abad Sánchez, quiere también mostrar su malestar por la ausencia de esta foto. "A mí me hiere la sensibilidad que me enseñen una guerra made in Hollywood, muchos dibujos, planos de Irak, armas sofisticadas y bombas inteligentes, pero el resultado son niñas con las piernas cortadas, y eso no lo enseñan, aun sabiendo que ésa es la verdadera guerra, la de los muertos y cuerpos destrozados".

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¿Significa esto que EL PAÍS va a omitir toda imagen que pueda considerarse demasiado dura o revulsiva? El director adjunto del periódico José María Izquierdo explica por qué se tomó esa decisión. "Toda guerra, como es evidente, causa innumerables horrores, que no tenemos ningún ánimo de ocultar. Pero también es práctica establecida que entre centenares de fotos no seleccionemos las que nos parecen más morbosas o más desagradables, por puro respeto a las víctimas y a los lectores. Como ejemplo, el domingo publicábamos en primera página la foto de dos soldados iraquíes muertos en una trinchera, con una improvisada bandera blanca de rendición a su lado, que consideramos era bien representativa de lo que estaba ocurriendo en Irak, cuando aún no había imágenes de víctimas".

Testimonio del horror

En cuanto a la foto de la niña, "nos pareció", dice Izquierdo, "que traspasaba esa delgada línea que separa el necesario testimonio del horror, del derecho de los lectores a no ser agredidos por una imagen tan terrible. Cuántas veces hemos dejado sin publicar imágenes de atentados terroristas por esa misma razón: cierto que muestran el horror, pero añaden una agresión a las víctimas y a sus familiares, así como a la sensibilidad de innumerables lectores, que nos han mostrado su disconformidad con la publicación de imágenes que han considerado excesivamente duras. Por esa razón decidimos no publicarla, aun cuando éramos conscientes de que se trataba de una decisión controvertida. Hoy se publica esa foto en el suplemento Domingo. Creemos que es un contexto adecuado y una demostración de que no tenemos ningún ánimo de ocultar información".

Otro lector, Francisco Javier Díaz, confiesa que la foto de portada, a la que se refiere Izquierdo, de los soldados iraquíes muertos al lado de una bandera blanca, le produjo una serie de sensaciones desagradables y cierta inquietud. "En el periódico no vuelve a haber referencia sobre la historia particular de esa fotografía, y queda la duda de cómo se produjo su muerte. ¿No llegaron a mostrar la bandera blanca; ¿las tropas del otro bando hicieron caso omiso de la bandera? Quizá sea una historia pequeña dentro de esta barbaridad, pero creo que, al haber dado la foto en primera página, deberían intentar informar sobre lo que ocurrió".

Ciertamente, no es una historia pequeña por lo que significa, y José Manuel Calvo, redactor jefe de Internacional, se lamenta de no haber podido ir más allá. "No tuvimos en su momento más información sobre cómo pasó. Simplemente teníamos la foto de Reuters, que explicaba cómo unos soldados británicos descubrían en un reconocimiento, después de un asalto, a los soldados iraquíes. Ojalá hubiéramos podido contar esa historia".

Una parte de la historia, la de la fotografía, fue luego contada por su autor, y publicada en Le Monde. El británico Stephen Hird relató cómo llegaron el día 22 a la península de Fao, donde la víspera había habido combates y muertos. "A la mañana siguiente, una parte de los marines había partido ya. Los que quedaban limpiaban el terreno. Examinaban los búnkeres, sacaban los cadáveres y las armas de las trincheras. Dos soldados británicos miraban al vacío, más allá del agujero. Me aproximé. Había dos iraquíes dentro. Habían sido alcanzados por una bomba. Es una visión horrible, pero es la guerra". Hird, empotrado en las tropas británicas, añadió: "Pensé que estos dos soldados debieron de batirse hasta el último momento, y cuando ondearon la bandera blanca era demasiado tarde".

Otro lector, José María García, que se identifica como fotógrafo, se queja de que la imagen publicada en la portada el pasado día 25, de un campesino exhibiendo un fusil Kaláshnikov al lado de un helicóptero derribado, estaba retocada. "Vi las imágenes en televisión y se apreciaba que era un fusil de cerrojo, y el de la foto es otro, más moderno". La redactora jefa de Fotografía, Marisa Flórez, explica que la foto de Reuters no tiene manipulación alguna. "Recibimos una serie de ellas y en todas se aprecia el mismo tipo de arma, un fusil AK-47, que es el que figura en la imagen".

El tema fotográfico es amplio. Al tradicional debate de las imágenes que deben o no publicarse, tan viejo como el periodismo y aún sin resolver, se suma en esta ocasión la polémica suscitada por la publicación de los rostros de los prisioneros de guerra. Una polémica que está en los medios de comunicación internacionales, y que también plantean sus ombudsman en su organización (ONO). ¿Se deben publicar los rostros de los prisioneros?

Mientras fueron prisioneros iraquíes, los primeros, nadie protestó. Pero cuando salieron a la luz las imágenes, tomadas por Al Yazira, de los cinco soldados estadounidenses capturados por Irak, el Gobierno de Estados Unidos pidió inmediatamente la aplicación de la Convención de Ginebra a la difusión de las imágenes, olvidándose, en el colmo del cinismo o la doble moral, de las más que vejatorias imágenes de sus prisioneros árabes en Guantánamo, difundidas a todo el mundo.

La Convención de Ginebra, de 1949, no afecta directamente a los medios de comunicación; no obstante, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha recomendado que no se publiquen fotos o filmaciones que permitan identificar a prisioneros en una situación humillante, según establecen sus artículos 13 y 14.

Los resultados de esta petición son, por ahora, dispares.

Lenguaje discutible

El lenguaje utilizado, con expresiones y términos, si no incorrectos, cuando menos discutibles, es otra de las cuestiones que preocupan a los lectores. Una lectora, M. A. Trueba, critica la utilización de la palabra aliados en titulares y textos. "De sobra saben ustedes la connotación que la palabra aliado tiene para los europeos, sobre todo para los de determinada edad. Pienso que no es casual que se utilice para designar a los atacantes contra Irak. No alcanzo a comprender el motivo de EL PAÍS para usar esa terminología al referirse a los agresores. ¿Puedo saber por qué?".

Otro lector, Rafael Pascual, sostiene que nos hemos contagiado de un tono bélico triunfalista al hablar de "avances rápidos", "caída segura" o "victoria próxima", que recuerda a la prensa española de 1939 a 1943. Por último, la reflexión de un lector, que prefiere mantenerse en el anonimato, resume muy bien el conjunto de las protestas: "Se utilizan, entre otros, eufemismos como 'daños colaterales' o 'fuego amigo'. Yo recomendaría el mismo esfuerzo que observo para mantenerse lejos de las intoxicaciones propagandísticas, para evitar contaminaciones terminológicas, que tampoco son inocentes".

De nuevo es José Manuel Calvo, responsable de Internacional, quien contesta: "Utilizamos mucho más 'tropas de EE UU y Reino Unido', o 'fuerzas británicas y estadounidenses', pero para titular y abreviar es complicado salirse de 'coalición' o 'aliados', que son los términos que utilizan los propios protagonistas. En todo caso intentamos dar información y evitar connotaciones, positivas y negativas... Jamás hemos usado, ni usaremos, la expresión 'daños colaterales', un término militar que se refiere a destrozos causados en lugares que no son objetivo de las armas, para describir las consecuencias en poblaciones: utilizamos 'matanza de civiles' y similares".

Esta Defensora, al igual que muchos lectores, considera que el lenguaje no es gratuito. Los periodistas tenemos que dejar de ser cómplices de la jerga militar y su propaganda, pese a los problemas técnicos que eso nos pueda acarrear, y llamar a las cosas por su nombre: los "daños colaterales" son, la mayoría de las veces, sólo víctimas civiles; el "fuego amigo" es fuego propio; las bombas no "golpean", destruyen, hieren o matan; las ciudades no se "liberan" si antes no han pedido ser liberadas, y "los aliados" son fuerzas invasoras. Así de sencillo.

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearla al número 91 337 78 36.

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