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Reportaje:

En busca de una sociedad decente

El sociólogo Anthony Giddens explica la 'cuarta vía' para que la socialdemocracia afronte el siglo XXI

"Van en coche el canciller alemán, Gerhard Schröder, y el primer ministro británico, Tony Blair. Llegan a un cruce y el primero, que conduce, le pregunta al segundo: '¿hacia dónde vamos?'. A lo que este responde: marca a la izquierda y gira a la derecha". Este chiste -y otros más- lo explicó ayer en la escuela de negocios Esade, de Barcelona, a una sala repleta de estudiantes hasta los topes, el sociólogo Anthony Giddens, director de la London School of Economics, teórico de la llamada Tercera Vía y padre del nuevo laborismo que llevó a Blair al poder, y ejemplifica a las claras el problema que aqueja a la socialdemocracia europea, triunfante en la década pasada y desalojada ahora de los gobiernos europeos con la excepción de los dos países citados al principio, y también, en su opinión, de Estados Unidos, ya que para Giddens, Bill Clinton era en cierto modo un socialdemócrata adicto a la Tercera Vía.

Por eso, para que vuelva el centro izquierda al poder, el sociólogo británico propone una "cuarta vía", que se desarrollaría en tres frentes: la batalla de las ideas, la de la estrategia y la batalla táctica. La primera debe centrarse en una reforma del Estado que permita establecer el marco para "una sociedad decente" que combinaría la defensa de un cierto sector público con una economía de mercado competitiva. "Antes, desde la izquierda, pensábamos que el Estado podría resolver la mayor parte de los problemas, luego fue necesario el proceso de privatización, que no siempre tuvo éxito. Ahora no queremos que el mercado invada demasiadas esferas de la vida, pero tampoco el Estado. El mercado y el Estado deben ser controlados por una sociedad civil razonable y para ello hay que renovar el marco social".

Giddens agregó que la izquierda tradicional no anticipó los enormes cambios que se están produciendo en nuestras sociedades y los problemas que generan, lo cual ha sido aprovechado por la extrema derecha populista, que, como en el caso de Pim Fortuyn en Holanda, "explota el miedo a las nuevas inseguridades". Por eso la batalla de la estrategia debe centrarse en reconocer realidades sociales, como la inmigración. "Todos, más o menos, queremos ser liberales y generosos en este asunto", piensa, "pero hay que reconocer que tiene un impacto social; que algunas ansiedades que genera son reales y que ciertos sectores de trabajadores autóctonos están amenazados laboralmente por la inmigración". En su opinión, los inmigrantes tienen obligaciones, entre las que destacó aprender el idioma y respetar los valores de las sociedades liberales democráticas. "¿Qué hacer con las comunidades inmigrantes que rechazan abiertamente los principios más básicos de nuestras sociedades?", se preguntó.

Pero lo más importante, en opinión de Giddens, es la batalla táctica. "La izquierda ha perdido porque se ha presentado dividida", asegura. "No hay que exagerar el declive de la socialdemocracia, ya que la elección de George W. Bush en Estados Unidos no se debió a giro a la derecha de la sociedad norteamericana; lo que puso en evidencia es que está dividida al 50%, y que el 5% de los votos que se llevó Ralph Nader le hubiera bastado a Al Gore para ganar las elecciones". Otro tanto sucedió en Francia con Lionel Jospin, a quien, según el sociólogo británico, "todo el mundo daba por seguro que llegaría a la segunda vuelta", lo cual provocó que la izquierda se presentara dividida, y esto trajo a Le Pen".

El autor de El nuevo progresismo: praxis política de la Tercera Vía, cuya traducción catalana, editada por Pòrtic, se presentaba ayer, no pudo evitar referirse a la amenaza de la guerra contra Irak. "Crucemos los dedos en las próximas cuatro semanas para que no haya guerra", dijo, "pero también hay que asegurarse de desarmar a Sadam Husein, que es realmente un peligro para la humanidad".

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