Elecciones en 70 días
Hasta los diputados del PP han estado estos días más interesados por la desesperada y magnífica campaña diplomática y personal desencadenada por el primer ministro británico, Tony Blair, para disminuir la oposición interna a la guerra en Irak, que por los intentos de sus propios dirigentes para llegar a la opinión pública española. Nadie critica en público las intervenciones del presidente del Gobierno, José María Aznar, y de sus ministros, pero muchos se muestran escépticos sobre sus posibilidades de llegar al electorado antes de los comicios del próximo 25 de mayo.
Algunos dirigentes provinciales, incluso, creen que el partido y el Gobierno no están reaccionando con suficiente fuerza y se quejan de que se esté dando una impresión "de carril", con los mismos argumentos, y las mismas personas, escuchados una y otra vez. Un grupo de parlamentarios comparte las críticas, aunque la mayoría lo atribuye a lo fluido de la situación internacional: "Hemos estado tan absortos, casi fascinados por la batalla para lograr el apoyo del Consejo de Seguridad a una segunda resolución, que no nos damos cuenta de que sólo faltan 70 días para las municipales y autonómicas y que ésa es una batalla que tenemos que dar nosotros, aquí", comenta un diputado.
La verdad es que todos los partidos confiesan que se enfrentan a una gran dificultad a la hora de diseñar esta campaña y que todos admiten que va a ser una de las más raras de los últimos tiempos. Unas elecciones sin carta de marear ni líneas claras, en la que la mayoría de los candidatos va a tener que estar tan pendiente de lo que ocurre en Irak como de lo que sucede en su provincia.
"Perderá votos quien olvide que son unas elecciones locales y pretenda hablar sólo de Irak, haya ocurrido para entonces lo que haya ocurrido; pero también quien se empeñe en olvidar los sentimientos de la inmensa mayoría de los ciudadanos sobre esta guerra", asegura un político socialista vinculado a los preparativos de la campaña.
Todos, incluidos los populares, creen que el PP va a sufrir un considerable voto de castigo por su actitud en esta crisis. "Eso ya lo tenemos descontado", reconoce un dirigente nacional del PP. "Desde mi punto de vista", añade, "debemos temer menos la movilización del voto contrario a la guerra como el retraimiento del electorado propio. Nuestra principal lucha será sacar de casa al votante del PP que se siente incómodo con el asunto de Irak y que no estará motivado para acudir a las urnas".
"La única ventaja", afirma con sentido del humor una candidata del PP, "es que si ganamos, será gracias a nuestro esfuerzo y tirón personales, y si perdemos, la culpa será de la guerra".
Los dirigentes del PP aseguran que no se han planteado la posibilidad de adelantar la designación de sucesor de Aznar como candidato a la presidencia del Gobierno. Eso no evita que muchos cargos intermedios del PP estén dando vueltas una y otra vez a los calendarios internos del partido y que se hayan convertido en un tema preferente de conversación. "Diga lo que diga el partido en Madrid, eso se va a plantear inmediatamente después de las municipales, si las cosas siguen en caída libre y no recuperamos en las encuestas", sentencia un ex ministro.
Un PNV correoso
La guerra en Irak y la concentración de energía que está exigiendo por parte del PP y de la oposición está teniendo un efecto secundario no deseado en el caso concreto de las elecciones en el País Vasco. "Distraídos con la guerra, la niebla va difuminando los contornos de lo que pasa allí, pero las impresiones no son muy buenas", reconoce un político socialista.
Cara al 25 de mayo, el principal problema para los constitucionalistas sigue siendo Álava, un territorio básico para la estrategia de los contrarios al proyecto soberanista del lehendakari Ibarretxe. La guerra en Irak puede tener el extraño efecto de mejorar los resultados de Izquierda Unida en esa provincia, lo que significa que esos votos irían finalmente a apoyar a los nacionalistas en la lucha por el control de la Diputación.
Para los socialistas, el principal problema pueden ser los resultados en los pueblos de la margen derecha vizcaína. Si, como algunos temen, los socialistas pierden voto en esa zona en beneficio de un PNV apelmazado y correoso, es posible que se alcen muchas voces dentro del PSE pidiendo un cambio de línea. "Pero no iremos a ningún lado por ese camino porque la dirección en Madrid no puede consentir que se cambie su política vasca", afirma un especialista del PSOE. "Así que mejor nos esforzamos todos ahora en evitar ese posible resultado", sentencia.
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