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Castellón abre sus fiestas de la Magdalena con una polémica por la necesidad de renovación

Muchos castellonenses protestan hoy contra la guerra durante la romería de 'Les canyes'

María Fabra

El pregó y el homenaje al rey Jaume I abrieron ayer las fiestas de la Magdalena de Castellón, que durante una semana presidirán la actividad de la capital de La Plana. Los actos festivos comenzaron de nuevo inmersos en la polémica sobre la crisis de la fiesta y la necesidad de atreverse a una renovación. Sólo la tradicional romería de Les canyes, que se celebra hoy y constituye uno de los actos más multitudinarios de la fiesta, parece escapar a esa polémica, porque este año tendrá una cariz diferente: muchos castellonenses mostrarán su rechazo a la guerra.

Con unos minutos de retraso, el cielo encapotado y una inquietante llovizna comenzaron ayer las fiestas de la Magdalena 2003. Pese a las inclemencias meteorológicas, los castellonenses dieron muestras de no querer prolongar el inicio de las fiestas fundacionales de la ciudad, después de que el encargado del lanzamiento de carcasas y fuegos aéreos se afanara en redoblar la mascletá de mecha para combatir la humedad y tapar el bombardeo aéreo. Finalmente, el ganador de la pasada edición del concurso de Mascletaes Ciutat de Castelló, el pirotécnico El Portugués, de Vilamarxant, disparó los 350 kilos de pólvora con los que comenzó la semana festera.

Como singularmente pasa cada año, el anuncio oficial del inicio de las fiestas se realizó horas después, con la cabalgata del pregó, un desfile costumbrista que recorre las calles del centro de la capital de La Plana y que cuenta con representantes de toda la provincia. La cabalgata toma su nombre del conjunto de versos que se repiten a lo largo del recorrido y que, en voz del pregoner, invitan a la participación en las fiestas. Mitología, historia, folclor, tradiciones, artesanía, agricultura y, en definitiva, fiesta son los conceptos del desfile con el que se pretende recorrer el pasado y presente de la provincia. Un desfile que, desde hace años, trata de amenizarse y que ayer, pese a la más que mejorable meteorología, se celebró con normalidad.

También ayer se inauguraron los mesones del vino y de la tapa y la cerveza, dos espacios que cuentan con una gran aceptación y en los que se dan cita todo tipo de integrantes de la fiesta. Desde lo más, hasta los menos participativos.

Y es que la 59ª edición de las modernas fiestas de la Magdalena, tal como se conoce esta etapa, ha comenzado inmersa, una vez más, en la polémica y los cientos de debates sobre la crisis de la fiesta y la necesidad de renovación de sus estructuras. La escasa participación en las comisiones de sector, responsables del peculiar monumento gaiatero, y la preponderancia con la que sobre éstas se sitúa otro tipo de colectivos, como las colles (agrupaciones de amigos con sede), son los ingredientes fundamentales de la controversia. Este año, una de las muestras de la real necesidad de una reflexión común ha sido la desaparición de una de las comisiones, al igual que ocurrió el pasado año. Todo pese a que la "estructura oficial de la fiesta", las comisiones de sector, no alcanza la veintena en una ciudad con más de 150.000 habitantes. Unas comisiones que, en muchos casos, no sólo encuentran dificultades en la financiación de sus actos y símbolos, sino que han de desempeñar la ardua tarea de reclutar nuevos miembros. Así, mientras que antaño la pertenencia a una de las comisiones se limitaba a los vecinos del barrio en el que se ubicaba el monumento, actualmente, la inclusión en una u otra gaiata se debe también a vínculos familiares, afectivos o fraternales, manera con la que los responsables logran la formación, en casos cada vez más pequeña, de la corte que conforman las madrinas y damas de cada gaiata. Así, la vinculación con la fiesta como mérito en la baremación ha quedado destronada a un segundo plano.

Las fiestas de la Magdalena, esperadas por la inmensa de los castelloneros hasta el cuarto fin de semana de Cuaresma, tienen más puntos débiles. Pese a la reiteración de su carácter y también debido a la mayoritaria costumbre de otras ciudades, éstas no son fiestas patronales, sino fundacionales. Y, de hecho, el acto que conmemora la bajada de los antiguos pobladores del Castell Vell hasta la planicie en la que actualmente se levanta la ciudad, la romería de Les canyes que se celebra hoy, es uno de los actos que cuenta con mejor salud y que, al contrario que otros muchos, no ha visto menguada su participación que, por otro lado, es la más numerosa dentro del programa oficial.

Las cañas, que rememoran aquellos báculos con los que los castellonenses realizaron la bajada, son el mayor símbolo de la fiesta, acompañadas de una cinta verde magdalenero a la que este año miles de castellonenses unirán un lazo negro en señal de duelo por la guerra de Iraq.

Las fiestas de la Magdalena han comenzado, un año más, con miles de castellonenses que este año encuentran una semana más festiva que nunca, ya que mañana lunes y el viernes se han marcado como festivos en el calendario laboral, a los que, en el caso de los funcionarios de la Generalitat, se unirá el martes.

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