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Diez puntos para gobernar España

Los ciudadanos españoles estamos convocados hoy a las urnas a fin de elegir un Parlamento para los próximos cuatro años. Ésta es una de las contiendas electorales más disputadas de nuestra todavía joven democracia, dado el aparente equilibrio con que se presentan inicialmente las dos principales fuerzas políticas. Ello llevará, muy probablemente, a la inexistencia de una mayoría absoluta -ni aun considerable- en manos de un solo partido. Afrontaremos así el nacimiento de un Gobierno de coalición, o de un Gobierno monocolor en minoría, con apoyos parlamentarios externos, algo por lo demás lógico en un sistema que se basa en la representación proporcional. Esta convocatoria será también crucial por las circunstancias y el momento en que se desarrollan. Vivimos una crisis económica de magnitudes considerables, derivada en parte de la recesión internacional, y que ha disparado las cifras de desempleo hasta límites casi insoportables. Las dificultades en la construcción de la unidad europea, uno de los objetivos nacionales más arduamente perseguidos por nuestras fuerzas políticas en los últimos años, son crecientes. Mientras, aumentan las turbulencias y aun los conflictos bélicos en el centro y el este del continente. La corrupción política ha desparramado una sombra de sospecha sobre los representantes de la vida pública, cuya credibilidad se ha visto dañada. Los comicios de hoy, sea quien sea quien los gane, marcarán el fin de una etapa histórica. Si es el Partido Popular el llamado a formar Gobierno, se producirá la alternancia y, por primera vez en España, la derecha habría vuelto al poder, tras un periodo de hegemonía de la izquierda, mediante la utilización del sufragio, y no a través de un golpe de Estado. Eso, por sí solo, constituye un símbolo de estabilidad democrática en un país que sufrió una revuelta militar hace sólo una docena de años. Si es, de nuevo, el Partido Socialista Obrero Español el que encabeza el Gabinete, le permitirá proseguir con algunas de las políticas reformistas emprendidas en la última década, pero se verá obligado a abandonar la senda del continuismo si tiene que admitir socios en el ministerio. La década socialista, tal como la conocemos, toca, pues, a su fin. En tal encrucijada, pensamos que es útil manifestar hoy nuestras cauciones acerca de las cuestiones principales que, a nuestro juicio, tendrá que afrontar el nuevo Gobierno. Conforman un decálogo de problemas fundamentales para nuestra convivencia, y su enunciación constituye la mejor manera de iluminar criterios acerca de por dónde debe ir el futuro de España. He aquí los puntos: 1. La existencia de un Gobierno apoyado por una sólida mayoría parlamentaria es condición necesaria para afrontar la crisis económica.

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