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Reportaje:

Auge y caída de los 'hombres del velo'

Una exposición reúne en Girona 275 piezas relacionadas con la cultura tuareg

La estampa mítica de los tuaregs, un pueblo nómada del norte de África, puede encarnarse en la brumosa silueta de un veloz y elegante camello montado por un jinete cubierto de velos que cruza una tormenta de arena. La imagen romántica que los occidentales atribuyen al que está considerado uno de los últimos pueblos libres del planeta está cada vez más alejada de la realidad. El hambre, la sequía y las presiones políticas de los estados que dividen sus territorios (Argelia, Malí y Níger) han abocado a estos moradores del desierto a buscar nuevos medios de vida.

Aunque intentan mantener con orgullo su cultura, muchos de sus resistentes se han visto forzados a la práctica del pillaje para subsistir. La exposición Tuaregs. Nómadas del desierto, que hasta el 6 de abril puede verse en la Sala Girona de la Fundación La Caixa, muestra la riqueza de su época de plenitud cultural y también la decadencia de la obligada sedentarización.

Los tuaregs dedican su tiempo libre sobre todo a la oratoria, las adivinanzas y la música

Las 275 piezas que exhibe la exposición, que llega a Cataluña por primera vez, proceden en su mayor parte del Musée d'Ethnographie de Neuchâtel (Suiza) y constituyen una excelente síntesis de la historia, la economía, la vida cotidiana y la artesanía de los llamados hombres del velo. Entre los variados objetos se encuentran espadas, instrumentos musicales, sillas de montar, joyas, juguetes infantiles y útiles domésticos. Puede contemplarse también una típica tienda tuareg, totalmente desmontable, en cuyo interior se concentraba, a salvo del sol inclemente y las tormentas de arena, buena parte de su ancestral cultura. La creatividad artística del pueblo tuareg se expresa principalmente en los ricos ornamentos de los objetos de plata y en el cuero de las alforjas y las sillas de montar.

El ocio tiene un papel muy importante entre los tuaregs, que dedican su tiempo libre principalmente a la oratoria, las adivinanzas y la música. A pesar de que acabaron convirtiéndose al islam, no abandonaron su lengua original (el tamasheq), su antigua escritura (el tifinagh) ni sus creencias animistas.

Albert Costa, comisario de la exposición, asegura que "a pesar de que el pueblo tuareg parece abocado a un futuro sombrío, abandona las formas de vida tradicionales con cierta dignidad". Costa explicó en la inauguración de la exhibición las penurias de un grupo de tuaregs contemporáneos que han necesitado un año y medio para excavar un pozo de agua. "El saco de piel y la polea de antaño ya no les valen, ahora el agua está a unos 70 metros y necesitan obligatoriamente un grupo electrógeno para sacarla", explicó. La sequía es uno de los motivos que les han forzado a abandonar el nomadismo.

Lluís Reverter, secretario general de Fundación La Caixa, destaca la importancia de la mujer en la estructura familiar: "Cuando un matrimonio se separa es el hombre quien debe irse y abandonar la tienda". Aunque resulta difícil establecer un censo a causa de su movilidad y extensión territorial, Costa calcula que el pueblo tuareg está formado actualmente por 1,5 millones de personas.

La exposición se complementa con diversas actividades. Joaquim Monturiol, viajero y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pronunciará la conferencia Ahaggar. A través del país de los tuaregs (4 de marzo). La actriz Gemma Sangerman y la poetisa Teresa d'Arenys ofrecerán un recital titulado Poemas del desierto (20 de marzo). También se ha programado la proyección del documental de la realizadora Lala Gomà Quan no hi ha aigua (día 25 de marzo).

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