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Reportaje:

'Dripping' sin azar

La ópera prima de Vicente Monsonís, 'Dripping', llega a las carteleras con una distribución poco convencional

17 meses después de finalizado el proceso de postproducción y montaje, Dripping, la opera prima de Vicente Monsonís Monso (Valencia, 1968) llegó ayer a las pantallas. Y lo hizo por una vía poco habitual. La productora creada por el propio director y por Claudia Peris, Terra a la Vista, ha decidido asumir las tareas de distribución del filme porque "dejar una película independiente en manos de una distribuidora nacional o internacional es un suicidio", afirma Monso, quien añade que "para ellos, Dripping es una película más, pero para nosotros es la película". Así, el filme, que entra en la cartelera valenciana a partir de hoy, se presentó ayer en los cines Babel con la presencia del realizador de la cinta y del actor Pep Munné, que encabeza un reparto en el que también figuran Juan Luis Galiardo, Albert Forner y Gretel Stuyck.

"Creo sinceramente que hemos generado un estilo de producción y distribución innovadores", afirma orgulloso Monso. Lo es al menos en cuanto que revierte la estrategia habitual de distribución del cine español, basada en el estreno simultáneo de muchas copias para recuperar rápidamente la inversión en pocos días de proyección gracias a una agresiva campaña, por un modelo más calmado: el que ofrece pocas copias pero suficientemente mimadas para que el filme tenga una larga vida en la cartelera. La empresa no es fácil porque, como piensa Monso, "la crisis del cine es general en Europa porque todos tenemos un enemigo común, el cine americano, que no está en crisis, al que le regalamos el idioma, les regalamos las salas y cualquier día nos obligará a salir a la calle gritando 'Sí a la guerra'".

Dripping (un título que hace referencia a la técnica pictórica basada en la improvisación) cuenta la historia de un pintor sin demasiado éxito comercial que recibe una oferta para participar en un certamen internacional amañado por parte de una conocida galerista. Con muchos niveles de lectura, que van desde la crítica hacia el estamento policial, el mundo fallero o el negocio del arte, la película navega entre la comedia de enredo y el cine de acción para componer una cinta arriesgada, divertida y con momentos de brillantez. Rodada en sólo cuatro semanas en formato de vídeo digital y con un presupuesto de 720.000 euros, la película ha sido un largo parto que ha servido a sus creadores "un reto en todos los sentidos y que acaba en el momento en que llega a las pantallas", señala Monso. Máxime en una industria como la valenciana tan precaria y que encuentra tantas dificultades para salir adelante. "Cuando iniciamos los contactos para coproducir la película, nos topamos con una realidad: ser de Valencia en el mercado cinematográfico nacional es casi como no ser nada", cuenta el director de la cinta, quien hizo suyo el objetivo de "demostrar que desde Valencia se puede hacer una película con espíritu comercial y con capital, equipo técnico y artístico valencianos". Y es que Monso sigue convencido de que en Valencia "hay talento, profesionales y recursos de sobra para hacer un cine de calidad", aunque matiza que "para desarrollar una industria, ha de generar beneficios".

Por ello se afanó meticulosamente en unos métodos que contradicen el propio título del filme. Porque si el dripping es puro azar e improvisación desnuda, el trabajo de Terra a la Vista ha sido totalmente lo contrario. Tras su paso por la Mostra de València, donde obtuvo una buena acogida, la película se exhibió en los festivales de Vitoria, Canarias, Suez y Peñíscola. A partir de ese momento, comenzó una carrera que culminó ayer con su preestreno nacional.

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