Botella: "Aznar asumirá toda la responsabilidad de la decisión sobre Irak"
La esposa del presidente del Gobierno y 'número tres' a la alcaldía de Madrid defiende la posición del PP ante la guerra
Ana Botella, madrileña de 49 años y esposa del presidente del Gobierno, José María Aznar, sigue siendo la candidata a concejal de Asuntos Sociales en la lista de Alberto Ruiz-Gallardón para la alcaldía de Madrid. Sigue cumpliendo con las exigencias de su campaña electoral a rajatabla. Un día en el distrito de Salamanca, otro en Vallecas, mañana con una asociación de prostitutas, pasado con otra de inmigrantes... Y la semana anterior, en el rancho tejano del presidente de Estados Unidos, George Bush.
Pero algo ha cambiado en su campaña, y en la de todos los aspirantes del PP, a pesar de que ella sostiene que la agenda de actos seguirá siendo la misma. Ya apenas le preguntan por los asuntos sociales, supuestamente su futuro si el PP gana las elecciones a la alcaldía de Madrid. Ahora, el gran tema es la guerra y conviene tenérselo bien estudiado.
La candidata del PP admite que su partido tendrá que asumir un coste por esta crisis
"¿De verdad creen que en España la gente está tan obsesionada con esta guerra?"
Asegura que en el rancho tejano de Bush departió bastante tiempo con Laura, la esposa del presidente estadounidense, pero que no hablaron de Irak. "Hablamos de cuando estuvieron aquí y visitaron la Biblioteca Nacional. Incluso de las patatas con huevo de un restaurante de Madrid que les encantó. Estuvimos en una casa anexa a la de ellos...".
Si allí no habló de Irak, en España la cuestión se ha vuelto omnipresente e inevitable. "¿De verdad creen que en España la gente está tan obsesionada con ese tema?". Botella piensa que eso ocurre "sobre todo en Madrid", pero que en otras ciudades o pueblos las cosas se perciben "con menos intensidad". Así arranca la candidata en una conversación mantenida cerca de la sede del PP, en la madrileña calle de Génova. Las encuestas sobre el respaldo ciudadano a un eventual ataque a Irak indican un rotundo rechazo a cualquier acción armada. Pero Botella cree que una pregunta como ésa no debería de poder contestarla cualquiera. "Contra la guerra estamos todos, cualquier hombre o mujer de bien se tiene que oponer a la guerra", afirma, para apostillar que, en realidad, la única persona que podría contestar a eso es "quien de verdad tiene que tomar la decisión". La decisión, mantiene, la tomará el presidente del Gobierno como cualquier otra, después de escuchar a mucha gente. Pero, "al final, será él quien asuma toda la responsabilidad".
Botella evita pronunciarse sobre las encuestas, o la unánime reacción de los partidos en el Congreso contra el PP, o la creciente soledad del Gobierno en su alianza con EE UU, o la avalancha de manifestantes en contra de la guerra. Elude todo intento de averiguar si a La Moncloa ha podido llegar siquiera un momento de duda. Para ella, su deber es estar "al lado" de quien toma esas decisiones. Dice que le acompañará, le apoyará y le respaldará "como siempre".
Si de lo que se trataba era de indagar qué ha llevado al inquilino de La Moncloa a concluir que Sadam Husein es una amenaza insoportable para España y para el mundo, pese a que los ciudadanos siguen sin verlo, el objetivo queda inédito. Botella elude la cuestión, se queja de que la oposición ha conseguido que no se hable ya de las atrocidades de Husein y que en España no se le vea como una amenaza directa.
Cree que en Europa el 90% de los intelectuales son antiestadounidenses. Y si el presidente de turno es republicano, entonces "la conclusión fácil es que es tonto". Ésa es su tesis. Y pone de ejemplo a Ronald Reagan, que fue devaluado a la categoría de actor y tildado de "mal actor".
Con todo, Botella admite que la crisis afectará no sólo a la campaña electoral sino también, aunque afirma no saber en qué proporción ni de qué forma, a los resultados del 25 de mayo. "Tendremos que asumir ese coste, pero también depende de la evolución de los acontecimientos. Todo va a una impresionante velocidad".
Ana Botella contesta muy tranquila, evitando las frases tajantes, las expresiones que puedan denotar soberbia o prepotencia. Al responder dirige la mirada directamente a los ojos y ahí la mantiene cuando algo no parece gustarle. Se expresa sin titubeos, con seguridad, pero a menudo busca la complicidad del interlocutor con algún "¿no?", con algún gesto de las manos, con muchas sonrisas... Todo para defender que las convicciones de su marido son sus convicciones, y las de todo el PP, y las de todo el Gobierno.
Y continúa analizando el conflicto de Irak. La leyenda que se ha visto en tantas pancartas -"Sangre por petróleo"- no tiene sentido. Cree que Estados Unidos es autosuficiente y no necesita el petróleo de Irak. Pero ve imprescindible desarmar a Husein con "una fuerte presión internacional". No hacerlo, añade, llevará también a que otros, como Corea del Norte, "se armen hasta las cejas".
Su argumentación prosigue recordando que en España el sentimiento antiestadounidense está muy presente en amplios sectores de la sociedad. Y admite que la gente, en general, no valora el "vínculo trasatlántico" tanto como ahora pretende el Gobierno.
En ese sentido cree que el primer ministro británico, Tony Blair, lo tiene más fácil que José María Aznar, por aquello del lazo cultural que une a ingleses y estadounidenses. Y también lo tiene más fácil, a su juicio, porque el Reino Unido está acostumbrado a llevar la iniciativa en política exterior, a tener voz propia en muchos aspectos. "España no ha estado acostumbrada a tener una voz importante en el mundo", asegura.
Esa pretensión de tener una voz propia y relevante en política internacional es uno de los objetivos declarados en esta crisis, ser algo más -mucho más- fuera. El riesgo, que el PP ha vislumbrado ya con toda su crudeza, es que la contrapartida resulte ser menos -mucho menos- dentro.
Pero... ¿qué pasará si todo esto les cuesta las elecciones de mayo al PP? "Si perdemos, hemos perdido, pero no contemplo esa hipótesis", responde.
- ¿Ni siquiera para vivir sin tanta gente alrededor siempre dispuesta a hacerle la pelota?
- El peloteo es el juego de la vida. Está en todas partes. Seguro que en vuestro periódico, en un supermercado, en cualquier sitio, todo funciona así... Pero yo tengo una edad en la que he aprendido que los únicos que verdaderamente te pueden hacer daño son las personas a las que de verdad quieres. El resto, no. Yo sé de sobra que cuando pase todo esto, cuando haya otro presidente -eso sí, del PP- en La Moncloa habrá mucha gente que no me llame. Pero sólo me preocuparía si me ocurriera con la gente a la que quiero.
- ¿Sabe que a algunos cargos y militantes del PP les ha sentado mal que vaya usted en el tercer puesto de la lista al ayuntamiento? Pueden haberse preguntado cuáles son sus méritos.
- Siempre habrá alguien descontento en un partido, pero las impresiones que me han llegado no son ésas, son las contrarias.
Al dar por hecho que el próximo presidente del Gobierno será, "eso sí", del PP, Ana Botella abre un portillo a otro gran debate, la sucesión. Una cuestión que, como todo lo demás, puede quedar afectada por la guerra.
"¿Por la guerra? Yo creo que no. Además, no hay ninguna guerra y estamos trabajando intensamente por la paz, de verdad", arranca. Y además, "francamente, una de las mejores cosas que creo que ha hecho el PP en estos años es forjar un buen equipo, un gran equipo, de gente que llevan trabajando juntos más de 20 años, que funciona bien, sin tensiones. Y de ese equipo saldrá, en un proceso democrático dentro del partido, el sucesor".
Sus alabanzas exigen preguntar cuál es el equipo, por ejemplo, de Manuel Fraga y, de ahí, las aguas llevan al Prestige. "La personalidad de don Manuel hace que las cosas sean allí diferentes, pero se puede admitir al menos que lo del barco fue un accidente", se defiende.
Y continúa: "El Prestige era el barco de la historia que más petróleo llevaba en su interior. ¿Creen que es tan fácil prever las consecuencias? No es que se tratara de minimizar la catástrofe, es que no se tenía ni idea de que la cosa iba a adquirir esas dimensiones. Al principio, los técnicos dijeron que el fuel iba a solidificarse, después dijeron que no. Pero vamos, el Gobierno actuó de inmediato. A los pocos días, el 22 de noviembre, el Consejo de Ministros aprobó indemnizaciones para los afectados. Y yo defiendo que alejarlo de la costa fue la decisión más acertada. ¡Habría que ver lo que hubiese ocurrido si se lleva el barco herido al puerto de A Coruña! Ningún alcalde permitiría la entrada de un barco así en su puerto".
Después del barco, Botella decide hacer ella las preguntas: "¿Por qué no hablamos de algo bueno que haya hecho el PP en los últimos siete años?".
De los éxitos del PP no se habló, pero sí de uno de los ingredientes de la política social del PP sujeta a cierta polémica dentro de ese partido. Por ejemplo, ¿hay que legalizar o no la prostitución?
- Yo estoy en contra de legalizar la prostitución. Sólo tendría sentido para quien la ejerza como una decisión libre, quizá algunos casos de prostitución de lujo, pero para la inmensa mayoría lo que vemos es la forma más vil de esclavitud que sufren las mujeres en el siglo XXI.
Ana Botella defiende que el Código Penal debería contemplar la penalización del proxeneta. "He visto en estos meses cómo se trata a estas mujeres que vienen de otros países. Es impresionante. Me consta que si un billete de avión les cuesta 100.000 pesetas, después pagan por el hasta dos millones. Creo que de lo que se trata es de ayudar a esas mujeres, y no veo que legalizar la prostitución las pueda beneficiar a ellas, y quizá sí a quienes las explotan".
Al final, Botella se despide con una pregunta: "¿Recuerdan cuando Jesús Caldera en un debate con Mariano Rajoy a cuenta del Prestige manipuló un documento? Aquello fue muy grave y los medios se lo han perdonado. De verdad, me gustaría saber si el trato habría sido el mismo si en vez de Caldera hubiese sido algún parlamentario del PP". El episodio que indigna a Botella se produjo el 17 de diciembre en el Congreso de los Diputados cuando Jesús Caldera repartió a la prensa un resumen de un documento oficial de 15 de noviembre de 2002 sobre la operación de salvamento del Prestige. Ella misma se contesta: "Yo creo que no, a nosotros no nos lo habrían perdonado".
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