La irrupción de Internet transforma la oferta

La irrupción de Internet ha transformado el software. A medida que el ordenador personal saltaba los muros de la casa y la empresa para abrirse al mundo, los fabricantes se veían obligados a adaptar o crear sus programas pensando en la Red. Este cambio, masivo en los últimos cinco años, disparó el desarrollo de aplicaciones capaces de sacar partido a Internet; sentó las bases de tecnologías incipientes, como la enseñanza a través de Internet (e-learning) o la ventanilla electrónica (e-government); y generó la necesidad de soluciones de seguridad más sofisticadas.

Esta espectacular demanda confluyó con las tareas para hacer frente al efecto 2000 y adaptar los sistemas corporativos al euro, lo que disparó la facturación y convirtió los últimos años del siglo XX en la edad de oro del software. Sin embargo, la promesa del comercio electrónico, que según los analistas debería seguir tirando de la demanda, no se materializó debido a problemas de integración y a la llegada de la crisis económica. A pesar de ello el software ha seguido creciendo en España, si bien a menor ritmo.

Además, la capacidad transformadora de Internet ha puesto patas arriba a esta industria. La necesidad de interoperabilidad obliga a los fabricantes a adoptar estándares pactados, como XML y sus derivados. Y a medida que el software ha dejado de ser un producto empaquetado que se compra en tiendas especializadas para convertirse en un flujo de bits que se descarga on line se ha abierto la puerta a nuevas fórmulas de comercialización, como el software de alquiler a través de Internet (ASP), de momento con resultados desiguales. Otra de las claves de este período es la concentración, agudizada por la crisis. Cada nueva versión de un programa ofrece más prestaciones y su ciclo de vida se acorta, lo que exige mayores inversiones. El resultado es un rosario de compras y fusiones y la concentración de la oferta alrededor de cuatro o cinco proveedores globales. A cambio, despuntan nuevas oportunidades, especialmente en las redes de banda ancha y el Internet móvil. El mercado del software todavía tiene que dar muchas sorpresas.