_
_
_
_
Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Bagdad y sus muros

Qué ejemplo para todos nosotros, esas mujeres que se desnudan contra la guerra. Y esos padres de familia -tal vez con hijas adolescentes- que hacen huelga de hambre contra la guerra. O esas cantautoras que cantan por la paz en Irak mientras el pueblo inicia un éxodo masivo. Y esos jóvenes que se hacen el muerto en las puertas de las embajadas. Y los que acampan contra la guerra. Y los que no comen carne contra la guerra porque "la no violencia empieza por ser vegetariano", como leo en un cartel del Self Naturista de la calle de Santa Anna. ¡Quién pudiera ser como ellos! Pero, para algunas personas, esos métodos de protesta no sirven, porque no representan ningún sacrificio. Por desgracia, somos muchas las amas de casa que nos desnudamos a la mínima, ya estamos haciendo dieta de cara al verano y nos encanta ir de acampada. ¿Cómo elegir un tipo de protesta que se adapte a nuestras necesidades y las de nuestra familia? Tengo la solución. Un encierro en el Bagdad.

Los pacifistas que acuden al Bagdad piensan, de manera lasciva y llena de amor, en Aznar, Bush, Blair y Sadam

Son las once de la noche cuando entro en este lugar tan cargado de simbolismo. Me he despedido de mis allegados, porque estaré tres horas incomunicada del exterior. Nada me haría más feliz que ustedes se sumasen a mi causa. Se trata de que cada noche en el Bagdad, mientras duren los bombardeos, haya personas pensando, de manera lasciva y llena de amor, en José María Aznar, Bush, Blair y Sadam. Curiosamente, la sala está llena de pacifistas que, como yo, han tenido la idea de concentrarse aquí de forma silenciosa. Entrar cuesta 60 euros, consumición incluida, y los compañeros que no hacen huelga de sed se piden un gin-tonic.

Me siento en mi butaca, al lado de un grupo de pacifistas alemanes y junto a la jefa del Bagdad, la admirable Juani de Lucía. En el escenario se representa un espectáculo lleno de compromiso. Es una cama redonda giratoria. El público rodea a los actores por tres lados, como en los montajes del Teatre Lliure. También, como en los montajes del Lliure, hay poco atrezzo; sólo algún preservativo. La pareja artística New Porno, formada por Antonio y Cristina, rompe el fuego con un alegato silencioso al "haz el amor y no la guerra". Antonio va vestido con un uniforme de camuflaje, como el de los soldados que a estas horas se dirigen a Bagdad. Mientras desfila por el escenario suena música militar. Del cuello le cuelgan chapas con el grupo sanguíneo. Luce una camiseta imperio de color caqui, botas y gorra de visera. Luego sale Cristina, que viste falda corta caqui, camisa a juego, botas altas y una gorra negra. Camina con autoridad y lleva una fusta en la mano. Blandiéndola, obliga al soldado a hacer flexiones. Él hace siete, con la obediencia ciega que un militar debe siempre a su mando, le ordene éste lo que le ordene. Después del castigo, el soldado, en un gesto que seguramente es de rebeldía, se despoja de la camisa y el pantalón. Es decir: ¡con su desnudez nos hace explícito su "no a la guerra!". Cristina también se desnuda y le obliga a hacer más flexiones, pero de repente se da cuenta de que las cosas no se solucionan con la violencia. Mirando a Antonio, Juani de Lucía susurra: "Eso son armas de destrucción masiva". Cristina y Antonio ya acoplan misiles y hangares. "Estos días tengo Internet colapsada", se queja Juani. "La gente quiere saber cosas de la guerra y se me conecta a bagdad.com".

Después del número, muy aplaudido, los siguientes actores también se suman a la protesta, a su manera. No veo a Echanove y a Bardem, pero bueno. El actor que sale ahora va vestido de blanco como Zack Mayo, el personaje interpretado por Richard Gere en Oficial y caballero, y ella va en traje de noche. Mientras suena lo de Love lift us up where we belong, una voz en off de mujer, proclama: "Estoy pensando en ti... tu lengua cálida sobre mis pezones... el deseo me domina y me estoy poniendo furiosa. Soy un volcán...". Creo que estas palabras sinceras deberían formar parte del próximo manifiesto contra la barbarie bélica -sin menospreciar, por supuesto, las que se pronunciaron en la ceremonia de los premios Goya-. Él se quita los guantes blancos y la gorra y se dispone a amar a su compañera. Luego viene el número lésbico de enfermeras, también muy adecuado a los momentos terribles que estamos viviendo. En el instante más comprometido de la noche aparecen otra vez los de New Porno. Él va vestido de sultán y ella de odalisca. Es una clara alusión a Sadam y a su Gobierno tiránico. Parecen estar diciendo: "Sadam, abandona el búnker y haz el amor también tú". Especialmente emotivo es el momento en el que, de entre el público, salen, generosos y sin dar importancia al riesgo que corren, los voluntarios. Los valientes voluntarios, verdaderos escudos humanos que son debidamente atendidos en el escenario por las activistas, en una protesta vibrante que -por encima de las fronteras, de las clases sociales y del caché de cada artista- demuestra que el mundo es uno solo, que en él estamos todos juntos y ensartados unos con otros como buenamente podemos en esta lucha por una causa que, por encima de las contingencias coyunturales, sólo pretende proclamar, más allá de las mentiras salaces de los gobiernos que manipulan nuestros votos y nuestras voluntades, esa bella palabra monosilábica a la par que monovocálica: paz.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_