Lucha encarnizada por un trozo de pan
Encaramarse el primero no fue garantía de éxito. Abrió violentamente la puerta del remolque, saltó sobre la carga y se agarró a una caja. Sólo consiguió esa presa. Cayó al suelo, y con él, su triunfo. Una mujer de negro se hizo con la codiciada caja de cartón con pan árabe, queso y agua, y huyó. Corrió todo lo deprisa que sus fuerzas y sus harapos le permitían. Desapareció entre el polvo y el gentío. Del joven que llegó el primero, pisoteado por una multitud febril y violenta, no quedaba ni rastro.
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