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Entrevista:MANUELA DE MADRE | Diputada en el Parlamento de Cataluña

"Mi terapia es hacer punto de cruz"

Pregunta. Catalana del Año y Andaluza del Año. ¿Cómo se puede tener dos amores a la vez y no estar loco?

Respuesta. Igual que la arteria no funciona sin la vena. Cataluña y

Andalucía laten en mi corazón y me dan fuerza.

P. ¿Seguirá en la lista electoral de Maragall, y por arriba?

R. Ir en una lista electoral no es lo mismo que estar en un gobierno. Yo sé que tengo unas limitaciones de salud, que son crónicas, y que no me van a permitir tener responsabilidades.

P. ¿Usted y Montilla son los charnegos de fuste que el PSC necesita?

R. Quien necesita gente con ganas de comprometerse con el bienestar público y con una izquierda progresista es la ciudadanía de Cataluña, y la ciudadanía española.

P. ¿Por qué afirma que hablamos poco?

R. Porque hay poca comunicación entre las personas. La prisa y la tecnificación han deshumanizado las relaciones.

P. No lo dirá por usted, que dicen que larga y no para.

R. Tengo tendencia a enrollarme [ríe]. Pero creo que el contenido está bien, y, sobre todo, transmite lo que siento.

P. A los 16 años se quiso ir de misionera a Rodesia, pero su padre no la dejó. ¿Se perdieron más los altares o los nativos?

R. Yo no quería ser monja, sino colaboradora [carcajada]. Estaba por la justicia, no por la caridad.

P. ¿Qué significan en política los ojos de mujer?

R. Una mirada cargada de experiencia, de dolor, de sufrimiento, de sueños. Y, en estos momentos, una mirada contra la guerra. Con algunas excepciones.

P. Botella se presenta a las municipales en Madrid. ¿Cómo lo ve?

R. Está bien que quiera hacer política. Pero entiendo que Ana Botella representa la hucha, aquello que hace 25 años dejamos atrás quienes trabajamos en el campo del bienestar social. Dejamos la hucha y nos comprometimos con la lucha.

P. Dicen que sale usted a la calle y se revoluciona el cotarro. ¿Qué les da?

R. Yo soy una persona optimista. Para mí es muy fácil querer a la gente, y hay mucha gente que me ha demostrado que me quiere. Pero no quiero parecer presuntuosa.

P. Usted, que es delineante, ¿cómo dibujaría su vida?

R. Uy, qué pregunta... Pues con una raya con algunas puntas hacia arriba, momentos de mucha satisfacción, y algunas hacia abajo, porque los tropiezos con la salud me han hecho limitar mi vida y mi corazón.

P. ¿Y el futuro?

R. Dibujaría una mecedora.

P. Siempre que le leían la mano le decían que era afortunada.

R. Sí, y lo soy. Tengo una mala pero buena salud [ríe].

P. Aparecieron la fibromialgia y la fatiga crónica. Y tuvo que dejar la alcaldía de Santa Coloma.

R. Yo, que pensaba que podía comerme el mundo, no lograba creer que no pudiera peinarme, vestirme o firmar. Llegué a pensar que tenía alguna cosa mental.

P. De pequeña soñaba con escribir novelas. ¿Por qué no se ha puesto a ello?

R. Porque no me gusta hacer el ridículo. Soy muy presumida. Ahora me han propuesto escribir un libro sobre mi enfermedad.

P. Bienintencionados aparte, ¿no cree que suscita cierto morbo?

R. Seguro. Habrá quienes pretendan colarse a través de la enfermedad de una persona pública para conseguir algo. Pero nadie más que las mujeres que están diagnosticadas saben del sufrimiento que tienen en su cuerpo y en su vida emocional.

P. "Me gusta más el nosotros que el yo". ¿No le habrá llegado el momento de pensar más en el yo?

R. Eso dice mi terapeuta. Porque ahora tengo ayuda, para que me quiera un poco más y sea consciente de que tengo esa parte vulnerable.

P. ¿Cómo se entretiene?

R. Como terapia, lo que más me ha ayudado es el punto de cruz. El médico me dijo que no hiciera ejercicios de concentración muy fuertes, sino algo que necesitara fijar la vista en un solo punto, como la pesca o el punto de cruz.

P. ¿Con tanto punto de cruz, no teme que pueda darle un toque maripuri?

R. No, no, no. Es muy digno, ¿eh? Y ojalá me doliera menos agachar la cabeza y sostener la aguja. Haría más, si pudiera. Me han mandado hilos y un trabajo para hacer un cojín.

P. ¿A quién se lo haría?

R. Pues a mucha gente: a mi madre, y a Margarita, que es la señora que me enseñó a hacer punto de cruz.

P. ¿Y a Aznar, nuestro presidente guerrero?

R. No. No me gustaría facilitarle el asiento.

Manuela de Madre, en su casa, con sus labores de punto de cruz.
Manuela de Madre, en su casa, con sus labores de punto de cruz.CARLES RIBAS

PERFIL

Con 48 años y dos hijas, la ex alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet es una entusiasta de la política -"se me calienta la sangre con aquello en lo que creo"- y amante del baile, de la tortilla de patatas, de Agatha Christie, de Serrat y del ajedrez. Explica así su miedo al avión: "Si Dios nos hizo, sin alas sería por algo, ¿no?"

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