Las chicas de oro
Veinte años cumple Värttinä, el grupo más popular del país de los mil lagos. Las finlandesas son ahora tres: Susan Aho -que se incorporó hace cinco años-, Mari Kaasinen -una de las fundadoras- y Karoliina Kantelinen -que sustituye a Johanna Virtanen por asuntos de maternidad-. Cuando se quedan solas -lo hicieron un par de veces-, brillan sus rítmicas piruetas vocales, en intervalos de segunda y cuarta, al unísono... Hay un hilo que conduce desde Finlandia hasta los Balcanes. Para quien no las haya escuchado aún, sería como si las famosas voces búlgaras se hubieran subido de pronto en un fórmula uno.
Las tres se convierten en brujas en Aijö, la historia de un hombre excéntrico que vive en las montañas, al que pica una serpiente, y que, al no disponer de remedio alguno, realiza un conjuro para que el veneno no surta efecto. Sagas transmitidas de una generación a otra desde tiempos remotos. Los textos -muchos tratan de mujeres: independientes, valientes, decididas- suelen basarse en esos poemas medievales, las melodías son originales de Värttinä. Pasado y presente se difuminan.
Värttinä
Mari Kaasinen, Susan Aho y Karoliina Kantelinen (voces), Antto Varilo (guitarras), Janne Lappalainen (bouzouki y saxo), Lassi Logren (violín), Matti Kallio (acordeón), Teemu Keränen (contrabajo) y Jaska Lukkarinen (batería). 'Emociona mujer!!!'. Sala Caracol. Madrid, 7 de marzo.
Los instrumentistas cumplen con decoro, aunque los dos temas que tocan sin las chicas de tez blanquecina no resultan estimulantes. Ellas son realmente el valor añadido. Cambian músicos, salen y entran cantantes de Värttinä, sin que se resienta un proyecto que surgió en una aldea de Carelia, junto a la frontera rusa. Unas jóvenes se reunían entonces para recitar poemas, cantar y tocar el kantele (una cítara). No fue hasta 1990 que Värttinä tomó su forma actual y empezó su ascensión con una música genuina, en la que pueden rastrearse influencias de otros folclores.
Värttinä está celebrando sus veinte años de vida con un buen décimo disco, Iki, que obedece al deseo de algo acústico y sencillo, y se ha grabado casi sin retoques. Si acaso, reprocharles que su directo parece haber perdido algo de fuelle. Quizá sea tan sólo que ya no causan sorpresa, lo cual no resta un ápice de valor a su trabajo.
Babelia
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