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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Lucien Bonnafé, psiquiatra

Último de una generación de psiquiatras pioneros en la renovación de los establecimientos para enfermos mentales, Lucien Bonnafé murió el 16 de marzo en su domicilio de La Ville-du-Bois, en la región francesa de Essonne. Tenía 90 años.

Nació en Figeac, Lot, en 1912, hijo de médico, en el seno de una familia de la burguesía de provincias. En 1930 se orientó hacia la psiquiatría y se integró en Toulouse en el movimiento surrealista.

Médico interno en el hospital de Braqueville, pensaba, como los poetas surrealistas, que la locura era menos una enfermedad que la expresión de un lenguaje que subvertía el orden de la razón. Su interés original por Freud se volvió en esta época hacia los jóvenes psiquiatras de la Escuela de Santa Ana, principalmente Jacques Lacan y Henry Ey. En 1935 se afilió al Partido Comunista Francés. Para escapar de una denuncia se marchó a Lozère, donde empezó a trabajar en el hospital de Saint-Alban, un centro en el que se experimentaba la psicoterapia institucional impulsada por dos psiquiatras que representaban distintas corrientes: Paul Balvet, militante católico, y François Tosquelles, libertario de origen catalán. Bonnafé sustituyó al primero en 1942 y empezó a ocuparse del tema de la renovación de los centros hospitalarios. Tras la ocupación nazi de Francia, Saint-Alban acogió a enfermos, a miembros de la Resistencia y a intelectuales.

Después de la guerra, Lucien Bonnafé fue nombrado asesor del ministro de Sanidad y organizó, junto a Henry Ey, en el hospital de Bonneval, unas jornadas de psiquiatría que reunía a todas las corrientes en boga en el momento. Desde 1950, pasando por varios hospitales, profundizó en sus teorías psicoanalíticas para combatir la alienación en los centros sanitarios y se dedicó a formar equipos de trabajo que crearon escuela. Militante del servicio público, tuvo mucho contacto con el italiano Franco Basaglia, con quien compartía bastantes ideas.

Sin renegar de su compromiso político, no dejó de criticar la línea estalinista del partido y jugó un papel importante en el proceso de reapropiación por los intelectuales marxistas del saber freudiano y del psicoanálisis. En su último libro, El psicoanálisis del conocimiento, se reafirmaba en los valores que había puesto en práctica a lo largo de su vida.

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