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Crítica:'LA BOTICA DE LA ABUELA' | LA 2
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Como en botica

La botica de la abuela (14.50, de lunes a viernes, La 2) es un programa extraño. Sus presentadores son anónimos, ya que en ningún momento se nos informa de cómo se llaman. Por el contexto y los diálogos acabamos deduciendo que la abuela se llama Inés y el entusiasta presentador, de verbo florido, Pedro. A diferencia de su predecesor, Txumari Alfaro, que transitaba por el lado más gore de la naturopatía, la pareja que le ha sucedido al frente de esta antología de remedios caseros practica un discurso más poético. Con un tono de voz ideal para contar cuentos, Pedro deambula por una cocina-laboratorio de fórmulas magistrales en la que se exponen toda clase de pócimas, mejunjes, esencias y ungüentos. La abuela Inés es su interlocutora, y la verdad es que, al cabo de un rato de escucharlos, uno descubre una dimensión desconocida de sí mismo y se reconcilia con la madre naturaleza. La sinusitis, el insomnio, los dolores menstruales, la cistitis o, como la semana pasada, la alopecia, todo tiene solución si confiamos en el infinito catálogo natural. La búsqueda del alivio es el motor del programa.

Nuestros males tienen remedio, nos vienen a decir Inés y Pedro, y lo demuestran con ejemplos, publicitando milagros de recio abolengo alquímico. ¿Sabía usted que el salvado es una especie de morfina natural? ¿Y que los dolores menstruales pueden aliviarse aplicando un saquito de salvado caliente sobre la zona del, con perdón, bajo vientre? "Qué suerte tenéis los hombres, que os habéis salvado de la menstruación y los partos", afirma la entrañable abuela Inés. Aplicando el mismo modelo del primer Arguiñano, posteriormente expandido al maravilloso mundo del bricolaje con Bricomanía, La botica de la abuela se convierte en uno de esos programas que crean adicción. Haciendo honor a su contenido constituye el mejor alivio para soportar el ritmo febril de la televisión. Su breve y conciso metraje contribuye a reconciliarnos con conceptos que ya creíamos olvidados: limón, miel, germen de trigo, infusiones, cataplasma. Los diálogos colaterales entre Pedro e Inés son extraordinarios. El otro día, Pedro dijo: "Oye, abuela, que a mí me siguen gustando más las mujeres un poco rellenitas". Y la abuela, sin alarmarse ni dejarse sorprender por las posibles perversiones de su compañero, le contestó: "Eso le pasa a mucha gente". Acabaron cantando una jota dedicada a la hiedra que hubiera conmovido al mismísimo Tarzán. El de los monos.

[La botica de la abuela estrenó su nueva temporada el pasado 13 de enero, y desde entonces es seguido por una audiencia media de 520.000 espectadores, con un 4,3% de cuota de pantalla].

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