El peso de la guerra
En cuanto se supere el actual clima de incertidumbre derivado del conflicto con Irak, se confirmará la recuperación de la actividad mundial. En 2004 se alcanzarán tasas de crecimiento cercanas al potencial tanto en Estados Unidos como en la Unión Monetaria Europea. En este escenario, cabría esperar un repunte de los tipos de interés respecto a los niveles mínimos en los que se sitúan actualmente. Pero esto no es lo que anticipan los mercados.
En Europa, tras el reciente descenso de tipos por parte del BCE, es necesario remontarse al inicio de la UEM (1999) para encontrar unos tipos de interés oficiales tan bajos. Es más, los mercados de futuros esperan nuevos recortes en los próximos meses y no descuentan subidas de tipos hasta 2004, y en todo caso en una cuantía muy moderada. En EE UU, la situación es similar. Con unos tipos de interés en el 1,25%, mínimos desde 1961, no se esperan subidas hasta finales de 2003, y también en una cuantía limitada. El mismo entorno de tipos de interés bajos lo encontramos en los plazos largos de la curva. Tanto en EE UU como en la UEM, los tipos de interés a largo plazo de la deuda se sitúan por debajo del 4%.
El mercado asigna una probabilidad creciente a un escenario de guerra más perjudicial para la economía
Estos tipos no parecen corresponderse con las perspectivas de crecimiento e inflación del consenso de analistas. De hecho, una regla monetaria permite confirmar que el escenario que subyace a los futuros no es tan optimista. Asimismo, un simple ejercicio, que considera que los tipos descontados en los futuros son una media ponderada de un escenario en el que la incertidumbre se disipa con rapidez y otro alternativo de guerra menos benigno, muestra dos cosas. Primero, que la probabilidad de este último escenario no es despreciable. Y segundo, que ésta ha aumentado significativamente en el último mes. ¿Qué puede estar ocurriendo? La prolongación del período prebélico está acentuando la aversión al riesgo, y a su vez, está haciendo que los mercados empiecen a considerar un escenario más negativo, en el que la crisis con Irak tendría peores consecuencias de las previstas.
El que espera desespera, y los mercados se están cansando de esperar. Confiemos en que las actuales tensiones geopolíticas se disipen y nos permitan apostar por una recuperación de la actividad en los próximos meses.
Montse Martínez es economista del Servicio de Estudios de BBVA.
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