Orejudo y Roquetas
El señor Marfil Castellano contesta indignado al señor Orejudo que en un artículo suyo se atreve a señalar la horrenda fealdad de la carretera del Alicún (por la que se accede al municipio). Además de llamarle indocumentado por no conocer ni el patronímico de la ciudad de Roquetas, le dice poco viajado, cegato y feo. Esto último, la verdad, es que se lo tiene bien merecido por su irreverente idea de llamar fea a la excelentísima señora del presidente del Gobierno, con lo mona que está ella con sus peinados Halcón Viajes. De paso llama feos a Sadam Hussein, a Chaves y a Zarrías (¡qué exageración¡)
La verdad es que esto de la belleza, en contra de lo que se cree, es una cuestión bastante objetiva y todas las quinceañeras de Roquetas, y de provincias limítrofes, coincidirían al unísono en que el alcalde de Roquetas no está precisamente como para tirar cohetes; o sea, que por ese camino, señor Marfil Castellano, puede haber muchos cadáveres.
El caso es que el señor Orejudo no ha visto que en esta carretera se han plantado cientos de palmeras y adelfas de colores rojo y blanco, y no ha reparado, sigue diciendo el irritado señor Marfil Castellano, en los edificios que la circundan que irradian funcionalidad y progreso: Plaza de toros, piscina cubierta, parque acuático, teatro auditorio, un instituto y, dentro de poco, el parque público más grande del mundo mundial provincial y de las JONS, y se calla, por indudable modestia, las dos torres más altas del universo universal que dentro de poco serán la envidia de esos paletos de Manhattan y Chicago Center.
La verdad es que puestos a poner las cosas en su lugar no creo que esté en lo cierto el señor Orejudo con lo de la fealdad horrenda, ni tampoco el señor Marfil Castellano con su atinada réplica sobre la estética. La verdad, como tiene bien descubierto el PNV, está siempre a medio camino de los dos extremos, así que ni fealdad horrenda ni belleza que irradia progreso y convivencia en armonía y paz de más de 100 nacionalidades dixit Marfil Castellano.
Mi propuesta para el consenso y para lo municipalmente correcto es que la carretera del Alicún es de una belleza hortera o si se prefiere de una fealdad horterilla. Así que todos contentos.
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