Cogida menos grave de Fernando Robleño
El tesón, a veces, tiene premio; en otras ocasiones se paga con sangre. Robleño jugó a la ruleta rusa con el sexto, quizás la única forma de sacarle la lengua a un mulo con cuernos, de continuo calamocheo, rebrincado y punto violento. Robleño, imposible ponerse cómodo, optó por la pelea. Una lucha que a los puntos ganaba el torero, y con diferencia. No brillaban los muletazos, ni siquiera había destellos artísticos, pero sí se producía un dominio de la situación a favor del espada. El de Guardiola, siempre mulo, pareció guardar sus aviesas intenciones para el final. Y a la hora de lo que llaman la verdad, salió del armario. Pinchó una vez Robleño, sin que el guardiola se pusiera fácil; pinchó una segunda vez Robleño, y el guardiola aseguró la presa. El torero dibujó una pirueta sobre el pitón derecho del toro y la plaza sintió la cornada, casi como el propio torero.
Domínguez / Rodríguez, Barrera, Robleño
Cinco toros de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas y uno, el 4º, sobrero de Astolfi. Correctos pero desiguales de presentación, blandos y faltos de raza.
Javier Rodríguez: bajonazo (saludos); dos pinchazos y bajonazo (silencio). Antonio Barrera: casi entera pasada -aviso- y descabello (oreja); dos pinchazos -aviso- y dos descabellos (saludos). Fernando Robleño: pinchazo y entera pasada (silencio); cogido al segundo pinchazo (palmas).
Enfermería: Robleño fue asistido de una cornada en el muslo derecho, con dos trayectorias de 6 y 10 centímetros, respectivamente, de pronóstico menos grave.
Plaza de Valencia, 12 de marzo. 4ª de Feria. Media entrada.
La corrida de Guardiola, procedencia predrajas, era la única tildada como torista de la feria. Pero el acento se le cayó por el camino. Y sólo fue torista en forma, que no en fondo. Predominó una irregular seriedad, desde un segundo toro exageradamente alto hasta un primero fino de cabos, con cuello y muy en tipo. La presunta corrida torista de la feria perdía su etiqueta nada más saltar al ruedo. Así, el primero se moría en la muleta porque lo mataron en varas, y el segundo, moribundo casi desde salida, fue milagro que mantuviera el tipo. Quizás su buen fondo le permitió aguantar.
La faena que Antonio Barrera hizo a ese moribundo toro fue admitida con beneplácito por el público. Y hasta sonó la música. No había toro, pero daba igual. En realidad, tampoco había faena. Aquello era una labor virtual, en donde el temple de Barrera perdía color y sabor, también importancia, ante animal más muerto que vivo.
Distinto fue lo del toro que abrió plaza. Ese toro portaba en su estampa la marca de denominación de origen: puro pedrajas. Pero a tan bello astado no le dejaron desarrollar con plenitud: lo machacaron sin piedad desde el caballo. Fue noble, pero también muy apagado. Javier Rodríguez, para su escaso bagaje, lo pasó con decoro.
Otro toro con cierto chispazo fue el quinto, que se derrumbó miserablemente en varas, pero aguantó en la muleta. Fue, además, el menos toro de toda la corrida. Barrera tiró de él dentro de una faena de sumas y restas. Igual templaba que perdía la muleta; igual se asentaba como se aceleraba sin compás ni ritmo.
El tercero y el sobrero de Astolfi se vinieron a menos como si de una urgencia se tratara. Y sus matadores, Robleño y Rodríguez,respectivamente, anduvieron ante ellos buscando el tesoro que nunca existió. Ni la bravura, ni la etiqueta que decían era torista.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.