Diálogo filosófico en la Red

ESTE LIBRO es el fruto de un intercambio de e-mails durante un año entre dos filósofos, lleno de inteligencia, saber y gracia por ambas partes. Se inicia con una pregunta de interés biográfico de Pardo por "un perfecto ejemplar" de intelectual comprometido con la vida pública, como es Savater, que, sin embargo, defiende el "amor propio" y no cree en ningún tipo de trascendencia. Éste ha de desplegar toda su gran sabiduría de vida para mostrarnos cómo supera, en principio, una aparente contradicción y, en definitiva, cómo afronta la falta de recursos para fundamentar el sentido último de la convivencia o de cualquier otra cosa. A lo primero responde: "Quiero padecer lo menos posible y me hacen sufrir los que sufren"; y a lo segundo: "Creo que casi todo lo que hacemos los hombres tiene sentido, menos la pregunta absoluta por el sentido".

De algún modo, estas dos frases resumen el espíritu de todo el diálogo, que acaba (más bien, se corta) justamente ahí, en los límites del sentido: en las grandes cuestiones del ser, la muerte, etcétera, para las que faltan respuestas trascendentes y las demás no valen de nada. Hablar de cosas trascendentes le pone un tanto nervioso a Savater: "Por tu culpa, por tu grandísima culpa", le espeta cariñosamente a Pardo por arrastrarle sutilmente a esas cuestiones que Savater considera inevitables, pero sin respuesta absoluta. Pardo, a su vez, acepta la feliz culpa de haber "ido por ti". De algún modo, también, esta dialéctica personal resume el tono del diálogo, a lo largo del cual se despliegan otros muchos matices, desde luego.

Este libro es una invitación a la filosofía en cuanto él mismo es una muestra inmediata del filosofar: dos interlocutores que hablan de asuntos de hoy desde un punto de vista "filosófico", difícil de categorizar si no es en el propio acto de ponerlo en práctica. Cuando ellos mismos hablan de qué sea la filosofía se entiende menos qué es, aunque se agradezca que señalen su camino. "Yo creo que filosofar es contribuir en la medida de lo posible al mejoramiento y profundización del diálogo público", dice Savater. La filosofía es algo así como "la mirada de la ciudad sobre sí misma", dice Pardo. Y es que el reino de libertad de conciencia pero de responsabilidad pública de la filosofía no tiene método claro: ni científico, ni literario. Y acercarlo, con Unamuno, al de la gran poesía, tampoco es decir mucho.

Filosofamos a partir del desengaño de la madurez (aunque sin perder la ingenuidad del asombro infantil, como insinúa Pardo). Filosofamos desde la perspectiva de la muerte, desde un cuerpo humillado, maltrecho ("el cuerpo sano y pujante no piensa porque tiene demasiado que perder", dice Savater). La filosofía es pensar la realidad con nosotros dentro, desde nuestra frustración e inconsistencia constitutivas. No sólo la filosofía, concluye Savater, sino nosotros mismos, los humanos, somos los que no servimos para nada. Bien porque no se sabe exactamente para qué, o bien porque servimos para cualquier cosa. ISIDORO REGUERA